Mi foto
Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

domingo, 26 de octubre de 2014

DE LA VIDA MISMA

Hace dieciséis años conocí al licenciado Miguel Ángel Ruelas Talamantes. En ese tiempo, él era gerente general de El Siglo de Torreón y a mí me había dado por escribir y por enviarle mis textos. Así, sin conocerlo. Le llevaba artículos que no lograban publicarse, hasta el día que escribí uno que titulé “Una ama de casa y el futbol”, mismo que, ahora que lo leo, me parece que tiene fallas pero que es gracioso. Creo que esto último fue lo que le gustó.
Fue en diciembre de 1998 cuando recibí la llamada del licenciado Ruelas para decirme que iba a publicar mi texto “Una ama de casa…” en la sección de deportes. Recuerdo que mis hijos tenían nueve y cinco años y estaban muy divertidos, porque al colgar el teléfono me puse a gritar y saltar. Al fin aparecería una publicación mía en el periódico. Después él nos invitó, a mi esposo y a mí, a conocer las instalaciones de El Siglo. Durante estos años varias veces coincidimos en reuniones convocadas por el periódico y muchas veces lo llamé por teléfono para pedirle algún consejo sobre mi desempeño en esto de publicar. Siempre, siempre lo encontré dispuesto a ayudarme, pero sobre todo, veía la intención de trasmitirme su optimismo. “Tenga paciencia, todo encuentra su camino”, me decía.      
            El licenciado Miguel Ángel Ruelas, fue una persona muy importante para mí; él fue el puente que me permitió llegar a muchas personas a las que les tengo admiración y cariño. Una de ellas es Dña. Olga de Juambelz y Horcasitas Presidenta del Consejo de El Siglo de Torreón. Él nos presentó. Aquella vez me explicaba que doña Olga tenía un proyecto en el que yo podía participar. De esa manera comencé a publicar en la revista que nació con el nombre de Nosotros dos y que después cambio a Siglo Nuevo; desde su fundación hasta hora no he dejado de escribir en estas páginas.
            Él escribía una columna diaria que tituló “Un minuto de deporte” y  una dominical que se llamaba “De la vida misma”, en especial, nunca me perdí la segunda. En los últimos años yo le seguía los pasos a través de sus colaboraciones. Allí veía cuando se sentía enfermo o decepcionado de la gente y me enteraba se la nostalgia que sentía por su tierra natal (Miguel Auza, Zac.). Llegué alegrarme por su confesión de que él hablaba con las plantas, por lo que su esposa lo alentaba, en broma, a pertenecer a un club de jardinería. También, al leerlo, percibía lo orgulloso que estaba de su trabajo como reportero desde Europa y de las incontables entrevistas a tantas personalidades como Anthony Quinn, Clark Gable, Charlton Heston, John Wayne y Ann Margaret… No obstante, de todos sus últimas colaboraciones sobresalían las palabras felices que hablaban de sus nietos, en especial, recuerdo las sorpresas que le daba una inteligente nietecita. Varias veces leí sobre la idea de hacer un libro que recopilara lo mejor sus aportaciones periodísticas. 
Con tristeza, el 6 de agosto de este año, supe que el licenciado Miguel Ángel Ruelas se había ido para siempre, seguramente, a un mejor lugar. En mi fantasía me despedí de él y le di las gracias por haber sido la primera persona que me leyó y que confió en que podía escribir bien. Cabe decir que al principio yo escribía cuidando que nadie, cercano a mí, me leyera. Sentía como si estuviera haciendo algo indebido. Sin embargo, sabía que, de alguna u otra forma, las ideas y las palabras cambian su personalidad al ser publicadas, por eso acudí al autor de la columna “De la vida misma”. Sólo espero que la confianza que me tuvo no haya sido defraudada. Imagino la tristeza de su esposa, sus hijos y sus nietos. Aunque seguramente se sentirán afortunados de haber sido compañeros en este sueño (que es la vida) de un hombre tan noble, al que siempre recordaré con cariño y gratitud.

sábado, 11 de octubre de 2014

REUNIÓN DEGENERACIÓN

                                    

Al centro con mi amigo Dr. Roel López García, en diciembre de 1985
(fotografía cortesía de mi querida Dra. Ado Gutiérrez)
Es común que cuando un grupo de exalumnos, de cualquier escuela o facultad, al anunciar una reunión agreguen la palabra “degeneración”. Unen la preposición y el sustantivo, en lugar de separarlos: “Reunión de generación”. Un mal chiste, que trae la fantasía del “degenere” en una connotación sexual. Pero para gracia, o desgracia de algunos, ese tipo de degenere nada tiene que ver con estas reuniones de nostalgia.
Acudí a una fiesta con mis excompañeros de la facultad de medicina: “Reunión Degeneración XXV”, así aparecía en el grupo de Whatsapp. La consigna era que nadie podía ir con su pareja, no importaba si ésta era del mismo sexo o no. Al ir en solitario surgía la ilusión de que manteníamos el estado salvaje y puro en el que navegamos a los dieciocho. Allí concluí que estas fiestas sí son de degenere, pero no sexual, sino del que abarca la degeneración del cuerpo, de los órganos, de los tejidos… Un sábado de octubre, después de 28 años de egresados, saludamos: pelo escaso o canoso o pintado; células adiposas multiplicadas sin pudor; arrugas descaradas al sonreír; desfilaron los males de columna, de cadera, de hombros; por aquí y por allá, saltaban los: “¿Sabías qué fulanito estuvo muy grave?” Y, “¿sabían de aquellos dos que se fueron hacía la luz eterna? “Sí, en paz descansen”. Por desgracia, la degeneración también alcanzaba al pensamiento: “Oye, no me acuerdo de eso” “Perdón, me equivoqué de nombre” “¿Ése quién es?”. Aunque, hay que reconocer que algunos/as, lucían mucho mejor que antes. Sea lo que fuere, estas reuniones resultan muy divertidas y conmovedoras.
En 1981, ingresamos 120 jóvenes a la Facultad de Medicina de Torreón, más de veinte no terminaron la carrera. De esta Generación nacieron dos patólogas, un cirujano cardiovascular, un cirujano trasplantólogo, una inmunóloga, una investigadora, un traumatólogo, una dermatóloga, tres médicos legistas, tres siquiatras, cirujanos generales, ginecólogos/as, pediatras, anestesiólogos/as, médicos familiares y generales… Por lo demás, encajamos, casi, en la media nacional de cualquier estadística: en número de matrimonios, hijos, solterías, preferencias sexuales, enfermedades, etc.
En esa reunión, vino a la plática aquella época en la que, mis hermanas y yo, vivíamos en un departamento ubicado en la calzada Colón, casi esquina con bulevar Revolución. Un compañero de la facultad rentaba un departamento continuo al nuestro. Con él compartimos muchas vivencias. Entre otras, que éramos foráneos y que el dinero que nos debería durar quince días no siempre aguantaba tanto. Entonces, íbamos al comedor del DIF. Cobraban cinco pesos por una comida de muy mala calidad, ¿qué esperábamos por cinco pesos? Lo peor sucedía cuando alguna asociación filantrópica hacía cena en viernes y les sobraban pan o canapés, y ya que estas personas son tan caritativas, toda esa comida iba a parar al DIF: sin el menor cuidado para su conservación, sin refrigerarla y a veces sin cubrirla. Duraban almacenados sábado y domingo. El lunes nos ofrecían un pan que era una verdadera arma, tan suave como una quijada de burro. Podríamos haber matado a cualquier Abel que pasara por ahí. En cuanto a los canapés, no miento si digo que se trataba de comida de diez tiempos: entraban en un tiempo pero salían en nueve. Nos desnutríamos por tanta diarrea. La inmunidad del sistema digestivo, la de mi amigo y la mía, se la debemos a la comida del DIF Torreón.
Dra. Velia Soto, yo, Dr. Luis Araujo, Dr. Roel López
Mi amigo tenía otra forma, más elaborada, de evadir el hambre. Se autonombró “Becario de Soriana”. Él iba al departamento de salchichonería y quesos, pedía probar de esto y de aquello. Luego, ordenaba un cuarto de kilo de queso y otro tanto de carnes frías; se paseaba por toda la tienda poniendo algunas cosas en el carrito. Mientras, se iba comiendo su pedido. De la tienda salía sin comprar nada, pero con medio kilo de queso y jamón dentro de su oronda barriga. Él, con frecuencia entraba a nuestro departamento a decirnos: "Las invito a comer" y ya que sabíamos en que consistía tal invitación, la respuesta siempre era la misma: "Estás loco." Nos daba miedo que apareciera una foto nuestra en la página policiaca de El Siglo, con la leyenda: "Jovencita robaba comida y la guardaba en su estómago."
Aquella fue una tarde de risa y de afectos renovados. Abrazo a todos mis compañeros de la Generación XXV de la FMUAC, Unidad Torreón, a los que asistieron a la reunión y a los que no, también.

lunes, 6 de octubre de 2014

BERLIOZ Y LA FUERZA DE LA MÚSICA

Esta entrevista fue reconocida con el Premio Estatal de Periodismo Cutural de Coahuila, 2015

Compartí con el maestro Sergio Berlioz, las sensaciones que me provocaron: su poema sinfónico, Toledo, la ciudad de las generaciones que trata sobre la expulsión de los judíos de España y su quinta sinfonía, La luz de mayo, que refleja la lucha intelectual que envolvió la batalla de Puebla. Es interesante conocer la intención primigenia del creador de estas obras, ya que nadie sabe qué vida va a tener una obra de arte o en qué se va a convertir. Por ejemplo, ¿De qué manera, Rossini, podría haber imaginado que la obertura de su ópera Guillermo Tell, iba a ser reconocida como la música de El Llanero Solitario?


Pariente indirecto del músico francés Héctor Berlioz, hijo de padre francés y madre judía; el mexicano Sergio Berlioz es musicólogo, compositor y director de orquesta. Es autor de cincuenta y nueve obras musicales y vino a Torreón, el 11 de septiembre al TIM, a ofrecer la conferencia "La palabra contenida de la canción a la ópera". Sergio Berlioz nos hace sentir el pulso de la historia a través de la música:

─¿Se puede considerar una ironía histórica el hecho de que los tres más grandes músicos estadounidenses (Leonard Bernstein, Aaron Copland y George Gershwin) sean judíos de origen ruso?
─Si los tres hubieran nacido donde nacieron sus padres estaríamos hablando de compositores rusos. Esa es una demostración de que no solamente el elemento genético lleva al entendimiento de un pueblo, sino que el lugar de nacimiento y el entorno son importantes. Para ser creador, en cualquiera de las manifestaciones, hay que ser fiel a la esencia, fiel a donde uno viene. No aparentar lo que no se es. Hay que estar en paz con los orígenes. En el caso de estos tres compositores, son judíos, nacidos en Estados Unidos, de padres rusos. Y que su música suene como suena, es precisamente por eso. Para bien y para mal. Si estos músicos hubieran llegado a una cultura formada, donde ya hubiera una reflexión y un arte perfectamente bien articulado, por ejemplo, Alemania, allí nunca hubieran dejado de ser extranjeros. Pero los tres llegan a un lugar en formación, que está creando su tradición, entonces ellos ayudan a definir lo que es ese lugar. Rhapsody in Blue de Gershwin, West Side Story de Bernstein y Salón México de Copland, no dejan de ser obras de compositores judíos/rusos que están enseñando cuál es el camino de la música, no es la música la que les enseña a ellos. No se trata de una ironía, es el reflejo de lo que es América.
─¿Necesariamente la biografía de un músico es su obra?
─Eso se ha cuestionado mucho. Las obras de arte son, hasta cierto punto, autómatas y autónomas. Son independientes de quién la creó. Pero uno no debe de estar preocupado por la vida del creador para entender la obra. No significa que si conozco bien la vida de Beethoven, necesariamente, me va hacer comprender mejor su obra. A veces la biografía del compositor es una sucesión de anécdotas que no explica su arte. Obviamente, es un reflejo autobiográfico en donde están las preferencias estéticas, gustos, ambiciones, obsesiones… Cada compositor está en su música.
─En el caso de su poema sinfónico: Toledo, la ciudad de las generaciones, éste no es autobiográfico pero tiene que ver con la historia de sus ancestros.
─ Sí, es mi pueblo, mi familia. Pero en ese caso yo escogí eso y Toledo… sonará independientemente de mí. Es un poema sinfónico que habla sobre la expulsión de los judíos de España. Yo, como compositor que también es judío, tengo un referente histórico. Yo mismo me quedo asombrado. Esa es una obra que me rebasa. Las obras se van armando por sus propias necesidades expresivas. Existen por sí mismas.
─¿Lo mismo se aplica para su obra  La luz de mayo?
Mi Quinta sinfonía fue un encargo del Gobierno del Estado de Puebla; fue un reto para mí, porque no suelo aceptar obras con temática previa, pero eso me obligó a meterme más en uno de los momentos más emblemáticos de la historia nacional y pude, primero, comprender su importancia capital y después encontrar el camino para hacer viable una obra musical con recursos musicales. En este caso el palpitar del corazón de Juárez recibiendo la noticia del arribo de los franceses a territorio nacional fue el motivante del primer movimiento, el segundo es la célebre carta de Víctor Hugo a los mexicanos, cantado por un tenor, después vino el tercer movimiento donde se arma el pueblo para la batalla y finalmente el cuarto movimiento con el final del poema al Cinco de mayo de Guillermo Prieto "Álzate,oh patria" con el coro a plena voz y que concluye con la frase de Zaragoza: "¡Los libres no conocen rivales!"
─¿Tomando en cuenta la vida de Richard Wagner, ¿existe, por parte de los judíos, un rechazo a su obra?
─En Israel hay un enorme conflicto para hacer Wagner, pero no solamente allí, yo cada vez que dirijo Wagner, entro en ese conflicto. Es como si despertará a un dragón dormido. Actualmente estoy leyendo un libro de él, traducido al español, que se llama La música y los judíos. Yo no había podido leerlo porque mi alemán no es tan sofisticado como para leer algo tan denso como Wagner. Amo la música de Wagner, pero sé que era un hombre antisemita. Hay varias caricaturas de personajes judíos en su obra, eso lo hace antipático y si uno ve su biografía se da cuenta de que él era un ser detestable. Su libro es atroz, contiene un delirante y profundo antisemitismo. Él dice que los judíos siempre serán extranjeros, les niega el derecho a la ciudadanía y asegura que nunca podrán comprender la música de su entorno. Sin embargo, allí están los ejemplos de su pregunta, Gershwin, Copland y Bernstein, si ellos hubieran llegado como hijos de rusos a Alemania, los cuestionarían. En cambio llegaron a Estados Unidos y se adaptaron. Wagner apuesta a que un judío jamás se adaptaría. Eso está mal, porque es mentira.
¿Qué tan importante es la aportación de los judíos a la música de concierto?
Existe una producción de música vernácula en el pasado, pero la participación, en la gran música de concierto, fue a partir del siglo XIX. Un ejemplo es Felix Mendelssohn. Él y su familia se convirtieron al cristianismo, se hicieron protestantes luteranos. Lo hicieron para poder adaptarse. Incluso cambiaron su apellido a Mendelssohn-Bartholdy, para diferenciarse de los judíos que se mantenían en su fe. Mendelssohn es nieto de unos de los grandes pensadores judíos: Moses Mendelssohn que es quien establece la ilustración judía o haskalá. Él logra que los judíos tengan carreras liberales. Cuatro de los seis hijos de Moses se volvieron cristianos.
            Después de Mendelssohn, el más notable compositor judío fue sin duda Gustav Mahler. Mahler hace el papel de Noé y su arca bíblica con la música: aglutina todos los recursos musicales posibles de su época y hace de ella, como lo diría al gran compositor finlandés Jean Sibelius, "Mi música busca crear mundos habitados con todos los recursos técnicos posibles". Después de éste compositor austriaco, la lista de notables compositores de origen judío es extensa y muy representativa del siglo XX y de los que va del XXI, desde Schönberg hasta Plillip Glass, pasando por los autores norteamericanos ya expuestos, el suizo Ernst Bloch y su emblemática rapsodia hebráica "Shlomó" (Salomón) y en nuestro medio nacional Daniel Katán y Samuel Zimann.
─Respecto a la interpretación, en los compositores actuales es posible saber cómo desean que su obra sea interpretada, ya que pueden dirigirla, pero compositores del pasado, ¿se sabe cómo querían que se oyera su música?
─Eso es una lotería. Hay varias formas de interpretar la música del pasado. Yo creo que hoy hacemos mejor música, tenemos más información y mejores intérpretes. El nivel técnico que han alcanzado las orquestas haría que Mozart se quedará pasmado ante el rigor y cuidado que lo hacen. O quizá, se habría desencantado y hubiera dicho: “Las orquestas del año 1700 eran más imperfectas pero eran más cálidas”. No sabemos, hay muchas posibilidades.
─En el libro Cómo escuchar música de Aaron Copland dice que “para una brillante ejecución por parte de los músicos, también se requiere de una brillante audición”, ¿está usted de acuerdo con él?
─Absolutamente. Lo complemento con algo que dice Alejo Carpentier en su ensayo sobre la novela latinoamericana: “para que haya novela tiene que haber novelística”. Para que Carlos Fuentes escribiera, como lo hizo, tuvo que haber, desde tiempos de Sor Juana, una novelística que permitiera que alguien dedicara horas y horas para leer La región más trasparente, Tierra Nostra, Cristóbal no nato… Si una sociedad llega a permitir que alguien escriba 800 páginas que se publiquen, que se lean y reconozcan, se debe a que existe una novelística.
Cuándo Ramón Shade y la música van a tener todo lo que se merecen; cuando el público necesite la música. Por eso hay que generar una necesidad musical; la Camerata es la máxima joya de la corona de Torreón y es el máximo proyecto de un hombre valiente. Lo digo bien claro: Ramón Shade es un hombre que ha apostado a esta ciudad y creado una orquesta con un sonido particular, con una serie de cualidades sonoras que lo hacen distintivo. Conozco a Shade desde hace 30 años pero hace varios años que no lo veía, lo que me parece muy favorable para lo que estoy diciendo. No es para alagar a un amigo, lo digo con el estímulo de la distancia, que me ayuda a comprender que lo que él está haciendo es importante. Eso tiene que ser recompensado con un público preparado, que esté dispuesto a escuchar y descubrir todas las propuestas que el director y sus invitados traen a esta ciudad.
En su conferencia, usted dijo que: "El canto es la prolongación de la palabra", de acuerdo a este concepto, ¿los pájaros cantan?
─No. El único ser que canta con la intención, el cuidado y el placer de hacerlo es el ser humano, porque tienen las condiciones neuronales para ello. Los pájaros no cantan, se comunican, miden distancia. Si me pregunta, ¿el arte existe en la naturaleza? La respuesta es categórica: No. El arte es un acto de voluntad, de inteligencia. A mayor arte mayor inteligencia. Son muy inteligentes Tchaikovsky, Wagner, Bach… muestran su inteligencia al crear algo que no existía. Los pájaros son para el músico lo que el paisaje es para el pintor. Son materia prima. El sonido de un pájaro puede ser muy bonito: lo toma un compositor, lo elabora y se lo da a una flauta. El pájaro no hace música. Ahora, si los pericos nos imitan y quieren tener una conversación con nosotros, pues eso se lo dejamos al ornitólogo, no al músico.
La luz de mayo, Quinta sinfonía de Sergio Berlioz