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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

sábado, 1 de mayo de 2010

LIBROS DE CLÓSET

Todo mundo sabe que desde que el libro es libro, han existido los libros de clóset. Sus creadores han tratado de negarlo y la sociedad entera los ha rechazado diciendo: “seguramente nacieron con algún defecto, por eso están donde están”; “no es algo natural que un libro esté en un clóset cuando debería de estar en una librería o en una biblioteca”. Algunos han tratado de explicar el fenómeno de los libros de clóset argumentando que es porque a su padre le faltó carácter para buscar una editorial que los sacara a la luz, o en el caso de ser madre la autora, arguyen que le falló la figura paterna o que fue demasiado pretenciosa. Lo cierto es que la mayoría fueron hijos deseados, con escasísimas excepciones, como la del checo Franz Kafka, que no quiso a ninguna de sus gestaciones, pero se sospecha que fue la amargura por su fracaso como escritor lo que le hizo entregar su obra a su amigo, Max Brod, pidiéndole que a su muerte quemara los manuscritos. Sin embargo surge la sospecha: si no los valoraba, ¿por qué no los quemo él? Como es obvio, Brod no le hizo caso. Ahora disfrutamos una obra que salió del armario o del cajón de escritorio y anda libre por todo el mundo.
Existen libros que son productos de partos muy difíciles y han puesto en riesgo la salud de los progenitores; en el mundo hay muchos que nacen así y eso no significa que sean fenómenos. Actualmente los libros de clóset deducen que es al armario adonde la sociedad los mandó porque no encontraron los buenos resultados que se esperaba de ellos. Muchos que son de la misma naturaleza han tenido éxito y se exhiben sin prejuicios, pero surgen los críticos que dicen que un libro que se vende siempre es literatura “light”. Algunos lo son, pero ¿no es acaso la Biblia el libro más vendido de todos los tiempos’? ¿Entonces por qué despreciar a los libros de clóset si su único pecado fue nacer diferentes, es decir, sin apoyo de las grandes instituciones. La vida de los textos de armario es triste porque han tenido que vivir en el rincón oscuro, a veces con termitas u hongos, porque en las paredes del clóset pasan las tuberías y no son extrañas las filtraciones de humedad. Viven, si se pude decir “viven”, casi siempre sin que nadie los toque ni los abra para conocerlos; muchos mueren vírgenes porque a sus creadores les da pena exhibirlos ya que a veces son demasiados y todos de la misma tirada; por eso los esconden.
Aunque igualmente se hallan las creaciones libres, pero luego, porque a su dueño le avergüenza que le pertenezcan, los forran o los ocultan debajo del armario de blancos. Aunado a esto, se da un fenómeno por demás ridículo: hay personas que compran libros sólo para poseerlos y los coleccionan, y en el caso extremo de la cursilería los forran todos del mismo color dizque para que adornen algún lugar; estos últimos poseedores de libros son los más patéticos porque los tienen abandonados, nunca los leen y sólo los usan para enseñarlos a sus visitas.
En los últimos tiempos los libros de clóset se han organizado y han difundido sus derechos; alegan que no son menos que los que están a la venta para todos. Que sólo hace falta que la sociedad se concientice y voltee a verlos. Hacen grandes alocuciones sobre la diversidad; ¿acaso todos los textos de librería son buenos?... Si lo cierto es que sólo los autores muertos son certeza de calidad, ¿qué editorial se atrevería a publicar a un autor muerto siendo mediocre? En cambio es evidente que hay muchos autores vivos que escriben grandes éxitos llenos de tonterías.
Hablemos igualmente de tantas obras olvidadas, esas minorías que las organizaciones gubernamentales de cultura publican, ésas que se la pasan en condiciones igualmente terribles: amontonadas y empolvadas en bodegas; libros que tampoco verán la luz de una mirada, de unas manos que los acaricien, de una crítica.
Los libros de clóset serán, dentro de algún tiempo, un fenómeno histórico gracias a los e-book. Sí, gracias a la Internet que no discrimina nada.