Rosa Gámez Reyes Retana es sicóloga y escritora. Ha escrito la novela: La menoscabada; El libro de cuentos: Pueblerinas narraciones; los poemarios Devenir de luna, Imantación y Grafías al viento; los ensayos: Un logro del deseo. La Camerata de Coahuila, Pienso, Luego escribo y Déjame ayudarte con tu niño Down. A Rosa Gámez, le viene la pasión por el arte gracias a su familia, pues unos tíos suyos estudiaron canto en Italia y sus padres tocaban el piano. La escritora recuerda que su mamá leía a primera vista las partituras y que a su papá le gustaba mucho interpretar Caballería Rusticana de Pietro Mascagni. Rosa toca el piano y es una mujer que busca siempre estar aprendiendo; ha sido un ejemplo para muchos, como ella misma lo percibe: “Creo haber sido una motivadora natural en el ambiente en que me he desenvuelto. He procurado ver el lado positivo en todas las circunstancias de la vida”, afirma.
La autora, no sólo ha estado involucrada en las artes,
también tiene una larga trayectoria como persona altruista: Durante muchos años
enseñó el sistema Braille a los invidentes y por ello, el Club Sertoma de
Torreón le otorgó el reconocimiento “Premio al Mérito” en 1972. Asimismo, por
aquellos años, visitaba a los presos de la cárcel municipal de San Pedro de las
Colonias, a quienes ayudaba en todo lo que le era posible. Cuenta que iba al
Centro de Madres, lugar donde se concentraban jóvenes embarazadas y solteras, a
las que auxiliaba económicamente y les daba asesoría haciéndoles sugerencias de
cómo mejorar su calidad de vida; les conseguía consultas médicas gratuitas y
las apoyaba con los medicamentos.
Su más reciente publicación es un relato (impreso
en forma de plaquette) que se titula:
Tocar sin pasión, es imperdonable, el
nombre es el fragmento de una frase que dijo Ludwing van Beethoven: “Tocar una
nota equivocada, es insignificante. Tocar sin pasión, es imperdonable”. Se
trata de un texto escrito a través de un narrador omnisciente que guía la historia
a través del pensamiento del protagonista principal; un hombre llamado Renato
Armand, quien es pianista y director de orquesta. Él, a lo largo del relato, manifiesta
su vital motivación por la música y se centra en la preocupación por los
problemas que se le presentan en su trabajo como director. La segunda
protagonista es, precisamente, la
orquesta que él dirige. Gámez cuenta pasajes de la vida de un hombre que desde
la infancia se sintió atraído por la música: “Las composiciones musicales le
apasionaban desde niño, por eso dedicó muchos años de su vida al estudio […] Su
personalidad receptiva favorecía su sentido artístico, que afloraba de las partes
más elevadas de su ser; todo aquello era posible trasmitirlo a través de la
música.”
Como lo mencioné con anterioridad, esta historia
tiene como hilo conductor el pensamiento de Renato Armand; las ideas del personaje
son relacionadas con algunas de obras maestras de la música clásica. Y Aunque
el título de este libro alude a Beethoven, el artista más mencionado es Mozart.
Por ejemplo, en varias ocasiones el músico piensa en la muerte, por lo que
recuerda el Requiem de este
compositor; la narradora asegura que todas las situaciones de la vida son
expuestas magistralmente por el prodigio de Salzburgo, ya sea que se trate de
la farsa, la tragedia, el absurdo o el amor. El protagonista considera que estaba
predestinado para ser músico, pues le parece imposible que él pudiera llegar a
ser comerciante, político o realizar cualquier otra actividad. Aunque gracias a
la música podía conocer muchas profesiones, disfrutaba especialmente de la
ópera El empresario teatral de
Mozart.
Renato es presentado por la escritora como una
persona muy sensible: “Le dolía pensar en las miserias económicas
que tuvo que pasar el compositor austriaco, sin importarle el tiempo que
había pasado de su existencia, tenía presente el año de su nacimiento: 1756,
y el de su muerte: 1791. En cambio olvidaba las fechas de cumpleaños de su
familia y amigos. Para él, Mozart era el mayor genio musical de todos los
tiempos. Él se rebelaba ante la indiferencia de quienes no
disfrutaban de la perfección musical de esas composiciones. Renegaba por
las injusticias a las que fue sometido este genio, por sus contemporáneos”.
Rosa Gámez, nos habla de la
religiosidad de su protagonista: “Renato oraba para desarrollar, como
Mozart, ese espíritu que proyectaba y difundía la profundidad de la
armonía, de las acciones escénicas y del acompañamiento
instrumental, que de él dependían. Con la ópera La Flauta mágica, Armand disfrutaba
profundamente, por lo que varias veces la había dirigido.”
En ocasiones, el personaje
principal siente desilusión porque su trabajo no es reconocido en la medida que
él lo merece, pues la prensa no siempre reseñaba con justicia el trabajo que
realizaba con la orquesta: “No apreciaban el esfuerzo y la maestría con que
había ejecutado algún concierto. No escribían como se debería, pero no sabía si
era por ignorancia o por desinterés, pues siempre le daban más espacio a la
música popular. Por ello sintió enojo por la nula publicidad que tuvo
antes y después de su presentación, el flautista Oicaroh F., genio a
nivel mundial, cuando vino a tocar el Concierto
para flauta y orquesta No 2 en re mayor, de Mozart. Armand no
entendía la insensibilidad de los periodistas hacía lo que a él enamoraba, como
ese concierto.”
Tocar sin pasión, es imperdonable de Rosa Gámez es un texto en donde se abordan las dudas existenciales de
un músico, director de orquesta, y en menor medida expone la problemática de
una orquesta, tanto en las relaciones interpersonales como el sustento artístico
y económico que requiere una organización de este tipo.
Inevitable este libro nos trae a la mente a la
Camerata de Coahuila. Sin embargo, aunque hay ciertas coincidencias, finalmente
se trata de un relato producto de la fantasía de la autora, como ella misma lo
aclara en su dedicatoria: “…este escrito es un argumento
de mi imaginación, cualquier semejanza con la realidad sería una imprevista
coincidencia, por lo que de antemano pido
disculpas.”