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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

sábado, 3 de septiembre de 2011

MUERTE POR CAUSAS LEGALES

Me llaman la atención los defensores de los derechos humanos que protegen a los criminales para tratar de evitar que sean ejecutados de acuerdo a lo que dicta la ley en algunas partes del mundo. Especialmente me sorprende que existan personas que no quieren que sufra quien segó la vida (con todas las agravantes de la ley) de un inocente. Las víctimas se encuentran sin ninguna oportunidad y los criminales con muchos años para defenderse como fue el caso del mexicano Humberto Leal, de 38 años que fue ejecutado, 17 años después de que fue encontrado culpable, con la inyección letal en julio pasado en Huntsville, Texas por matar y violar a una jovencita de 16 años.
Sin embargo, aunque es muy difícil mantener una postura radical en cuanto a la pena de muerte, personalmente no podría defender a alguien que asesinó y violó a una niña, porque al imaginar su dolor y él de su familia inevitablemente me solidarizo con ellos. En cambio no puedo sentir compasión por un asesino al que se le aplicó anestesia y después sin que él estuviera consciente se le inyectó cloruro de potasio para provocarle paro cardiorrespiratorio. Así que si comparamos la muerte de la víctima con la del victimario, la del último, se puede decir, fue una buena muerte.
A continuación una muestra de lo que escucharemos una y otra vez de defensores y detractores de la pena de capital. Para cada argumento a favor existe uno en contra.
A favor: Los que defienden la aplicación de la pena de muerte sustentan su convicción diciendo que en países como Estados Unidos es aplicada.
En contra: El ataque a esta idea es fácil: “Estadísticamente está comprobado que la pena de muerte no ha disminuido, en ningún país, la criminalidad”.
A favor: El alegato continúa al presentar los casos de criminales mexicanos que siguen delinquiendo dentro de las cárceles y de los muchos reos que escapan de los reclusorios. De manera que si existiera la pena capital, en este caso sí disminuiría la criminalidad.
En contra: La corrupción que existe en nuestro país dejaría a muchos culpables libres y mataría a muchos inocentes.
A favor: El Estado gasta demasiado dinero en la manutención de los criminales.
En contra: La ejecución de criminales también es un gasto cuantioso, ya que para al gobierno no es gratuito contraponerse a años y años de largas jornadas que imponen los abogados defensores para salvar a alguien de la inyección letal, silla eléctrica, la horca o el fusilamiento. Además hay que construir salas de muerte, paredones y patíbulos, y contratar verdugos.
A favor: Se habla religiosamente, se cita a La Biblia que sugiere la pena de muerte en el Génesis, Éxodo, Levítico y Deuteronomio. Ejemplo: “Asimismo el hombre que hiere de muerte a cualquier persona, que sufra la muerte” Levítico 24:17.
En contra: De la Biblia es también el quinto mandamiento: “No matarás”. Y si el Antiguo Testamento admite la ley: “Ojo por ojo, diente por diente”, la venida de Cristo terminó con ello, y aunque eso de poner la otra mejilla es demasiado, sí invita a perdonar.
A favor: Que la gente decida por medio de plebiscitos si quiere o no que mueran los que asesinan y secuestran a sus familiares.
En contra: No se pueden establecer leyes generadas por el rencor y la venganza porque no nos llevará a ser una sociedad madura y sana. No son las emociones de un pueblo las que deben motivar a los legisladores para promover leyes, sino los datos fríos que traigan el mayor beneficio social.
No hay razones religiosas sociales, morales y económicas a favor o en contra de la pena de muerte que posean una verdad totalmente convincente. Lo triste, es que en nuestro país la mayoría de los criminales ni siquiera pisan la cárcel; la impunidad y la corrupción es el más grave problema. Modificar la ley para aceptar la pena capital en estos momentos de inestabilidad nacional, es realmente peligroso.