Entre los estantes de filosofía
de una librería, encontré el Libro de las mutaciones también conocido
como I Ching, Yi Ching, Jiying o I King, para muchos se
trata sólo de un texto esotérico de utilidad adivinatoria pero para otros es un libro
de sabiduría milenaria. En esta edición, traducida del chino al alemán por
Richard Wilhelm y del alemán al español por D.J. Vogelmann, me sorprendió ver
que contenía un prólogo del psiquiatra suizo Carl Gustav Jung y una poesía del
escritor argentino Jorge Luis Borges. La sorpresa me vino porque el esoterismo
es despreciado por muchos científicos y literatos, ya que lo consideran
charlatanería y propio de ignorantes; una contradicción a ese pensamiento es que
Borges y Jung estén juntos en esta edición argentina, publicada por Editorial
Hermes en 1960. Supongo que al pasar de los años, algunos aceptamos que el
misterio es parte de la vida y que, nos guste o no, la magia está allí, porque
no podemos explicar el Universo. Tal vez, algún día sea revelado
el secreto de la vida, la muerte y el Universo, el caso es que hasta ahora se han
tratado de explicar religiosa y científicamente, pero ni uno ni otro han convencido
del todo.
La participación de Borges fue a petición de Vogelmann con
los versos que tituló: “Poema para la versión del I Ching de Richard
Wilhelm” y habla de lo irremediable que es el pasado pero también de lo
inevitable del futuro, considerando que en el presente somos ya lo que fuimos y
lo que seremos para después llegar a la inevitable fatalidad, dice así: El
porvenir es tan irrevocable/ Como el rígido ayer. No hay una cosa/ Que no sea
una letra silenciosa/ De la eterna escritura indescifrable/ Cuyo libro es el
tiempo. Quien se aleja de su casa ya ha vuelto./Nuestra vida/ es la senda
futura y recorrida./ El rigor ha tejido la madeja./ No te arredres.
La ergástula es oscura,/ La firme trama es de incesante hierro,/ Pero
en algún recodo de tu encierro/ Puede haber una luz, una hendidura./ El camino
es fatal como la flecha./ Pero en las grietas está Dios, que acecha.
El
prólogo de Carl G. Jung es extenso y al principio, a manera de disculpa, aclara
que él no es especialista en cultura china: “Como no soy sinólogo, una presentación del Libro de las mutaciones preparada por mi habrá de ser un testimonio
de mi experiencia personal…” Explica lo difícil que es para la mente
occidental comprender la cultura oriental y, específicamente, la cultura china, habla
de las diferencias en la percepción del azar o la casualidad y de cómo nosotros
pensamos más en la causalidad. El I Ching
se usa para el arte adivinatorio lanzando palillos o monedas que dan un número
de donde surgen las direcciones de los textos (hexagramas) que proporcionaran el
consejo solicitado, generalmente, la comprensión es fácil. Para su prólogo, Jung,
jugó consultando al I Ching como si la
propia obra fuera un personaje; le preguntó el “dictamen sobre su situación
actual” el libro hablaría sobre la importancia de su presentación en occidente.
En la interpretación de Jung el I Ching
arroja las siguientes ideas: “Contengo alimento (espiritual). Y en vista de que
participar en algo grande siempre despierta envidia, el coro de los envidiosos
es parte del cuadro (…) pero su enemistad es en vano la riqueza del I Ching está asegurada…” El oráculo no
se equivocó, este método adivinatorio es de los más visitados, desde que se
creó hasta la actualidad, las consultas van desde problemas amorosos hasta el
planteamiento de estrategias de guerra.
El I Ching puede ser leído como filosofía o
literatura china, pero para la mayoría es un ser animado en el que se
manifiestan “agentes espirituales”. Esta obra tiene una antigüedad de más de
tres milenios, fue escrito mil doscientos años antes de Cristo. Se considera de
origen taoísta pero una parte se le atribuye a Confucio, de manera que no se
sabe claramente quién lo escribió. Es un libro lleno imágenes poéticas y
sentencias sabias. No tiene una cronología que nos haga mantener el interés
para leerlo de manera lineal. Entonces, hablo de un libro del que sólo he leído
(bien) el prólogo de Jung y el poema de Borges que contiene.
Excelente! Justo estaba buscando esta explicación, ya que me pasó lo mismo a mi, y ver a dos personas como Jung y Borges juntos en una obra literaria me sorprendió hasta mi incomprensión!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por esta publicación!
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ResponderEliminarNo "Jiying", sino "Yijing". Y Wilhelm solía escribir "I Ging".
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