Aquí, con Marianne Toussaint (hija de Enriqueta Ochoa) en la presentación del libro Coral para Enriqueta Ochoa el 9 de noviembre de 2013 en el TIM |
Enriqueta
Ochoa, sigue siendo la mejor poeta lagunera, pero también es una de las máximas
exponentes de la poesía de nuestro país. Por eso me da mucho gusto que el
maestro Jaime Muñoz Vargas, haya realizado la reedición del libro Coral para Enriqueta Ochoa (poesía y prosa de escritores laguneros).
Hace cinco años que desde el Icocult, Jaime, convocó a La Laguna para que se uniera
a los homenajes que se realizaron con motivo del fallecimiento de la autora de “Retorno
de Electra” el 2 de diciembre de 2008. Con admiración le devolvimos a nuestra
escritora sus propias palabras: “Con tu muerte se quebrantaron todos los
cimientos./ No me atreví a buscar/ porque no habría/ un roble con tu sombra y
tu medida/ que me cubriera de la llaga de sol en mi verano./ Uní la sangre que
me diste a otra sangre./ Malherida. (…)No podemos hacer nada con un muerto,
padre./ Se suda sangre,/ se retuerce el aullido tirado sobre las tumbas/ en un
charco de culpa…”
Con frecuencia surge la pregunta, ¿de qué viven
los poetas? Y algunos dicen que de puro milagro. Sin embargo, una vez que el
poeta ha muerto hay una forma segura de mantenerlo vivo y esto es, leyéndolo,
por eso para que Enriqueta Ochoa siga viviendo aquí en la laguna debemos seguir
leyendo su poesía. Además, aunque sus versos tienen su propio poder desde que
nacieron, sabemos que la muerte siempre le da fuerza a la buena poesía. Porque
una vez que han dejado las ataduras de esta vida (y ya que generalmente sus
detractores desaparecen) entonces los poetas retoman la vida sin estorbos. Y
así, libres entran en cerebros que antes no habían visitado.
Enriqueta Ochoa llegó a mí como un murmullo que la
nombraba uno de los mejores poetas de México. Un murmullo que decía que era
lagunera y maestra. Me llegó prestada en un libro titulado Retorno de Electra. Allí mismo aparecían: “Las vírgenes terrestres”
y las “Urgencias de Dios” los tres títulos poéticos que forman parte de su
nombre. También la encontré en una antología de poesía erótica femenina
titulada Mujeres que besan y tiemblan
donde comprobé la fuerza de sus versos en “La fiesta del sentido”: “Abrumada de
tedio/ a duras penas entiendo mi destino de perro castigado:/ sumisa, fiel y
con el gruñido roto”. La conocí también en algunas fotografías donde percibí
unos ojos interrogantes y la afirmación de que “era una mujer cálida y
sencilla” como hablan de ella quienes tuvieron el privilegio de tratarla. Internet, me la trajo con una voz suave y pausada; ella leyendo sus poemas, y yo escuchándola una y
otra vez. Allí, en “Asalto a la memoria” se encuentra con su bisabuela de 110
años, con su tía Vence de pelo de relámpagos de miel y caoba y por primera vez
con la muerte.
El
tema de la poesía de Enriqueta Ochoa es la duda y el dolor, así lo palpamos en
los versos de “Hambre de ser” que dicen: “Busco un hombre y no sé si sea para
amarlo,/ o para quebrarlo con mi angustia./ Tengo hambre de ser/ y me siento
frente a la ventana/ a masticar estrellas/ para que este dolor de estómago sea cierto./ La verdad
es que duele en los nervios/ todo el cuerpo, esta noche, hasta los tuétanos”.
Es un orgullo que uno de los mejores poetas de
México sea mujer y que además sea lagunera. Aunque sentir orgullo por la luz
ajena podría parecer absurdo, sin embargo, no por absurdo dejamos de sentirlo”.