Mi foto
Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

sábado, 8 de octubre de 2016

LA RISA Y SU CRUELDAD




Resultado de imagen para Juanga y Nicolás alvarado
Evolutivamente, la risa humana fue anterior al lenguaje. Es decir, primero emitimos sonidos guturales de aceptación o de rechazo. La risa (y la sonrisa) se trasformó en una forma de manifestar complacencia. Pero la risa ha ido cambiando y ya no es sólo un impulso espontáneo sino que, ahora, las personas buscan formas de carcajearse, para ridiculizar a los demás; la risa también es un acto de crueldad.
En la Biblia, la risa no es una expresión aceptable: en el Génesis, por ejemplo, Dios le quita el habla a Abraham porque se rió cuando le comunicó que sería padre a los cien años de edad, junto con su mujer Sara, de noventa. La noticia les causó risa: Dios hace que Sara dé a luz a Isaac, nombre que significa “aquel que hará reír”. Igualmente, en el libro Eclesiastés, la risa es censurada, allí se encuentran frases como: “Dije de la risa: Es locura”; “Mejor es la tristeza que la risa. Porque cuando el rostro está triste el corazón puede estar contento”. Sin embargo, ni cristianos ni judíos se toman en serio eso de que la risa es mejor que la tristeza. Y en nuestro caso, los mexicanos somos capaces de reírnos casi de todo.  
La risa necesita ser compartida de lo contrario se vuelve contra el emisor, le trastoca el cerebro y lo vuelve loco: “El que sólo se ríe de sus maldades se acuerda” sentencia el refrán, y es que la risa necesita tener eco. La risa cuando es multitudinaria es potente y modifica las formas de sentir. Pero puede ser peligrosa, porque como dice George Bataille: “en la risa se pierde la conciencia”. Lo cierto es que la risa es un medio de catarsis para una nación como la nuestra, con muchos problemas de desigualdad social y violencia. Es a través de la risa, sobre todo, que el mexicano protesta.
.        En esto de reírse de los demás, la creatividad popular es asombrosa. A tal grado que lo chistoso se vuelve patético, por eso, como se ha escrito tantas veces, los mexicanos vivimos en constante tragicomedia. Cito un ejemplo, (quizá baladí): el caso de Nicolás Alvarado, que fue “linchado”, a través de las redes sociales, por atreverse descalificar la música de Juan Gabriel con su artículo “No me gusta “Juanga” (lo que le viene guango)”. La presión fue tal, que el hombre terminó renunciando como director de TV UNAM.  Desde luego, al escritor le faltó delicadeza e hizo enojar a los fanáticos, a pesar de que en su texto reconoce al “Divo de Juárez” como un personaje con un valor icónico similar al de la virgen de Guadalupe y Octavio Paz, y allí, también, admite ser clasista: “Mi rechazo al trabajo de Juan Gabriel es, pues, clasista: me irritan sus lentejuelas no por jotas sino por nacas”. Su error fue que en esa misma locución no resistió la tentación de hacer gracioso su desagrado por Juanga: “no por jotas sino por nacas”, dice.  Los intolerantes no admitieron el rechazo a su ídolo. Es curioso, los fanáticos se indignan si alguien dice que no le gusta Juan Gabriel, pero ellos mismos no respetan su memoria; pues, irónicamente, no han cesado de ridiculizarlo con vulgares memes, caricaturas y chistes.
Por su parte, el escritor Yuri Vargas, contradijo el artículo “No me gusta Juanga” con el texto: “Lo que se ve no se pregunta” haciendo una defensa puntual de lo que es la música de Juan Gabriel. No obstante, Vargas también se equivoca en la descalificación a Nicolás Alvarado, cuando lo llama ignorante, argumentando que la frase “prosodia torturada”, no se aplica a las letras versificas del cantautor, él afirma que: “la prosodia es el reino de la prosa”, cuando en realidad la prosodia no se refiere a la prosa, sino a la correcta pronunciación y acentuación de las palabras y esto abarca el verso y la prosa.

Me parece peligrosa la extraña libertad de expresión de las redes sociales, llenas de chistes y de maldad. No entiendo porque alguien se vuelve despreciable sólo porque no tiene los gustos de la mayoría. A mí me gustan algunas canciones de Juan Gabriel, así como cierta música folklórica (entre otras) pero prefiero evitar, en lo posible, la llamada “música grupera”, ¿eso significará que soy ignorante de la cultura popular o que “me sentí superior a cualquiera” al expresarlo? O, simplemente no me gusta, y ya. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario