La
palabra beso tiene un sinónimo: ósculo, un término de sonoridad oscura, como de
esnobismo intelectual. Aunque, hay besos de colores: rojo pasión, negro
pornográfico, rosa cursi, púrpura religión o blanco cuento de hadas... El beso
es uno de los sucesos más expresados en el arte, ya sea en escultura, literatura,
música o pintura; es presentado, generalmente, como un acto de amor, tanto, que
lo hay que resucitan princesas o que a los sapos vuelven príncipes. Sin
embargo, también hay besos aventados, que no dejan huella, unos más que dejan huella en la camisa, (para marcar el territorio) y otros, igual, que son pura traición,
como los de la mafia italiana y su “beso de la muerte”, uno de despedida, que
es una referencia de aquel beso, él que fue vendido por 30 monedas de plata, él
que Judas le dio a Cristo. La señal que entregó al cordero para el sacrificio.
El cordero de Dios que quita el pecado del mundo mediante la crucifixión.
El beso sucede entre algunos animales
y entre humanos; es un saludo de ocasión o el inicio de una relación sexual. Se
da en cualquier parte del cuerpo. Se reparte entre desconocidos, amigos,
familiares o amantes; para la mascota o para el fetiche de juguete, de religión
o de sexo; en los pies, en las mejillas, en los ojos, en la boca. En las manos
con obediencia y en la oreja con provocación. Todos los bordes y abismos del
cuerpo son posibles besaderos. Sentir los labios sobre la piel puede
desencadenar sensaciones extraordinarias. Asimismo, es una vía de transmisión
de enfermedades como la mononucleosis (enfermedad del beso) herpes y virus
gripales, etc.
El
beso en la frente, se concibe como una muestra de respeto, cariño y protección.
Pero no siempre es así, especialmente si se trata de parejas sexuales. Entonces
llega el tiempo en que la frente y los labios se unen y decir beso es decir
boca, que igual sugiere comida, sexo, palabra y pensamiento. Decir frente es
reparar en una región de la cara que está limitada por las sienes, las cejas y
la parte superior de la cabeza o inserción del pelo. La frente puede estar en
alto o marchita o tener una extensión de dos dedos, cuando la inteligencia está
ausente. Es también palabra y pnsamiento. La frente, también, alberga el símbolo de la infidelidad. Ésta es la región de
los cuernos. Los cuernos, ésos, los del buey. El buey, una bestia nacida toro.
Un macho castrado transformado en el eunuco que no se reproduce: nace, trabaja
y muere. El buey es la imposibilidad, la no trascendencia. Porque con la
castración se despoja de la agresión necesaria para mantener la dignidad. El
buey arrastra el arado sin protestar, es un ser indefenso ante la humillación. No
obstante, el buey primigenio está en extinción porque lo sustituyó el tractor
para arar la tierra. En cambio, (en México) apareció el güey, que en referencia al buey, el
hombre güey o la mujer güey, es sinónimo de tonto, del que no tiene importancia,
del que es engañado con facilidad. Aunque, los jóvenes de ahora lo han
modificado y le llaman también wey, goey, huey, gue… Lo usan en lugar de los
nombres propios y no les parece ofensivo.
A
la mujer y al hombre engañados los hacen güeyes, los hacen tontos. Por eso la
persona infiel llega a casa y saluda a su pareja con un beso en la frente.
Aleja sus labios de los sentidos del gusto y del olfato porque intenta ocultar
los lugares por dónde vagaron sus placeres. En ese momento el beso en la frente
se trasforma en redención de la culpa y al mismo tiempo simboliza el culto al
cuerno. Nos trae las reminiscencias del cuerno del buey al que le quitaron su
defensa y el derecho a protestar. El buey que acepta los golpes, porque para
eso le fue modificada su naturaleza. Así, muchos humanos sufren de una castración
emocional: no hay testículos, no hay ovarios. No circulan por su sangre las
hormonas para protestar. Por eso, con un beso en la frente, el infiel y el engañado
(uno que lo da y el otro que lo acepta), hacen una reverencia al cuerno, al
buey, al güey.