Magda Madero es narradora y poeta. Su formación en filosofía le permite tener reflexiones profundas y diversas sobre un mismo hecho; hablar con ella es una invitación al aprendizaje. Sé de sus desvelos literarios, por eso, segura de que resultaría interesante, le pedí que me contestara algunas preguntas sobre su más reciente novela.
¿Cómo nació el nombre de tu novela?
El título Arno y los ojos de Rea, no es un título producto del azar, sino uno en extremo pensado. Tardé algún tiempo en dar con él. Una novela debe caber en su título; éste es el título donde cabe la mía. Arno y Rea son los elementos estructurantes que le dan unidad. Arno, que es el personaje principal, es un escritor; Rea, en cambio, es una pordiosera. El primero tiene nombre de río; la segunda, de diosa. En la revista Acequias, en el último ejemplar del año 2008, aparece parte del primer capítulo donde Arno lee sus cuartillas mientras se plantea el problema de la unidad en su novela. Rea le va a ayudar a conseguirlo. Decidí tomar prestado de la antigüedad clásica el nombre de Rea, aquella deidad griega esposa de Cronos y madre de Zeus, entre otros dioses del Olimpo, porque, al igual que Gea, su madre, simbolizaba la tierra; la diosa tierra que hemos vuelto pordiosera. Así la veo yo. Pero muy aparte de esta alegoría, la Rea de mi novela no tiene más poder que el de sus hermosos ojos verdes: bastará que éstos coincidan con los de ciertos personajes, para que de allí surja algo.
¿A quién tomaste como narrador?
El tema de los narradores en literatura es complicado. El narrador, la más de las veces surge de las mismas palabras. Se trata de una persona gramatical no siempre identificable a menos que se manifieste como un narrador personaje desde un yo gramatical evidente. En teoría, hay una gran variedad de narradores. Mi novela tiene un enfoque narrativo múltiple, pero el narrador que se encuentra en la punta de la estructura es Arno, un narrador y personaje principal que juega a no serlo al narrarse desde la tercera persona, pero sin dejar, por momentos, de manifestar su yo. Arno renuncia a la omnisciencia que podría tener como “autor” del material donde él mismo es un personaje. Este narrador va a dejar que sean los mismos personajes los que se manifiesten a través de sus acciones, y cederá al lector la tarea de inferir sus motivaciones. Los demás personajes, Rea incluida, existen a través de él pero con total autonomía, de tal manera que, cada historia dentro de la novela, cuenta con un determinado tipo de narrador.
El tema de los narradores en literatura es complicado. El narrador, la más de las veces surge de las mismas palabras. Se trata de una persona gramatical no siempre identificable a menos que se manifieste como un narrador personaje desde un yo gramatical evidente. En teoría, hay una gran variedad de narradores. Mi novela tiene un enfoque narrativo múltiple, pero el narrador que se encuentra en la punta de la estructura es Arno, un narrador y personaje principal que juega a no serlo al narrarse desde la tercera persona, pero sin dejar, por momentos, de manifestar su yo. Arno renuncia a la omnisciencia que podría tener como “autor” del material donde él mismo es un personaje. Este narrador va a dejar que sean los mismos personajes los que se manifiesten a través de sus acciones, y cederá al lector la tarea de inferir sus motivaciones. Los demás personajes, Rea incluida, existen a través de él pero con total autonomía, de tal manera que, cada historia dentro de la novela, cuenta con un determinado tipo de narrador.
¿Cómo describirías la estructura de tu novela y cuánto tiempo te llevó terminarla?Tal vez la estructura sea cubista por la fragmentación, y lineal por la cronología. Una novela de 481 páginas como la mía lleva tiempo. El material que la conforma tiene distintas fechas de nacimiento: quince o más años el más antiguo. Escribirla no fue difícil; lo difícil fue estructurarla, darle unidad. Una cosa es construir un relato, la forma más sencilla de narrar (sucesión de episodios definidos por múltiples “luegos” conectados por una sola voz donde una cosa ocurre después de otra al enlazar los cabos sueltos); y otra, construir una trama, que es un organismo de orden superior con múltiples espacios y voces como sucede en un concierto. La trama es la parte más artística de una obra literaria.
¿Qué dificultades y qué beneficios tiene ser tu propio editor?
La edición es la carta de presentación de un libro. En mi caso fue pesado porque es lo primero que edito. Hay que hacer trámites, gastar la vista para que la obra se vea pulcra; hay que crear páginas maestras, elegir fuentes y tamaños de letras, planear la cantidad de hojas, diseñar y hacer la portada y la cuarta de forros; súmale el costo de impresión, la promoción, la distribución, la venta. Contra todo esto, el único beneficio que te queda es la libertad de hacer con tu obra lo que quieras y tener la certeza de que nadie te va a cambiar una coma.
La edición es la carta de presentación de un libro. En mi caso fue pesado porque es lo primero que edito. Hay que hacer trámites, gastar la vista para que la obra se vea pulcra; hay que crear páginas maestras, elegir fuentes y tamaños de letras, planear la cantidad de hojas, diseñar y hacer la portada y la cuarta de forros; súmale el costo de impresión, la promoción, la distribución, la venta. Contra todo esto, el único beneficio que te queda es la libertad de hacer con tu obra lo que quieras y tener la certeza de que nadie te va a cambiar una coma.
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MADERO GAMEZ, Magdalena. Narradora, poeta y ensayista. Nació en Torreón, Coahuila. Estudió Filosofía en la Universidad de Monterrey (UDEM). Es autora de las novelas, Una taza sobre la mesa y, Arno y los ojos de Rea; de los poemarios Efémera y Sueños insomnes; del libro de cuentos Desafío de sombras. Su obra aparece también en los colectivos Condominio de poetas (poesía), Enseñanza superior (cuentos), Sueños de la Laguna. Ensayos de 12 autores, y Poema, analogía e iconicidad (ensayos). Más obra suya se encuentra en las revistas, Estepa del Nazas, Acequias y Siglo Nuevo. Su cuento “Isidora” obtuvo la mención de honor en el Premio Nacional de cuento “Agustín Monsreal” 1998. Radica en Torreón, Coahuila.
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