Cierto
temorcillo me alcanza cada vez que escribo sobre autores laguneros. La timidez
viene porque sé que los aludidos serán prontos receptores de mis apreciaciones.
Temo pues, a no expresarme correctamente, y a que mi mirada sobre su obra no
sea clara. Así me sucedió al hablar de Saúl Rosales, de Magda Madero y de Vicente
Rodríguez. Sin embargo, igual que con ellos hago a un lado la quisquilla para
traer ahora a este espacio Tientos y
Mediciones (Breve paseo por la reseña bibliográfica) el más reciente libro
de Jaime Muñoz Vargas (Gómez Palacio, Dgo. 1964). Donde el autor, buen catador,
prueba una treintena de libros a los que les sintetiza el aroma, el sabor, la
cosecha y la robustez. Nos dice si se trata de productos secos o demasiado
espumosos. Recomienda su consumo y da su veredicto sobre el grado de
añejamiento que estos escritores toleraran. Nos deja claro que hay que leer algunos litros de tinta para
refinar el gusto y reconocer el buen buqué.
El escritor Jaime Muñoz Vargas es maestro
(Universidad Iberoamericana), periodista y editor. Ha publicado El principio del terror (novela), Juegos de amor y malquerencia (novela), Pálpito de la sierra Tarahumara (poesía),
El augurio de la lumbre (cuento) y Miscelánea de productos textuales
(periodismo cultural). Ha ganado el premio nacional de narrativa joven y el premio
nacional de novela Jorge Ibargüengoitia. Poco a poco está dejando la localidad,
pues algunos de sus textos pasean ahora por Argentina y España.
Esta vez, Muñoz Vargas reseña dos libros
que se encuentran en extremos ideológicos, por ejemplo: en “Arcángeles” nos habla de los arcángeles de Paco Ignacio
Taibo II, los rojos, los de izquierda, de los que Muñoz asegura fueron: “hombres
que se aferraron a una astilla en medio del océano y la defendieron hasta el
último buche de oxigeno. En estos días que corren uno se siente fracasado si no
tiene dos tarjetas de crédito…” Luego hace una reflexión que retrata muy bien
nuestro tiempo: “nosotros todos los días reímos con la desvergonzada farsa de
la Excelencia, el Éxito, la Optimización, la Filosofía de la Eficiencia y de
toda la selva de maravillas que solo tapan la luz y matan de indigencia mental
y física, al género humano”. Más adelante nos lleva a la derecha con Vargas
Llosa en “Lenguaje de la pasión” del que el lagunero opina: “Vargas Llosa sólo
parece encontrar la felicidad del hombre en el mercado y la sociedad abiertos,
y de la socialdemocracia para abajo, a todo lo considera peligrosa enfermedad.
No faltan aquí, eran de esperarse, puyazos al endemoniado Castro”. El catador parece
no estar de acuerdo con las doctrinas de Vargas Llosa, sin embargo no le
regatea el reconocimiento a su talento y
lo marca con sello de garantía de “una prosa que raya en lo perfecto”.
En éste menú hay, especialmente, dos
sugerencias que desee salir a comprar. La primera se trata de Tierra Santa, poesía de Alda Merini,
italiana que vivió veinte años en un manicomio: “la opresión de una alma que se
niega a las ataduras…” La otra es Segundo
diario mínimo. “Humor ecológico” le llama Muñoz, ecológico por Eco, Umberto
Eco, otro italiano, el de El nombre de la
rosa. Se antojan muy divertidos los textos periodísticos de Eco.
Tientos y mediciones es un libro
de portada azul nostalgia, (bueno, la nostalgia la da la viñeta de una vieja
máquina de escribir Smit&Corona hecha
por Gerardo Suzán). Es un texto de abordaje fácil, donde se muestra una prosa
madura, sin aspavientos. Al leerlo se tiene la convicción de que el autor está
libre de duda, pues avienta la primera palabra ―y la última― en forma muy
segura, toma los vocablos sin prejuicios, no importa si son gastados o
desconocidos. Un ejemplo: la frase “llenar el boquete”. Boquete, palabra
ordinaria, pero que sirve para evadir el lugar común de “llenar el vacío”.
Después puede recurrir a léxico poco conocido como cuando dice: “alguien
ripostará” donde se intuye que el significado de ripostar es responder,
reclamar, o cuando expresa: “guardan en la faltriquera” se entiende que guardan
en la bolsa o en cualquier escondite, no importa. Así que, no se crea que Tientos y mediciones es una lectura que
necesite el diccionario a lado, de ningún modo. Las ideas vienen claras. El uso
de palabras poco gastadas sólo le dan brillo a la prosa.
Tientos
y mediciones fue concebido para fines didácticos, pero ese objetivo fue rebasado,
pues como dijo Vicente Rodríguez: “En este libro Jaime Muñoz mató seis pájaros
de un tiro, o mejor dicho de un tiraje”. La primera aportación es sin duda la enseñanza. Paso a paso el
autor nos muestra el mejor camino a seguir para escribir una reseña
bibliográfica. El muestrario incluye treinta obras que van desde la filosofía
de Savater hasta el futbol de Maradona. Camina entre la poesía de Guillén o los
cuentos de Borges. Seguro es que la literatura de Jaime Muñoz aguantará el
añejamiento.
Tientos y mediciones. Breve paseo por la reseña
literaria, Jaime Muñoz Vargas, UIA/Icocult/Gobierno de Coahuila. Torreón,
2004. 181 pp.