El libro Memoria
y recuerdo: microhistoria de Ayotitlán de José Edgar Salinas Uribe
(Buenavista, Michoacán, 1974) lleva en la portada una espléndida fotografía de
Alfredo Vega. Se trata de la vieja iglesia de San Bartolomé de Ayotitlán,
Jalisco, construida entre 1545 y 1599. Una estructura fatigada y casi
desmoronada a la que le creció un árbol en la parte superior. Dicho árbol tejió
sus raíces sobre la pared, y así lo exhibe. Fue un acierto plasmar esta imagen
en la portada, porque la microhistoria va a la raíz y la expone, igual como
se aprecia en el rostro del texto. “La
microhistoria vuelve la mirada al lugar de donde uno viene; se interna en el
espacio formador del sujeto, porque ansía reconstruir la imagen del terruño y
hacer la crónica ilustrada de sus personajes”, anuncia la cuarta de forros.
Para
rehacer la vida de Ayotitlán, el historiador viajó a través de los vestigios de
realidad que quedaron desde el siglo XVI hasta llegar a la actualidad. La
investigación fue realizada bajo metodología científica. Edgar Salinas logró un
texto atrayente, y bien escrito, sin pretensiones imposibles, ya que advierte
-en palabras del historiador Luis González y González-, que la microhistoria
resulta únicamente de interés para las personas del pueblo aludido, y que
representa una empresa muy difícil, pues: “El microhistoriador sabe que la vida
humilde rara vez deja huellas...”
Como decía, la
investigación de este texto se ciñó al rigor académico, pero el autor –sin
alejarse de la verdad- embellece la prosa, un ejemplo: “La población se
descubre al pie del cerro del Calvario; un cerro pequeño y gordo, testigo mudo
e indolente. [...] la carretera termina y el empedrado anuncia que ya se entró
al pueblo. Aunque las piedras son viejas, el empedrado de las calles es
reciente y hasta parece nuevo y descansado”.
En Memoria y recuerdo...
el autor buscó la memoria documentada y corroboró algunos hechos en el recuerdo
de los viejos. Una pequeña comunidad de 1265 habitantes, Lugar que en el nombre
descubre el origen: San Bartolomé de Ayotitlán; San Bartolomé, el Santo
patrono que transporta a la Conquista española y la introducción de la religión
católica; y la palabra Ayotitlán que contribuye con los rasgos
indígenas; el mestizaje inevitable.
Pueblo de intensa fe católica, tanto, que la más grande fiesta se dio el
día que, por primera vez, uno de sus hijos fue ordenado sacerdote.
La microhistoria no es
la recreación de la vida de los héroes o de los grandes acontecimientos, no. Es poner al descubierto
el camino que ha recorrido un pueblo, es la historia matria. La historia de
Ayotitlán, es también la de muchos lugares de México, la de aquellos en donde
la ausencia ganó la batalla. Cuando el hombre deja de arar las tierras propias
para cultivar las de otros. El escritor recuerda como en la segunda mitad del
siglo XX hubo un éxodo de ayotitlenses a los Estados Unidos. En la segunda
guerra mundial, los braceros eran legales por un convenio con los gringos.
Después el convenio desapareció con la guerra, pero los braceros siguieron
cruzando la frontera y se volvieron ilegales. La metamorfosis de un pueblo que
hasta principios de siglo XIX era sólo indígena, que usaba calzones de manta y
cultivaba maíz, café, ciruela y otate. Salinas platica la Revolución mexicana
de 1910 divisada desde Ayotitlán, igualmente habla de los cristeros (allá por
los 20 cuando el gobierno de Plutarco Elías Calles estaba contra la iglesia
católica) y de las dificultades que tenían
los maestros para ejercer la enseñanza y de la muerte del sacerdote del
pueblo. Describe los avatares de la Reforma Agraria, la institución del ejido y
después -con Salinas de Gortari- la desaparición de éste. Habla de nostalgia,
de los juegos de calle, de las rondas: “Naranja dulce, limón partido, dame un
abrazo que yo te pido, tus juramentos si fueran falsos en algún tiempo lo
pagarás”, y luego, la llegada del enajenante Nintendo. Nos presenta el
transporte del otate en burro y años más tarde los paseos en camioneta de los
paisanos que viven en Salinas o Los Ángeles, California.
La calidad de Memoria
y recuerdo: microhistoria de Ayotitlán garantiza la calidad de Buenaval,
la nueva revista sobre investigación social editada por la Universidad Iberoamericana
y que será dirigida por Edgar Salinas quien estudio la carrera de Filosofía y
Ciencias Sociales en el ITESO, dos maestrías: una en la UAC y otra en
Barcelona, obtuvo el Primer lugar en el certamen de ensayo Pedro Arrupe y en el
de J. Agustín Espinosa y además conduce el programa de Radio Letras al aire
(Radio Torreón). Qué bueno que Edgar Salinas produzca y difunda buena
literatura aquí en La Laguna. lopgan@yahoo.com
Salinas
Uribe José Edgar
Memoria y recuerdo: microhistoria de Ayotitlán
Editado
por el Gobierno de Jalisco y el ITESO. 2003