¿Está cansado de sentirse tonto? ¿Cansado de sentir que todos saben más que usted? ¿Harto de quedarse callado cuando alguien, con palabras pomposas, explica la vida? ¡Pare de sufrir! Ha llegado el momento de ponerle “un hasta aquí” a la terrible sensación de ser un iletrado irredento. Sabemos que gran parte de la población se empeña en parecer inteligente, ya que si a alguien se le considera brillante, él se sentirá querido. A pesar de que algunas personas piensan que exhibir los conocimientos cuando la ocasión no lo amerita, significa que el individuo simplemente es un pedante. Aunque no se debería agredir a quien desea imitar a los que poseen “mucha sal en la mollera”, no, si lo único que aquél anhela es una pizca de reconocimiento. Por eso, sí vale la pena hacerse como si uno las supiera de “todas todas”. ¿No lo cree así? ¿Ha visto cómo es posible ser buen músico en tres lecciones, aprender inglés escuchando dicho idioma mientras duerme, y usted sabe muy bien que en este mundo maravilloso se puede llegar a ser la persona más ecuánime, serena, sensata y feliz con sólo tomar un medicamento? Así, de igual forma usted y yo, juntos, podemos dejar de parecer ignorantes. Únicamente tiene que aceptar las sugerencias que le ofrezco a continuación:
1.- En primerísimo lugar, recuerde la frase “para ser un buen torero primero hay que parecerlo”; lo mismo aplica para la inteligencia. De manera que tendrá que adoptar un rostro de conocedor; mirada penetrante, trompa parada, y si la herencia de María Félix o Pedro Armendáriz lo benefician, por favor levante una ceja, (sólo una) y eleve y arrisque la nariz. La nariz es un órgano importantísimo para simular inteligencia: siempre, siempre, deberá caminar como si algún olor fétido rondara el ambiente. Pero no se confunda, el caminar tiene que ser relajado, sobre todo, que le se note el relax en las rodillas,si es hombre coloque una mano -nunca ambas- en la bolsa del pantalón, eso le dará un toquecito de hombre de mundo. El rostro de mujer inteligente no cambia mucho con respecto al del hombre, pero invariablemente la mujer deberá, al momento de sentarse, cuidar de no cruzar las piernas y mantenerlas bien cerraditas. De igual manera es imprescindible que nunca ría a carcajadas ni diga peladeces ni malas palabras. La vestimenta es muy variable, puede o no afectar, eso, se lo dictarán las circunstancias.
2.- Recuerde, ya pasaron aquellos tiempos en los que era necesario leer libros enteros para ser conocedor. La Internet nos ha liberado de tarea tan abrumadora y absurda. Ahora usted puede tener la colección de las frases más brillante de los grandes pensadores de la historia por lo que no será necesario pasar horas y horas leyendo para subrayar lo más trascendente. Y le aseguro: parecerá que ya leyó todos los libros. Para ello, simplemente averigüe en el buscador virtual las citas más impactantes o escandalosas de autores famosos, y anótelas ¡Y ya está! Y cuando menos se lo esperen sus acompañantes les avienta sus conocimientos tutti fruti: uno y otro y otro. No olvide memorizar unas cuantas estadísticas (números, números, números) de las peores miserias humanas.
3.- Si se encuentra en una reunión familiar o de amigos y uno de los presentes está hablando de un tema en el cual todos se mantienen atentos, en cuanto el parlanchín haga una pausa, aproveche para repetir lo mismo pero con palabras domingueras y si es con términos que nadie conoce ¡Mejor! Bajo ninguna circunstancia permita que alguien le quite la atención que debe ser toda para usted.
4.- Si le entró el gusanillo de la escritura (y logra que le publiquen sus textos) no tiene por qué quebrarse el coco buscando tema a desarrollar. Otra vez Internet, la madre y el padre de todos los ingenios será su salvación. Busque, busque, copie y pegue. ¿Quién sospechará? Y si acaso, en lo remoto de su honestidad siente un ligero remordimiento, entonces introduzca uno que otro pensamiento de usted, pero no señale lo propio de lo ajeno. Sí, que se mezclen las ideas para que todo parezca, naturalmente, suyo. Es extraordinario. Por supuesto, se corre el pequeñísimo riesgo de presentar contenidos que nada tienen que ver con el lugar, el tiempo, y las personas a las que va dirigido el texto, y existe también la posibilidad de que el lector no pase de la primera línea. Pero, vamos, qué tanto es eso comparado con parecer inteligente.
5.- Y si por alguna razón se topa con un poema que diga algo parecido a: “La tía María/ se preocupa en la osadía/ de querer tener orgasmos de noche y de día...” Búrlese hasta reventar, tiene usted derecho. Aclare que quien escribió semejante bodrio no tiene idea de los sonetos, los madrigales, los haikús, la poesía bucólica, etcétera... grite que el escritor(a) no conoce las corrientes literarias y que el verso es tan “libre” que hasta puede rimar. Cuánta razón tendrá. Olvide pensar que el autor(a) cuando menos no se fusiló las frases de nadie. ¡No copió en un mundo de plagio! Eso sí, hay que recordar que cada quien esta en su derecho de escribir cualquier bobería propia... o cualquier erudición pirata: da lo mismo, valen igual.
Ahora es posible lograr todo sin esforzarse demasiado. Siga mis instrucciones ¡Juntos lo lograremos! Ya ve, éste artículo esta inspirado en los respetables y brillantísimos merolicos televisivos.
1.- En primerísimo lugar, recuerde la frase “para ser un buen torero primero hay que parecerlo”; lo mismo aplica para la inteligencia. De manera que tendrá que adoptar un rostro de conocedor; mirada penetrante, trompa parada, y si la herencia de María Félix o Pedro Armendáriz lo benefician, por favor levante una ceja, (sólo una) y eleve y arrisque la nariz. La nariz es un órgano importantísimo para simular inteligencia: siempre, siempre, deberá caminar como si algún olor fétido rondara el ambiente. Pero no se confunda, el caminar tiene que ser relajado, sobre todo, que le se note el relax en las rodillas,si es hombre coloque una mano -nunca ambas- en la bolsa del pantalón, eso le dará un toquecito de hombre de mundo. El rostro de mujer inteligente no cambia mucho con respecto al del hombre, pero invariablemente la mujer deberá, al momento de sentarse, cuidar de no cruzar las piernas y mantenerlas bien cerraditas. De igual manera es imprescindible que nunca ría a carcajadas ni diga peladeces ni malas palabras. La vestimenta es muy variable, puede o no afectar, eso, se lo dictarán las circunstancias.
2.- Recuerde, ya pasaron aquellos tiempos en los que era necesario leer libros enteros para ser conocedor. La Internet nos ha liberado de tarea tan abrumadora y absurda. Ahora usted puede tener la colección de las frases más brillante de los grandes pensadores de la historia por lo que no será necesario pasar horas y horas leyendo para subrayar lo más trascendente. Y le aseguro: parecerá que ya leyó todos los libros. Para ello, simplemente averigüe en el buscador virtual las citas más impactantes o escandalosas de autores famosos, y anótelas ¡Y ya está! Y cuando menos se lo esperen sus acompañantes les avienta sus conocimientos tutti fruti: uno y otro y otro. No olvide memorizar unas cuantas estadísticas (números, números, números) de las peores miserias humanas.
3.- Si se encuentra en una reunión familiar o de amigos y uno de los presentes está hablando de un tema en el cual todos se mantienen atentos, en cuanto el parlanchín haga una pausa, aproveche para repetir lo mismo pero con palabras domingueras y si es con términos que nadie conoce ¡Mejor! Bajo ninguna circunstancia permita que alguien le quite la atención que debe ser toda para usted.
4.- Si le entró el gusanillo de la escritura (y logra que le publiquen sus textos) no tiene por qué quebrarse el coco buscando tema a desarrollar. Otra vez Internet, la madre y el padre de todos los ingenios será su salvación. Busque, busque, copie y pegue. ¿Quién sospechará? Y si acaso, en lo remoto de su honestidad siente un ligero remordimiento, entonces introduzca uno que otro pensamiento de usted, pero no señale lo propio de lo ajeno. Sí, que se mezclen las ideas para que todo parezca, naturalmente, suyo. Es extraordinario. Por supuesto, se corre el pequeñísimo riesgo de presentar contenidos que nada tienen que ver con el lugar, el tiempo, y las personas a las que va dirigido el texto, y existe también la posibilidad de que el lector no pase de la primera línea. Pero, vamos, qué tanto es eso comparado con parecer inteligente.
5.- Y si por alguna razón se topa con un poema que diga algo parecido a: “La tía María/ se preocupa en la osadía/ de querer tener orgasmos de noche y de día...” Búrlese hasta reventar, tiene usted derecho. Aclare que quien escribió semejante bodrio no tiene idea de los sonetos, los madrigales, los haikús, la poesía bucólica, etcétera... grite que el escritor(a) no conoce las corrientes literarias y que el verso es tan “libre” que hasta puede rimar. Cuánta razón tendrá. Olvide pensar que el autor(a) cuando menos no se fusiló las frases de nadie. ¡No copió en un mundo de plagio! Eso sí, hay que recordar que cada quien esta en su derecho de escribir cualquier bobería propia... o cualquier erudición pirata: da lo mismo, valen igual.
Ahora es posible lograr todo sin esforzarse demasiado. Siga mis instrucciones ¡Juntos lo lograremos! Ya ve, éste artículo esta inspirado en los respetables y brillantísimos merolicos televisivos.