Ocho pensamientos rencorosos
1.- En Coahuila, a mediados de marzo de este año, un
niño perdió la pierna y otro más perdió la vida a causa de ataques por perros
de la raza pitbull, Algunos salen con la patraña de que un niño vale igual que
un perro. Si un perro matará o fuera causa de sufrimiento moral y físico para
una familia, y si en mis manos estuviera, sin miramientos, lo mandaría a dormir.
Esto, porque el otro día leí a un payaso que llamaba a los perros “personas no
humanas”. ¿Qué tan idiota hay que ser para no diferenciar a las personas de los
animales? Y miren que amo a los animales aunque a veces me los coma en salsas
de colores, pero prefiero eso a la histeria del que llora por la muerte de una
vaca pero usa zapatos y cartera de piel de ternera.
2.-Ojalá a nadie se le ocurriera venir a mi cocina y
decirme cómo debo hace el mole verde o cómo picar la cebolla. Me quedo callada
y no discuto cuando vienen a mi dándome consejos de cómo llevar la vida; lecciones
que, justamente, son las que estas personas deberían de tomar. El silencio es mi
desquite, no hago caso absolutamente de nada.
3.-En esta etapa de mi vida, soy por completo
inflexible; no cedo ni un milímetro, cuando se trata de ir a ver películas de
acción donde el número de coches o edificios destruidos son lo importante. No
soporto ni los comerciales de estos filmes. No voy, pero muchas veces fui, que
es peor.
4.-A los que me dicen damita o seño, les digo que
solo me detienen las represalias pero bien podría arrancarles los cabellos de
un solo tirón. Me disgustan porque son los mismos que dicen que hay que cuidar
a las “cabecitas blancas” y que presumen de reconocer la capacidad de la mujer
pero que en realidad son misóginos.
5-¿A quién se le ocurrió decir que nacimos para ser
felices?, esas actitudes de felicidad eterna me pudren, por falsas. No venimos
para ser felices, venimos para ser tristes, enojados, aburridos, asombrados y
claro también para ser felices. Pero, ¿por qué esa presión de que estemos con
una sonrisa sempiterna como si fuéramos idiotas?
6.-Le doy valor de menos uno al top ten de la literatura, no me dejo llevar por las modas en esta
materia. Me gustan muchos autores actuales, sin embargo, me fastidian cuando me
preguntan sobre algún escritor de bestsellers,
que por supuesto, nunca conozco.
7.- A veces leo la Biblia, libro que, aclaro, nunca he leído completo. Este libro me
hace enojar por tanto menosprecio que se manifiesta hacia la mujer. Aunque me
gusta la historia incluida en Jueces
sobre Deborah, una gobernante israelita; mujer justa y valiente. Pero se me retuerce
el hígado junto con el páncreas, que Eva sea la perversa y Dalila la traidora
entre muchas otras. Y, ¿por qué Dios escogió que todos sus autores fueran
hombres? Y no me trago eso de que fue por la época.
8.- La persona que venga a decirme que elimine los
pensamientos rencorosos puede irse mucho a la casa de su madre y poner sus
palabras donde mejor le acomoden; eso sí, que no sean mis oídos ni mis ojos.
Estoy orgullosa de mis rencores he sido muy feliz con ellos. Además, a mis
rencores les debo decisiones trascendentes de mi vida, entre otras, sacudirme a
una que otra alimaña.
Un
acto inmoral
Sí, lo hice. Pero a mi favor puedo decir que no fue
de manera intencional y ni siquiera fue mi culpa. Aunque sí soy culpable de no
ponerle remedio, eso que ni qué. Lo reconozco. Hace algunas semanas fui a Sam´s
Club, a esa tienda donde, encima de que vas a comprarles, tienes que pagar
membresía. Escogí lo que iba a comprar y pagué. Al salir revisaron la mercancía
y adiós. Al llegar a casa me di cuenta de que no me había cobrado diez kilos de
comida para perros. ¿Y qué hice? Nada. Me los quedé. Me puse contenta y sonreí
maliciosamente. Tan fresca.