Transportarse
en bicicleta es el método más barato y saludable para los ciudadanos y de
beneficio para el planeta. En México apenas se está tomando conciencia sobre
este tema y en muchas ciudades ya están construyendo ciclovías. Andar en
bicicleta no solo es bueno para la ecología sino también es una forma más
amable de convivencia humana. Es vergonzoso que los automovilistas aún sigan
siendo hostiles con los ciclistas. Aunque hay que reconocer que hay ciclistas
que no cumplen con las reglas mínimas para desplazarse. He visto a algunos de
ellos, en la ciudad de México, invadiendo la ruta del metrobus; se atraviesan
sólo porque caben; transitan en diagonal y van en sentido contrario. No respetan
al peatón y algunos ruedan por las
banquetas. Muchos ciclistas de la ciudad de México hacen prácticamente lo que
les viene en gana. Aquí en Torreón me parece que son más ordenados, pero muchos
siguen sin traer luces y casco.
Sin
embargo, me sorprendió, en redes sociales, la actitud de los amantes de la bici
ante el gasolinazo. No fueron pocos los que tuvieron una actitud un tanto
triunfalista, decían que a ellos no les afectaba el aumento a la gasolina. Se
desbordaron en sus manifestaciones a favor e incluso se ufanaban diciendo que
deberían de subir más el precio porque consideraban que de esa forma se desalentaría
el uso del automóvil y eso es causa de alegría porque la contaminación
ambiental disminuiría. Y eso está bien, pero me parece que es una visión muy
reducida del problema. No existe ningún ciudadano común a quién no le afecte el
gasolinazo. Pues todos, de una u otra manera, usamos el petróleo y sus
derivados. Quién tiene una bicicleta consume derivados del petróleo, ya sea por
el asfalto por donde se conduce; en la llantas de la bici; en los aditamentos de
su vehículo, como asientos, manubrios, grasa para la cadena y en sus zapatos
tenis que, al igual que la vestimenta provienen de derivados del petróleo. Además
de ropa, material de construcción, plásticos, cosméticos, utensilios de cocina,
computadoras e igualmente, en la mayoría de nuestras casas, calentamos el agua
para bañarnos y cocinar con gas butano, otro derivado del petróleo. Al parecer
aún no existe la forma de sustituir el petróleo. Aunque la gasolina ya se
sustituye en algunos casos pues ya hay coches eléctricos, solares o que
funcionan con alcohol, como en Brasil.
Ya
sabemos que si el petróleo aumenta su costo no sólo sus derivados se disparan sino
que repercutirán absolutamente en todos los productos. Porque la comida que
llega a nuestra mesa necesita trasportarse a través de la ruta del petróleo.
Por eso la figura del presidente Peña Nieto se ha convertido en una triste
figura a la que sus gobernados todo el tiempo ofenden. Cómo puede decir que el
aumento de la gasolina beneficiará a los más pobres sólo porque éstos no tienen
coche. Él y sus asesores son ciegos, no ven que todo se mueve con gasolina. El
pobre tiene que gastar más para sobrevivir y su salario no aumenta. El
presiente Peña Nieto, se dice y se contradice; por una parte asegura que el
dinero recaudado por el gasolinazo no irá a las arcas del gobierno pero por
otro lado amenaza con que, sin esa medida, los programas sociales de salud y
educación serán imposibles. Alega que todas las gasolinas del mundo aumentan
pero no explica por qué la gasolinera de Pemex en la ciudad de Houston Texas,
vende el litro de gasolina a 12.9 pesos y que es la misma que aquí cuesta en
16, cuando allá el salario mínimo es de 160 pesos por hora mientras que aquí es
de 10 pesos.
Para
desgracia de la mayoría, el petróleo es uno de los productos más versátiles. ¿Dónde
está la persona a la que no le afecta el precio de la gasolina? No es por nada que
muchas guerras han sido provocadas por el también llamado oro negro.
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