Las supuestas lecturas de El Chapo |
Entre las preguntas que a nadie se le ocurriría
hacerle a “El Chapo” Guzmán, uno de los criminales más brutales y astutos de
México, sería sobre cuáles han sido los tres libros que han marcado su vida. Se
prejuzga que él no lee. Por eso causó sorpresa que en su cama se encontrara el
libro Zero Zero Zero, del escritor
italiano Roberto Saviano. También se informó que, ahora que está de nuevo en
prisión, le han regalado el Ingenioso
Hidalgo don Quijote de la Mancha;para que se cure de la depresión. Dicen
En la segunda estancia en la cárcel de El Altiplano,
se aseguró que este narco comenzaría a escribir sus memorias. El Chapo, apenas
terminó la primaria ,
pero podría convertirse en un célebre escritor. En su tercera captura, este
nuevo estudioso de El Quijote, creerá
que esta novela no lo retrata, como si lo hace el libro de Saviano. Sin embargo, Guzmán Loera, estará equivocado
porque existen muchos pasajes en los que puede sentirse identificado. Enseguida
cito algunos ejemplos.
En un pasaje, don Quijote observa que un maleante
va más esposado que los demás: traía candados y grilletes en el cuello, en la
cintura, en las manos y en los pies y una cadena tan grande “que se la liaba
por todo el cuerpo”, de tal forma que “ni con las manos podía llegar a la boca
ni podía bajar la cabeza a llegar a las manos”. Pregunta por qué “iba aquel
hombre con tantas prisiones”. A lo que el guardia responde que “tenía aquél
solo más delitos que todos los otros juntos y que era tan atrevido y tan gran
bellaco, que, aunque le llevaban de aquella manera, no iban seguros de él, sino
que temían que se les había de huir”; un arcaico pero fiel retrato del capo en
cuestión. Allí mismo se apunta: “y que harta ventura tiene un delincuente que
está en su lengua su vida o su muerte, y no en la de los testigos y probanzas“. En
efecto, su comunicación (su lengua) lo privó de la bonita libertad, como diría
el devoto al subterráneo.
Cualquier narcotraficante mexicano encontraría frases
que le recordarán su oficio como: “que tanta mano ha querido dar a este
desuellacaras en su casa. […] que le mates, como yo pienso que quieres hacer, ¿y
qué hemos de hacer de él después de muerto?” Lo de desuellacaras trae a la
memoria lo que hicieron los Z en los primeros días de enero del 2010, en
Culiacán, Sinaloa: le desollando la cara a Hugo Hernández de treinta y seis años y la cosieron a un balón de futbol. El
sadismo del martirio de san Bartolomé, común en nuestros días. Y la pregunta
ante el asesinato sobre qué se hace con el muerto. Fuego. Sierra. Ácido. Fosa común.
Los narcos saben qué hacer. “Pon, ¡oh miserable y endurecido animal!”. “Ladrón
desuellacaras”. “Enemigo del género humano”…
“Se volvió
loco, y arrancó los árboles, enturbió las aguas de las claras fuentes, mató
pastores, destruyó ganados, abrasó chozas, derribó casas, arrastró yeguas e
hizo otras cien mil insolencias dignas de eterno nombre y escritura?”. Allí, el
lector se recordará a sí mismo y traerá a la memoria, el fuego como origen de
su estirpe: La quema, en Sinaloa, de cultivos de amapola ordenada por el
gobierno y el incendio de pueblos enteros de Durango perpetrado por sus
enemigos los Z. En ese pasaje, don Quijote vagaba por Sierra Morena (la sierra,
el hogar del cártel de Sinaloa) y hablaba de uno que usaba más de tres nombres
distintos.
El lector podrá divertirse con el licenciado y cura
Pedro Pérez, que salvó a don Quijote de los cuadrilleros de la Santa Hermandad,
evitando que lo hiceran preso. El licenciado Pérez aparece travestido, lo que
entonces se decía “ataviado en hábito de doncella”; se leerán versos reconfortantes:
“Busco en la muerte la vida,/ salud en la enfermedad,/ en la prisión libertad,/
en lo cerrado salida/ y en el traidor lealtad…”,
“¿Y dónde has visto tú o leído jamás que caballero
andante haya sido puesto ante la justicia, por más homicidios que haya
cometido?” Muchos criminales, por más asesinos que sean, se sienten como
don Quijote: protectores de los desposeídos. Y prosigue: “Probásemos otra
vez la suerte de buscar más aventuras; y si no nos sucediese bien, tiempo nos
queda para volvernos a la jaula”. Tal vez eso ya no será posible. Tal vez.
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