Ludwig van Beethoven (Bonn,1770-Viena,1827) es uno de los personajes, clínicamente,
más estudiados. Su vida despierta una nutrida pasión entre sus admiradores.
Ello se debe, no sólo a lo grandioso de su música sino, también, a sus
múltiples afecciones físicas, y de éstas, sobresale su sordera que comenzó a
padecer a los 26 años, quedando completamente sordo a los 35; una ironía.
Pretendiendo desentrañar su personalidad con historias médicas, a
pesar de que nada es más complicado que explicar la naturaleza de un genio, se
ha recurrido a los cuadernos de conversación, ya que él hacía que su
interlocutor escribiera en un cuaderno su pregunta para de esa manera poder
responder. Además, la investigación médica se ha basado en las cartas enviadas
a sus amigos y en las notas de los médicos que lo trataron. Se estudiaron
también sus restos y existe el reporte de su autopsia. A lo último que se ha
recurrido es al análisis de su cuero cabelludo. Los padecimientos que se le han
diagnosticado a Beethoven son: Sífilis, tuberculosis, enfermedad de Paget,
alcoholismo y saturnismo
Es común encontrar discrepancias entre las biografías de Beethoven. Algunos biógrafos aseguran que Ludwin era célibe, pero en el libro Beethoven escrito por Max Steinitzer dice que esto es imposible y lo expresa así: “eso no va de acuerdo con el temperamento de nuestro artista. Lo único que podríamos asegurar es que Beethoven, como todos los hombres de gustos superiores y cultivados, entendía que la vida amorosa incumbe sólo a los involucrados”. En cambio, en La vida de Beethoven de Romain Rolland, éste afirma que su vida era virginal y trae a la palabra el adiós inexplicable a su amada Teresa de Brunswik. Steinitzer. Contradice a otros autores cuando se toca el tema del alcoholismo pues él considera que el genio de Bonn, no era alcohólico, mientras que Rolland afirma que padecía de cirrosis hepática a causa del alcohol, y dice que fue esta misma afección la que le provocaba ascitis (acumulación de agua en la cavidad abdominal), motivo por el que requirió de varias punciones para drenaje del líquido. Sin embargo, ambos autores coinciden en que al Maestro no le importaba su higiene personal: Steinitzer; “Un hombre como Beethoven dominado por su gigantesco afán de creación, no podía pensar, evidentemente, en llevar una vida rigurosamente ordenada desde el punto de vista higiénico”, e igualmente el escritor Rolland presenta una descripción que reafirma esta idea; “Los cabellos negrísimos sumamente espesos y erizados por doquiera, cabellos en que el peine parecía no haber entrado nunca, por ello tenía el apodo de "Cabeza de Medusa”. Recordemos que esa cabeza fue la primera que renunció a las pelucas.
Es común encontrar discrepancias entre las biografías de Beethoven. Algunos biógrafos aseguran que Ludwin era célibe, pero en el libro Beethoven escrito por Max Steinitzer dice que esto es imposible y lo expresa así: “eso no va de acuerdo con el temperamento de nuestro artista. Lo único que podríamos asegurar es que Beethoven, como todos los hombres de gustos superiores y cultivados, entendía que la vida amorosa incumbe sólo a los involucrados”. En cambio, en La vida de Beethoven de Romain Rolland, éste afirma que su vida era virginal y trae a la palabra el adiós inexplicable a su amada Teresa de Brunswik. Steinitzer. Contradice a otros autores cuando se toca el tema del alcoholismo pues él considera que el genio de Bonn, no era alcohólico, mientras que Rolland afirma que padecía de cirrosis hepática a causa del alcohol, y dice que fue esta misma afección la que le provocaba ascitis (acumulación de agua en la cavidad abdominal), motivo por el que requirió de varias punciones para drenaje del líquido. Sin embargo, ambos autores coinciden en que al Maestro no le importaba su higiene personal: Steinitzer; “Un hombre como Beethoven dominado por su gigantesco afán de creación, no podía pensar, evidentemente, en llevar una vida rigurosamente ordenada desde el punto de vista higiénico”, e igualmente el escritor Rolland presenta una descripción que reafirma esta idea; “Los cabellos negrísimos sumamente espesos y erizados por doquiera, cabellos en que el peine parecía no haber entrado nunca, por ello tenía el apodo de "Cabeza de Medusa”. Recordemos que esa cabeza fue la primera que renunció a las pelucas.
Hombre solitario, iracundo. Grosero hasta con su admirado Goethe.
Pero del que también existen pruebas de su gran generosidad. Ludwig van
Beethoven genio de la música clásica el que después de quedar sordo no dejó de componer
grandes obras. Y quien ha motivado también la escritura de un libro
llamado El cabello
de Beethoven de Russel Martin (autor de novelas históricas y
científicas). Martin describe cómo a la muerte del compositor le fueron
arrancados trozos de cabello de su cabeza para guardarlos como recuerdo y que
algunos de estos mechones contenían fragmentos de cuero cabelludo. En 1994 en
una subasta de la casa Sotheby´s una de estas muestras fue comprada por dos
estadounidenses admiradores de este músico. Este nuevo libro biográfico nos
muestra otra posible enfermedad del compositor. Allí, se testifica el hallazgo,
por medio de un análisis bioquímico, de altas concentraciones de plomo, por lo
que aseguran padecía de saturnismo. De acuerdo con los actuales estudios del
cabello de Beethoven se descartan la sífilis. En el siglo XIX el tratamiento de
esta enfermedad era a base de Mercurio, elemento que no se encontró en la pieza
estudiada. Recordemos que en la época de Beethoven era muy frecuente este mal
venéreo y como dije su tratamiento era el mercurio, por esa razón se acuño el
dicho: “Pasas una noche con Venus y toda tu vida con Mercurio”. El diagnostico
de una probable neurosífilis causante de su sordera se apoya en la autopsia,
sin embargo, no se puede establecer una historia de sífilis durante su vida.
Otro padecimiento que surge con la autopsia es la enfermedad de Paget que es
una degeneración de los huesos y que, hipotéticamente, pudo ser la causa de su
sordera ya que afecta en forma paulatina los huesecillos del oído medio
(estructuras anatómicas encargadas en parte de la transmisión del sonido).
Otra de las enfermedades, que se cree padeció, es la tuberculosis,
patología que llevó a la muerte a su madre. En los apuntes médicos del libro de
Romaind Roland menciona un diagnóstico de “otitis tuberculosa” (inflamación del
oído a causa de la tuberculosis).Han sido muchas las enfermedades a través de la cuales se ha querido explicar
la terrible sordera del compositor, sufrimiento que atestigua en 1801 en una
carta que envía a su amigo; el médico Franz Wegeler, en donde le manifiesta la
existencia de una sordera grave con la esperanza de que le aconseje: “En los
tres últimos años mi oído está debilitándose más y más... Durante casi dos años
he dejado de asistir a mis obligaciones sociales, porque me parece imposible
decir a la gente: estoy sordo. Si tuviese otra profesión podría afrontar mi
enfermedad, pero en la mía es un inconveniente terrible”.
Seguramente seguirán surgiendo teorías sobre sus enfermedades. Un
ser que conquistó el dolor, como lo expone Rolland: “Un desventurado pobre,
enfermo y solitario, el dolor hecho hombre y a quien el mundo le niega la
alegría, crea la alegría por sí mismo para dársela al mundo; y la forja con su
tristeza”. Entregó al mundo un destino musical glorioso a través del tormento
de sí mismo; así vivió este excepcional hombre.