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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

lunes, 13 de diciembre de 2010

FERNANDO VALLEJO: LA SERENIDAD DEL IRACUNDO



Hace dos meses aproximadamente nos visitó en Torreón el colombiano naturalizado mexicano, Fernando Vallejo, quien ha escrito una obra extensa de ensayos (Logoi, una gramática del lenguaje literario, La tautología darwinista) y novelas (La virgen de los sicarios, La puta de Babilonia, El don de la vida, El mensajero, Mi hermano el alcalde…). Fernando Vallejo tiene fama de provocador, y fiel a ello, aquí vino a hacer lo suyo.
El autor de La virgen de los sicarios es pianista, homosexual, vegetariano y odiador de la vida, de la iglesia católica y de los políticos; amante de las vacas, los perros y los gatos. Desde luego ninguna de estas condiciones importaría si no fuera porque es uno de los escritores más significativo de nuestra lengua, por su inteligencia punzante y su lenguaje desgarrador, pero exacto. Sin embargo, el que sea una autoridad literaria, poseedor de un talento excepcional, no significa que no diga estupideces. Vallejo se sobregira, y a fuerza de hacerse detractor del irracional termina siendo parte de ello, “sólo por joder”, como él mismo asegura. Por ejemplo, en entrevista de El Siglo de Torreón, contestó a pregunta expresa sobre si era misógino: “Yo no soy misógino. Lo que pasa es que detesto a las mujeres embarazadas. Me producen asco moral. Nadie tiene derecho a imponerle la vida a otro; eso es un crimen. Y pienso ahora en el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, que salió tan feíto”. Y a la pregunta de que por qué defiende a los pederastas, da la idea de solidaridad con éstos: “Habrá que ver qué entendemos por `niño´ para poder definir la pederastia. ¿Uno de 14 años? ¿O uno de 12? ¿O uno de 10? Adviértanles de todos modos a los niños de hoy -de diez, de doce o de catorce- que cuando sean viejos a lo mejor les van a gustar a su vez los niños. A mí no, en todo caso. Y lo que defiendo no es tanto la pederastia como la libertad sexual. El sexo es inocente con quien sea y como sea, siempre y cuando no medien la coerción moral ni la violencia, y ni se diga la reproducción”. Sin embargo en esta respuesta se ve atenuada su postura, pues en una entrevista de hace meses, su defensa fue franca. Y cómo pensar en que Vallejo habla en serio si por una parte dice que nadie tiene derecho a decidir sobre la vida de otro y después da la idea de que los adultos sí pueden invadir la sexualidad de un menor de edad, como si esto no fuera decidir sobre la vida de otro, del más débil.
Finalmente parece que Fernando Vallejo ha creado su imagen en la provocación. Se nota satisfecho en la exhibición. Vino a Torreón (como decía) a hacer lo suyo y aunque inauguró la cátedra de Enriqueta Ochoa, no conocía a la lagunera: “Le envío un saludo a Enriqueta Ochoa. Un amigo me la recomendó y me dijo que era buena poetisa”.
Con muchas ideas de Vallejo la mayoría estamos de acuerdo, como cuando habla de la naturaleza corrupta de los políticos, en otros temas no, pero él se divierte lanzando juicios socialmente inaceptables sólo para ver quién se enoja. El escritor, quien detesta la vida pero le da la gana seguir en ella, en alguna de sus novelas señaló: “Borges es un 'güevón', y todos lo saben. ¡Pero quién le da patadas a un ciego!" Así son sus sentencias, y él, tan sereno como si terminara de ordenar una “big salad”. Vallejo cimbró las conciencias laguneras y a algunos hasta les dieron ganas de hacerse vegetarianos. Pero qué difícil es ser realmente congruentes y empezar a usar zapatos y cartera de tela o hule para no contribuir a la matanza de vacas. Como si el león pudiera hacerse herbívoro o el elefante carnívoro. Desde luego, nuestra fisiología omnívora da para escoger.
Vallejo eligió la ira para pasarla bien a costa de los que creen que todo lo que dice es verdad. Por lo demás, habremos de fijarnos, sobre todo, en su testimonio literario.