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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

lunes, 17 de junio de 2019

CLÓSETS VACÍOS

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En el periódico Reforma
Junio es el mes de la diversidad sexual. Hace 50 años, en los libros de psiquiatría, la homosexualidad aparecía como depravación sexual, junto con la zoofilia, necrofilia, pedofilia, sadomasoquismo, fetichismo, voyerismo, exhibicionismo... Dentro de las enfermedades relacionadas con el desarrollo sexual se mencionaban hermafroditismo, síndrome de Turner y de Klinefelter, en donde los genitales no están bien definidos. Los conceptos han ido cambiando y la homosexualidad pasó de ser depravación a enfermedad, y luego a diversidad sexual. Hemos evolucionado, pero no lo suficiente; darles sus derechos no implica quitárselos a quienes se los niegan.
Si la diversidad sexual aún se considerara enfermedad, resultaría muy oneroso para el servicio de pensiones; imaginen pensionar a miles por una enfermedad incurable y, para muchos, contagiosa. “Hoy amanecí más gay, o más lesbiana, que ayer” podrían alegar y quedarse a reposar en casa. Da tranquilidad que ya no sea una patología. No obstante, hay padres que envían a sus hijos a terapia psicológica, para que les curen esa conducta contranatura; alegan que el principal fin del acto sexual es la procreación y olvidan las razones amorosas, recreacionales y que el amor no es sólo sexo. La diversidad sexual es tan natural como el color de la piel.
Hay conductas que antes eran consideradas aberrantes y ahora no. Internet ha normalizado el exhibicionismo y el voyerismo; la pornografía está a la vista de cualquiera. Esta es una pendiente resbaladiza porque se promueve el acto sexual como un valor de poder. También el fetichismo o el sadomasoquismo se instrumentan en las sexshop. Existe demasiada exaltación por el sexo y de allí que muchas personas tomen ese camino para sentirse superiores y tasan como inferior a todo aquel que no coincide con su conducta sexual. Desde luego, las depravaciones existen, surgen del abuso de poder que infringe un daño físico y/o psicológico al otro. Aquí, habría muchas variables por discutir.
         Algunos se ofenden por los desfiles del arcoíris, pero no se dan cuenta que es su odio el que provoca esas manifestaciones. Promovemos lo que rechazamos. Dejemos de discriminar y no serán necesarias marchas de protesta. A veces ni siquiera hay consciencia; lo vemos cuando se publican las noticias morbosamente: la violencia entre homosexuales se publica en términos exaltados. En cambio, la violencia del hombre hacia la mujer pareciera que se acepta. A los homosexuales se les califica de pasionales y al hombre que descuartiza a su esposa se le cubren los ojos para que no sea reconocido y a la víctima la exhiben en cada una de sus partes. La maldad no distingue orientación sexual. Aunque son los hombres los que más crímenes cometen.
No deberíamos discutir sobre las preferencias sexuales; lo hacemos porque hay quienes creen tener derecho a decidir sobre el cuerpo del otro. Cuando la libertad sexual radica en el dominio y aceptación de nuestra propia naturaleza. Por eso también existe discriminación dentro de la misma comunidad LGBT+. Todos tendríamos que voltear hacia el espejo y preguntarnos por qué rechazamos lo que es diferente a nosotros. Y reconocer que el autodesprecio germina con el rechazo social.
         Ojalá ya no se enlistara a las grandes personalidades homosexuales para legitimar la conducta sexual, pues ni todos los gays son Chaikovski ni todos los genios son homosexuales; Newton, por ejemplo, murió virgen. “…probáis que no es el sexo de la inteligencia parte” diría Sor Juana. El día que las personas, dentro de la moral, (llamo moral al respeto al cuerpo del otro y de no someter a nadie) salgan del clóset y sean recibidos por una sociedad con más luz en el cerebro y generosidad en su corazón; estos crímenes de odio disminuirán; la autoaceptación de la propia naturaleza, y la de del otro, permitirá los clósets vacíos.