Evolutivamente, la risa humana fue anterior al
lenguaje. Es decir, primero emitimos sonidos guturales de aceptación o de
rechazo. La risa (y la sonrisa) se trasformó en una forma de manifestar
complacencia. Pero la risa ha ido cambiando y ya no es sólo un impulso espontáneo
sino que, ahora, las personas buscan formas de carcajearse, para ridiculizar a
los demás; la risa también es un acto de crueldad.
En la Biblia,
la risa no es una expresión aceptable: en el Génesis, por ejemplo, Dios le quita el habla a Abraham porque se
rió cuando le comunicó que sería padre a los cien años de edad, junto con su
mujer Sara, de noventa. La noticia les causó risa: Dios hace que Sara dé a luz
a Isaac, nombre que significa “aquel que hará reír”. Igualmente, en el libro Eclesiastés, la risa es censurada, allí se encuentran frases como: “Dije de la
risa: Es locura”; “Mejor es la tristeza que la risa. Porque cuando el rostro
está triste el corazón puede estar contento”. Sin embargo, ni cristianos ni
judíos se toman en serio eso de que la risa es mejor que la tristeza. Y en
nuestro caso, los mexicanos somos capaces de reírnos casi de todo.
La risa necesita ser compartida de lo contrario se
vuelve contra el emisor, le trastoca el cerebro y lo vuelve loco: “El que sólo
se ríe de sus maldades se acuerda” sentencia el refrán, y es que la risa
necesita tener eco. La risa cuando es multitudinaria es potente y modifica las
formas de sentir. Pero puede ser peligrosa, porque como dice George Bataille: “en
la risa se pierde la conciencia”. Lo cierto es que la risa es un medio de
catarsis para una nación como la nuestra, con muchos problemas de desigualdad
social y violencia. Es a través de la risa, sobre todo, que el mexicano
protesta.
. En
esto de reírse de los demás, la creatividad popular es asombrosa. A tal grado
que lo chistoso se vuelve patético, por eso, como se ha escrito tantas veces,
los mexicanos vivimos en constante tragicomedia. Cito un ejemplo, (quizá
baladí): el caso de Nicolás Alvarado, que fue “linchado”, a través de las redes
sociales, por atreverse descalificar la música de Juan Gabriel con su artículo
“No me gusta “Juanga” (lo que le viene guango)”. La presión fue tal, que el
hombre terminó renunciando como director de TV UNAM. Desde luego, al escritor le faltó delicadeza
e hizo enojar a los fanáticos, a pesar de que en su texto reconoce al “Divo de
Juárez” como un personaje con un valor icónico similar al de la virgen de
Guadalupe y Octavio Paz, y allí, también, admite ser clasista: “Mi rechazo al
trabajo de Juan Gabriel es, pues, clasista: me irritan sus lentejuelas no por
jotas sino por nacas”. Su error fue que en esa misma locución no resistió la
tentación de hacer gracioso su desagrado por Juanga: “no por jotas sino por nacas”, dice. Los intolerantes no admitieron el rechazo a su
ídolo. Es curioso, los fanáticos se indignan si alguien dice que no le gusta
Juan Gabriel, pero ellos mismos no respetan su memoria; pues, irónicamente, no han
cesado de ridiculizarlo con vulgares memes, caricaturas y chistes.
Por su parte, el escritor Yuri Vargas, contradijo el
artículo “No me gusta Juanga” con el
texto: “Lo que se ve no se pregunta” haciendo una defensa puntual de lo que es
la música de Juan Gabriel. No obstante, Vargas también se equivoca en la
descalificación a Nicolás Alvarado, cuando lo llama ignorante, argumentando que
la frase “prosodia torturada”, no se aplica a las letras versificas del
cantautor, él afirma que: “la prosodia es el reino de la prosa”, cuando en
realidad la prosodia no se refiere a la prosa, sino a la correcta pronunciación
y acentuación de las palabras y esto abarca el verso y la prosa.
Me parece peligrosa la extraña libertad de
expresión de las redes sociales, llenas de chistes y de maldad. No entiendo
porque alguien se vuelve despreciable sólo porque no tiene los gustos de la
mayoría. A mí me gustan algunas canciones de Juan Gabriel, así como cierta
música folklórica (entre otras) pero prefiero evitar, en lo posible, la llamada
“música grupera”, ¿eso significará que soy ignorante de la cultura popular o
que “me sentí superior a cualquiera” al expresarlo? O, simplemente no me gusta,
y ya.
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