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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

sábado, 12 de septiembre de 2009

LA VIDA DE AYOTITLÁN


LA VIDA DE AYOTITLÁN
La microhistoria y las raíces del individuo
 
El libro Memoria y recuerdo: microhistoria de Ayotitlán de José Edgar Salinas Uribe (Buenavista, Michoacán, 1974) lleva en la portada una espléndida fotografía de Alfredo Vega. Se trata de la vieja iglesia de San Bartolomé de Ayotitlán, Jalisco, construida entre 1545 y 1599. Una estructura fatigada y casi desmoronada a la que le creció un árbol en la parte superior. Dicho árbol tejió sus raíces sobre la pared, y así lo exhibe. Fue un acierto plasmar esta imagen en la portada, porque la microhistoria va a la raíz y la expone, igual como se  aprecia en el rostro del texto. “La microhistoria vuelve la mirada al lugar de donde uno viene; se interna en el espacio formador del sujeto, porque ansía reconstruir la imagen del terruño y hacer la crónica ilustrada de sus personajes”, anuncia la cuarta de forros.
            Para rehacer la vida de Ayotitlán, el historiador viajó a través de los vestigios de realidad que quedaron desde el siglo XVI hasta llegar a la actualidad. La investigación fue realizada bajo metodología científica. Edgar Salinas logró un texto atrayente, y bien escrito, sin pretensiones imposibles, ya que advierte -en palabras del historiador Luis González y González-, que la microhistoria resulta únicamente de interés para las personas del pueblo aludido, y que representa una empresa muy difícil, pues: “El microhistoriador sabe que la vida humilde rara vez deja huellas...”
Como decía, la investigación de este texto se ciñó al rigor académico, pero el autor –sin alejarse de la verdad- embellece la prosa, un ejemplo: “La población se descubre al pie del cerro del Calvario; un cerro pequeño y gordo, testigo mudo e indolente. [...] la carretera termina y el empedrado anuncia que ya se entró al pueblo. Aunque las piedras son viejas, el empedrado de las calles es reciente y hasta parece nuevo y descansado”.
En Memoria y recuerdo... el autor buscó la memoria documentada y corroboró algunos hechos en el recuerdo de los viejos. Una pequeña comunidad de 1265 habitantes, Lugar que en el nombre descubre el origen: San Bartolomé de Ayotitlán; San Bartolomé, el Santo patrono que transporta a la Conquista española y la introducción de la religión católica; y la palabra Ayotitlán que contribuye con los rasgos indígenas; el mestizaje inevitable.  Pueblo de intensa fe católica, tanto, que la más grande fiesta se dio el día que, por primera vez, uno de sus hijos fue ordenado sacerdote.
La microhistoria no es la recreación de la vida de los héroes o de los grandes  acontecimientos, no. Es poner al descubierto el camino que ha recorrido un pueblo, es la historia matria. La historia de Ayotitlán, es también la de muchos lugares de México, la de aquellos en donde la ausencia ganó la batalla. Cuando el hombre deja de arar las tierras propias para cultivar las de otros. El escritor recuerda como en la segunda mitad del siglo XX hubo un éxodo de ayotitlenses a los Estados Unidos. En la segunda guerra mundial, los braceros eran legales por un convenio con los gringos. Después el convenio desapareció con la guerra, pero los braceros siguieron cruzando la frontera y se volvieron ilegales. La metamorfosis de un pueblo que hasta principios de siglo XIX era sólo indígena, que usaba calzones de manta y cultivaba maíz, café, ciruela y otate. Salinas platica la Revolución mexicana de 1910 divisada desde Ayotitlán, igualmente habla de los cristeros (allá por los 20 cuando el gobierno de Plutarco Elías Calles estaba contra la iglesia católica) y de las dificultades que tenían  los maestros para ejercer la enseñanza y de la muerte del sacerdote del pueblo. Describe los avatares de la Reforma Agraria, la institución del ejido y después -con Salinas de Gortari- la desaparición de éste. Habla de nostalgia, de los juegos de calle, de las rondas: “Naranja dulce, limón partido, dame un abrazo que yo te pido, tus juramentos si fueran falsos en algún tiempo lo pagarás”, y luego, la llegada del enajenante Nintendo. Nos presenta el transporte del otate en burro y años más tarde los paseos en camioneta de los paisanos que viven en Salinas o Los Ángeles, California. 
La calidad de Memoria y recuerdo: microhistoria de Ayotitlán garantiza la calidad de Buenaval, la nueva revista sobre investigación social editada por la Universidad Iberoamericana y que será dirigida por Edgar Salinas quien estudio la carrera de Filosofía y Ciencias Sociales en el ITESO, dos maestrías: una en la UAC y otra en Barcelona, obtuvo el Primer lugar en el certamen de ensayo Pedro Arrupe y en el de J. Agustín Espinosa y además conduce el programa de Radio Letras al aire (Radio Torreón). Qué bueno que Edgar Salinas produzca y difunda buena literatura aquí en La Laguna. lopgan@yahoo.com
Salinas Uribe José Edgar
 Memoria y recuerdo: microhistoria de Ayotitlán
 Editado por el Gobierno de Jalisco y el ITESO. 2003