Saludar a cómplices, aun tratándose de una
madre, de uno de los criminales más crueles de la historia de México, fue un
error político (y un mal ejemplo para la prevención del COVID-19) del
presidente Andrés Manuel López Obrador quien le extendió la mano a la mamá del
Chapo Guzmán. Por ello regresó a la discusión pública el libro El traidor
de la periodista Anabel Hernández (Grijalbo, diciembre, 2019), que nos muestra
la relación entre narcotraficantes y gobierno en los últimos 25 años. Aquí mi
reseña.
El traidor recoge las entrevistas que Anabel Hernández
sostuvo con Fernando Gaxiola, abogado del cártel de Sinaloa. También contiene el
diario de Vicente “Vicentillo” Zambada Niebla y las declaraciones de éste, ante
las autoridades estadounidenses, quienes los sentenciaron a 15 años de prisión
en Chicago, Illinois (solo le faltan 5 años). Nos enteramos de que el hijo del
Mayo Zambada, jefe del cártel de Sinaloa, visitó Los Pinos, en el sexenio de
Ernesto Zedillo, y que fue recibido por el general Roberto Miranda jefe del
Estado Mayor Presidencial. Asimismo, Vicentillo describe cómo el presidente
Calderón le pidió un favor a su padre, a través del general Arturo Acosta
Chaparro, diciéndole que se calmaran que “querían resolver las cosas con todos,
así la violencia en México podría disminuir porque el gobierno no sabía qué
hacer”.
Vicentillo es parte de la generación
que estaba predestinada a la delincuencia. Nacidos en los años 70, los hijos de
los narcotraficantes más poderosos de México, sobre todo, los del Chapo y los
del Mayo, ahora manejan los negocios de sus padres. Aunque la autora asegura
que el Mayo Zambado de 73 años sigue en funciones. La personalidad de Vicentillo
se va rebelando poco a poco en cada página. Es un dibujante reflexivo; presenta
su autorretrato como un payaso con una lágrima negra (imagen que ilustra la
portada del libro). Con frecuencia se ríe de sí mismo. Vicentillo declara que él
siempre ha deseado una vida normal, pero el amor al padre lo hicieron
involucrase. Es posible ver la evolución del personaje; los primeros textos
están mal escritos y los últimos tienen reflexiones más profundas y mejor
redactados. El abogado Gaxiola (quien falleció de cáncer en el 2015) dijo que
el muchacho se dedica a pintar y que ha leído cientos de libros.
La autora detalla los nexos de Genaro
García Luna con el narcotráfico. Y aunque la periodista no menciona al exdirector
de Pemex, Emilio Lozoya, si habla de cómo los barcos y pipas de Pemex han
servido para exportar droga. Pero, de acuerdo con la autora, el gobierno de
López Obrador no se salva de los narcotraficantes y sus influencias; en las
primeras páginas, la periodista sugiere que la liberación de Ovidio Guzmán, en
octubre de 2019, se debió a la corrupción que existe en la fuerza pública. La
autora asegura que el cártel de Sinaloa sigue trabajando sin inmutarse y que el
Mayo Zambada, el narcotraficante más importante del mundo, no aparece en la
agenda del actual presidente.
El traidor, dónde todos son traidores, es un
libro necesario para entender el espíritu de la época; la personalidad de los
mexicanos dedicados al narcotráfico y el negocio de la droga en el mundo. Al
terminar de leer el libro uno concluye que las drogas no se van a legalizar porque
es demasiado dinero el que está en juego. El narcotráfico no sólo es el
comercio de heroína, cocaína, mariguana y metanfetaminas sino que tiene negocios
paralelos como el tráfico de armas, entre otros. Los fabricantes de armas
estadounidenses no permitirán la legalización de las drogas, seguirán abogando
para que cada familia tenga un arma en casa. Las drogas son un problema de
salud pública más por las muertes violentas que por las sobredosis.
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