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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

sábado, 2 de noviembre de 2019

SEXOCRACIA Y #METOO


“Considero que es preferible ser impetuoso y no cauto,
porque la fortuna es mujer y se hace preciso,
si se le quiere, tenerla sumisa, golpeada y zaherida.”
El príncipe, Maquiavelo.
Desde hace más de 60 años, Marie Louise von Franz (discípula de Gustav Jung) decía que había surgido una crisis de masculinidad porque se estaban perdiendo los ritos de iniciación que marcaban lo que era hacerse hombre. Esta crisis de masculinidad se estableció con franqueza en el siglo XXI; ahora se percibe un estado de confusión, por lo que, algunos, no saben cómo comportarse ante los nuevos paradigmas femeninos. Muchos están desorientados y otros no tienen conciencia sobre las acciones y discursos que obstruyen el progreso hacia una sociedad, genuinamente, equitativa. Los valores están trastocados: Un hombre ve en la pantalla un piso ensangrentado porque una mujer fue asesinada. Él sabe de muchos casos de violadas y asesinadas, y no siente nada. Esta adormecido. La inconciencia es, en parte, una necesidad para no enfrentar la realidad. En cambio, ve pisos y paredes manchados con pintura, resultado de la protesta de las mujeres que exigen el alto a la violencia, y se enfurece. Existan hombres que nunca han pronunciado la palabra mujer; sólo mencionan los sinónimos inventados por el desprecio.
El MeToo es un ejemplo de los nuevos paradigmas femeninos. Pero este movimiento tiene dos desventajas:  el anonimato y que las denuncias son delitos del pasado. Este movimiento exhibe a hombres que han ejercido su poder para obtener beneficios sexuales que, en algunos casos, sucedieron hace 30 años. Es una lucha contra quienes han establecido la sexocracia como una forma de vida; hombres que aprovechan su autoridad sobre personas vulnerables, ya sea por necesidad de trabajo, temor o inconsciencia. La mayoría, al ser denuncias de hechos añejos, no recibe un castigo judicial. Sin embargo, sí cumplen una pena moral. Los ejemplos más relevantes, a nivel mundial, son los del director emérito del MET y de la ópera de Boston: James Levine, el tenor Placido Domingo y el cineasta Harvey Weinstein. Por el MeToo han pasado señores de todas las disciplinas… Aquí en México el caso más lamentable fue el del músico Armando Vega Gil que optó por el suicidó, al no soportar el desprestigio. Un logro más del MeToo sería que las denuncias no sólo sean de delitos del pasado, sino que se den las condiciones sociales y jurídicas para que se esclarezcan los abusos sexuales actuales. Dejar el anonimato y denunciar en su momento hará que en el futuro haya menos “me too” y más MeNeither. Habría menos mentiras cobijadas por el anonimato y se abonaría al “a mí tampoco”.
         Marie Louise von Franz dice que los abusadores son hombre/niño, aquellos a los que solo les creció el cuerpo, pero no la mente. Aquellos que están envejeciendo y su personalidad sigue siendo puro instinto y capricho. Son los niños tiranos que quieren que se le cumplan todos sus deseos, de lo contrario hará un berrinche y éste se manifestará como acoso sexual, pederastia, maltrato físico o psicológico, violación o feminicidio: variaciones del mismo tema. Él es el que manda, porque para él es un privilegio nacer del sexo masculino; por eso se rige por la sexocracia. Von Franz también hablaba sobre cómo la inmadurez del hombre afectaba a la mujer, y viceversa; de la necesidad de un equilibrio. No se trata de una discusión de nosotras contra ellos, sino de la lucha por una convivencia más armónica y que la responsabilidad de los más conscientes sea enseñar a los que no lo son, a los que se quedaron fijados en etapas primarias de su desarrollo.
 La crisis de masculinidad también ha ido creciendo porque la fuerza física, que era la supremacía del hombre, ya casi no es necesaria. Ahora el mundo se mueve con un dedo. La fuerza física será un resabio de la humanidad, la fuerza intelectual es la que se está imponiendo: La fuerza bruta, en la vida cotidiana, está mutando hacía las nuevas masculinidades. Y la respuesta de muchos, ante estos cambios, ha sido la violencia.