Desde hace mucho tiempo se le ha llamado al ejercicio del periodismo “El cuarto poder” porque se sabe de la gran influencia que los medios de comunicación ejercen en el pensamiento de las personas y por lo tanto en la conducta de éstas. Más de una vez la denuncia de un hecho de corrupción ha favorecido la justicia, pero también la publicación de una injusticia ha sido pretexto para la infamia. Es el casos de los asesinatos a periodistas que han exhibido crímenes. Sin embargo hemos visto cómo los medios de comunicación han disminuido su poder en cuanto al periodismo de denuncia. Ya no existen las grandes investigaciones, (salvo algunas excepciones como la de Lidia Cacho). Porque parece que ya no es necesario investigar. Parece que todo está a la vista. Además ¿Qué periodista podría investigar la muerte o el secuestro de cualquier persona? Cómo, si los asesinatos son aproximadamente 26 mil con el actual gobierno y secuestros otros tantos. No hay tiempo para la investigación, apenas si se puede informar, y en algunos casos se pronuncia una opinión.
Sin embargo, hay un nuevo fenómeno en el periodismo y es que éste ya no es exclusivo de los profesionales. Las redes sociales, Youtube, los foros, los blogs, hacen que cualquiera exponga fotografías, videos, opiniones, etcétera. La Internet ha hecho que lo que no se puede hacer con el papel o la televisión se haga con la computadora o el Blackberry. Los teléfonos celulares tienen cámaras de video. Todos en cualquier momento podemos convertirnos en reporteros. Las ventajas de este medio es que se puede hacer denuncia en forma anónima y de esa manera no correr riesgos. Desde luego, la ventaja es la misma que la desventaja ya que es más fácil mentir. Pero hay casos en que es imposible falsear los acontecimientos; existen videos en los que el montaje sería de una película de altísimo presupuesto, como decía, imposible. Así, Internet está llena de periódicos virtuales con mala ortografía y peor redacción, pero aun así, son fuentes informativas. El más visitado es el blog del narco al que recurren también periodistas profesionales.
De manera que cada vez que asesinan a un periodista, surge la pregunta, ¿acaso valdrá la vida exponerse a ser estadística de la impunidad? Creo que en una guerra como la nuestra, no. No tiene sentido, aquí ya no espacio para los héroes, solamente para las víctimas. Las muertes de inocentes no han enderezado ni una sola conciencia, únicamente han dejado a familias desgarradas por el dolor. Por ello, muchos periódicos han optado por no informar o informar poco. Lejos de ser una cobardía es un acto de sensatez. Siempre se puede hacer más vivo que muerto. Ya no hay garantías, ni individuales ni colectivas. Qué sentido tiene morir en una guerra sin ideales. Será mejor que las redes sociales lo digan anónimamente sin que haya riesgos sanguíneos. Por eso es comprensible la publicación de la editorial del El diario de cd. Juárez, Chihuahua, en la que preguntan a los narcotraficantes “¿Qué quieren de nosotros?”. Esto, después del asesinato del fotógrafo Luis Carlos Santiago Orozco, el jueves 16 de septiembre. En un acto genuino de miedo por perder la vida, les piden a los señores capos que les digan qué deben publicar, y piden una tregua para poder seguir trabajando: “Ya no queremos más muertos. Ya no queremos más heridos ni tampoco más intimidaciones. Es imposible ejercer nuestra función en estas condiciones. Indíquenos, por tanto, qué esperan de nosotros como medio”. Lo que llamó la atención fue que aunque la carta no iba dirigida ni al Gobierno Federal ni al Estatal fueron los primeros en contestar, condenado el asesinato y negando, (por supuesto, “categóricamente”) la responsabilidad de las autoridades.
Ahora, más que nunca, los periódicos tendrán que tener cuidado con el manejo de información y dar cabida a la estimulación de valores que favorezcan la civilidad. Parece ingenuo, pero no hay opciones.