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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

domingo, 16 de mayo de 2010

ENFERMARSE POR TELEVISIÓN


Es paradójico estar viendo un programa de televisión donde recomiendan no automedicarse y en los comerciales ser bombardeados con sugerencias para que las personas tomen todo tipo de medicamentos que se venden simplemente llamando por teléfono. Tengo la sensación que debido a los contratos que hacen las televisoras con los laboratorios, tienen la consigna de enfermarnos y así los mexicanos consumamos toneladas de medicamentos para no estar calvos ni gordos ni estresados, y que nunca nos duela la cabeza y que tengamos (hombres y mujeres) las piernas de Maribel Guardia.
Así las televisoras marcan la pauta de las enfermedades de moda, ya sea trastorno bipolar o tricofagia (comerse el cabello), anorexia o hiperexia; los que comen poco o los que comen lo de los otros. Para esto, los laboratorios tienen el medicamento adecuado de primer nivel o de cualquier otro. El objetivo es que las personas identifiquen cualquier síntoma o rasgo emocional como propio y deseen consumir el fármaco que las “liberará” de todo lo que les impide ser completamente felices.
En los días de asueto se me ocurrió ver una película por televisión en un canal de Televisa. Me hubiera gustado terminar de distraerme con dicho filme, pero resultó imposible porque la cantidad de comerciales era tal, que creo que hubiera visto en cuatro horas una película que en realidad duraba dos. En uno de los cortes comerciales conté 27, y de éstos 19 eran para anunciar medicamentos o artículos que supuestamente mejorarían la salud para los dolores articulares, bajar de peso, para evitar la eyaculación precoz o eyaculación tardía, eliminar varices, migraña, insomnio, gastritis o úlcera, estrés, gripa, etcétera. Decidí dejar de verlos porque consideré que si seguía fijando mi mente en tanto anuncio iba a terminar sintiéndome enferma y comprando unos tenis que tienen suela como de mecedora, o quizá hubiera adquirido un aparato (que se guarda en cualquier lugar) que me iba a agitar todo el esqueleto. El acoso publicitario no solamente se da en los espacios comerciales, sino en los propios programas y noticieros. Todo está encaminado para que los laboratorios aumenten sus ganancias sin importar que algunos fármacos tengan efectos secundarios graves. He sabido de personas que han empeorado sus padecimientos por usar tratamientos anunciados por televisión.
Hace unas semanas en los noticieros de Televisa mostraban reiteradamente la noticia de que los medicamentos de patente eran fácilmente falsificables. En seguida de la “noticia” mostraban una retahíla de anuncios de fármacos de marca Primer Nivel. Así pretendían dejar en nuestro cerebro la certeza de que la mejor opción estaba representada por el laboratorio de Primer Nivel de Carlos Slim.
Los legisladores han votado una ley que prohíbe la venta de antibióticos sin receta, sin embargo se trata de otra medida que no servirá de mucho, pues aunque es cierto que el automedicarse antibióticos ha traído como resultado que numerosas bacterias se vuelvan resistentes a éstos porque generalmente las personas no toman las dosis correctas y en el tiempo adecuado, y además muchas personas creen que todos los antibióticos sirven igual para una infección intestinal que para una de la faringe, la mayoría de la gente no podrá acudir a consulta con un especialista y entonces recurrirá a la compra de recetas que se venden en las propias farmacias, especialmente en las Similares.
En verdad al ver tanto comercial sobre padecimientos y su cura una termina sintiéndose enferma. Parece no ser suficiente la locura que estamos viviendo con la violencia por la que atraviesa el país, sino que aparte los medios de comunicación no ayudan mucho a la sanidad mental porque promueven el estar enfermo.
Tengo la percepción de que las políticas del gobierno no están encauzadas a resolver el problema de educación, y que solamente logran favorecer la corrupción.