La novela Ojos azules de la escritora norteamericana Toni Morrison es la
historia de tres familias los Bredlove, los Mac Teer y la de un hombre llamado
Soaphead Church, entre otros personajes. En esta obra entramos en la intimidad
de madres frustradas que se refugian en la Biblia,
que regañan a los hijos porque comenten la imprudencia de enfermarse. Madres
que le dan más cariño al gato que a sus niños; vemos la discriminación de “la
gente de color” hacia “los negros”. Mujeres que tratan bien a sus patrones,
pero no a su propia familia. Ojos azules es
la vida de Pecola Bredlove, la niña negra a la que su padre violó dos veces y
que en la segunda vez la dejó embarazada. Pecola sufre porque la han convencido
de que es fea, por eso le pide al sanador Soaphead Church que la transforme y
le vuelva los ojos azules como las niñas blancas o como las muñecas que se
reciben de regalo en Navidad. Church es un pederasta cuya vida se entrelaza con
la de Pecola a la que hace envenenar un perro prometiéndole así, los ojos azules que tanto desea.
La
novela de Toni Morrison trata sobre racismo y describe cómo el odio de los
demás termina volviéndose autodesprecio. También, en cierta forma, es la
explicación del porqué una persona, que en esencia es buena, puede hacer actos
de maldad y perversión. Morrison expone las razones de la conducta de cada uno
de sus personajes. A pesar de que al principio de la novela se aclara que
veremos los cómo y no los por qué, pero en los cómo se van integrando los por
qué: Cholly, el papá de Pecola, por ejemplo, no conoce a sus padres y sólo
sabe, por las palabras de la tía que lo adoptó, que su madre intentó dejarlo
morir entre la chatarra. Su padre también lo abandono. Sufre humillaciones por
parte de hombres blancos. Se trasforma en un paria que termina violando a su
hija en una arranque de ternura alcoholizada. Pecola casi sólo recibe trato
amable de unas prostitutas que llaman perros, a todos los hombres. “¿Cómo lo
haces? Quiero decir, ¿cómo consigues que alguien te quiera?” pregunta la niña
negra que en la escuela y en su vida cotidiana es tratada con brutalidad; su
única salvación posible: la locura.
La
estructura de la novela de Morrison es muy compleja y me resultó difícil su
lectura porque tiene juegos de palabras, como quitar espacios o al principio
repetir tres veces el párrafo inicial, primero quitándole las mayúsculas y la
puntuación y luego eliminando mayúsculas, puntuación y espacios entre las
palabras. Todo ello para representar la locura en la que se encuentra Pecola,
la protagonista. El inicio funciona como un aviso para al lector que se topará
con las desgraciadas vidas de personajes sórdidos.
El
tiempo en el libro de Morrison es circular inicia con el monólogo desquiciado
de Pecola y termina con otro monólogo de ella misma, pero este último en
realidad es un dialogo de la protagonista que se disocia. El círculo se cierra
porque presenta dos puntos de vista del mismo hecho con diferentes narradores.
La autora divide la novela en cuatro partes que corresponden a las estaciones
climatológicas, comenzando con el otoño, seguido del invierno, primavera y
verano.
Morrison recurre a varios
narradores: a una narradora omnisciente: “Pecola está en algún rincón de aquella casita
marrón a la que ella y su madre se trasladaron, en un extremo de la ciudad,
donde una puede verla incluso ahora, de tarde en tarde.” También recurre a una
narradora personaje que es Claudia, la niña hermana de Frieda e hija de los Mac
Teer. Ojos azules trascurre en varias en ciudades de varios estados, entre
ellos: Illinois, Ohio y Misisipi, en los Estados Unidos de los años cuarenta.
La obra de la escritora
Toni Morrison, quien actualmente tiene 87 años, es una mirada desde su
condición de escritora afroamericana, por ello plasma sus propias experiencias,
de tal manera que no sólo hace una crítica social a la discriminación sino
también hacia su propia raza y las pretensiones en que se cae debido a los
cánones de belleza establecidos por una sociedad predominantemente blanca. El
negro no reconoce su propia belleza racial; se tiene que parecer al blanco para
poder ser aceptado y aceptarse a sí mismo.