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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

lunes, 30 de septiembre de 2013

TRABAJADORAS DEL HOGAR


La limpieza del hogar es uno de los trabajos más pesados y monótonos. Quitar polvo, lavar ropa (y aceptar que es irremediable la pérdida constante de calcetines), sacar montones de pelusa de los rincones y de debajo de las camas, preguntándose, ¿cómo demonios fabricamos tanta pelusa?, lavar platos, limpiar ventanas, pisos y sentir alivio cuando el camión de la basura retira las bolsas que se dejan en la banqueta de casa. Alguien tiene que hacer ese trabajo para que el mundo funcione.
A las mujeres que ayudan a otras mujeres en el trabajo casero se le ha les ha llamado de muchas formas: Sirvientas, asistentas, fámulas, criadas, mozas, muchachas, “chachas”, “maids” y otro nombre felino. Ellas, las trabajadoras domésticas, logran que los hogares de la clase media y alta funcionen bien. De éstas señoras se cuentan historias de acoso sexual y maltrato. Son de “quedada” o de “salida” si ellas “no se hallan” se van y con ellas se llevan la historia íntima de la familia y la pasean por todos los lugares a donde llegan. Indiferentes, interesadas o con cariño de madre, sobre sus historias se hacen chistes y telenovelas en las que son representadas por una chica hermosa que se enamora del joven de la casa, el cual es un papanatas que no la valora hasta que esta se transforma en una rica empresaria. Así de irracional y cursi es nuestra televisión mexicana.
La mayoría de las asistentes del hogar cargan una vida de abandono por parte del padre de sus hijos, otras trabajan: “sólo quiero ayudarle a mi viejo con el gasto”. En México, su escolaridad es baja, sólo el 68% ha terminado la educación primaria y 4.3 % son analfabetas. Entran a trabajar sin contrato, sin prestaciones, ganan un promedio de 150 pesos diarios. Por desgracia a veces no consiguen trabajo si ya son mayores o tienen sobrepeso.
Ellas son siempre plática de otras mujeres, generalmente hablan como si fueran un objeto de propiedad, “mi muchacha”, dicen. Comentan de lo buena que le salió una y de lo mal hecha de la otra, de la que se fue sin decir adiós o de la que pide aumento con la amenaza de que se va y la otra, una más, que se llevó la ropa interior o el juego completo de cubiertos de fiesta.
De las mujeres mexicanas casi dos millones se dedica a esta actividad, que constituye el 11% de la fuerza laboral económica de la mujer. Hay empleadora que con frecuencia subestima su inteligencia, creen que por no haber estudiado no pueden ser deductivas o perceptivas o que tienen un concepto pobre de la vida, pero hay muchas historias de mujeres, como la de la indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz en 1992, que siendo sirvienta casi toda su vida, luchó por los derechos de los indios. Cuentan que su antigua patrona se desmayó cuando la vio en televisión recibiendo el premio Nobel.
Las trabajadoras domésticas son uno de los grupos al que menos se respetan sus derechos laborales que vienen estipulados en la Ley Federal del Trabajo, abarcan desde el artículo 331 hasta 343, tienen derecho a una jornada de 8 horas diarias, salario mínimo que puede ser reducido si recibe techo y comida, un día libre, los patrones deberán pagar gastos médicos en caso de enfermedad y pagar hasta un mes de salario si la trabajadora está incapacitada y en caso de muerte los empleadores deberán hacerse cargo de los gastos del funeral, esto si no se cubrió con la cuota del Seguro Social. La ley no contempla la jubilación ni ahorro para el retiro.
Ahora que han aumentado las empresas maquiladoras y más mujeres prefieren ser obreras, actualmente es más difícil encontrar quien ayude en las tareas del hogar, esto ha servido para que el trato hacia ellas sea más cordial y a veces afectivo.