“La música nos habla a menudo
más profundamente que las palabras de la poesía, en cuanto que se aferra a las
grietas más recónditas del corazón”.
Friedrich Nietzsche
Todas las artes se nutren entre sí, por eso no es
de extrañar que en la literatura existan abundantes referencias musicales.
Incluso se han llegado a imitar las estructuras musicales para el desarrollo de
una obra literaria. Así, Jacques Mercanton (uno de los prologuistas de la
novela Ulises) asegura que James Joyce eligió la forma más sabia y
difícil para un episodio del Ulises: la fuga. Joyce escribió un libro de
poesía: Música de Cámara.
Hay autores que, aunque son conocidos por su literatura, reflejan sus
conocimientos musicales, es el caso de Alejo Carpentier, Milan Kundera y
Alessandro Baricco, entre otros. Por otra parte existen otros que, aunque son famosos
por su literatura, también compusieron música. En este caso se encuentran:
Friedrich Nietzsche, Jean-Jacques Rousseau, Ernest T. A. Hoffmann (mención aparte merece la escritora mexicana Sor
Juana Inés de la Cruz, quien en uno de sus poemas habla de un libro de música
que escribió y que tituló El caracol. Por desgracia se encuentra
perdido). Como decía, los citados anteriormente han sido famosos por sus
libros, pero de igual forma acudieron al pentagrama para plasmar sus ideas y
sentimientos.
El filósofo alemán Friedrich Nietzsche, (Alemania
1844-1900) escribió, entre otras obras: El nacimiento de la tragedia, La
gaya ciencia, Más allá del bien y el mal, Ecce homo y,
la más famosa de todas, Así habló Zaratustra (o así hablaba). Textos que
no cualquier estómago puede digerir; en cambio, cuando escuchamos su música no
necesitamos de aperitivos ni digestivos, la música de Nietzsche es de fácil
consumo, es dulce, con fuertes influencias de la música religiosa. Y desde
donde yo la veo ¾la oigo¾ no refleja la profundidad ni el tormento y, por supuesto, tampoco la
genialidad que alcanzó su ideología filosófica pues Nietzsche, es un filósofo que
revolucionó el pensamiento.
A los 100 años de su muerte y para festejar la vida
y obra nietzscheana, en el año 2000 la Universidad Autónoma de México y la
Facultad de Filosofía y Letras, realizaron un concierto que llamó “Cien años
sin Nietzsche”. Se interpretaron solamente obras de este filósofo y músico
alemán. Del concierto surgió un disco que contiene dieciséis obras entre lieder
y trabajos para piano. El disco viene acompañado de una biografía basada
esencialmente en la relación de Nietzsche con la música. Trae datos
extraordinarios, por ejemplo: que a los diez años el pequeño Friedrich ya
dominaba al piano varias sonatas de Beethoven, y que el día que su padre le
regaló un volumen con las partituras de doce sinfonías de Haydn (adaptadas a
cuatro manos), el joven escribió: “Un escalofrío de gozo me traspasó como un
trueno entre las nubes; así pues, de verdad, el más grande de mis deseos se
había cumplido; ¡el más inmenso!” Expresión que descubre la profunda pasión que
el niño ¾en ese entonces únicamente músico¾ tenía por las partituras.
Nietzsche se inició en la música por la influencia
de su padre, Karl Ludwig, un pastor luterano, quien era un buen pianista y
amante de la música sacra. La primera composición musical del músico-filósofo
fue a la edad de ocho años. La escribió después de escuchar El Mesías,
de Händel. A los doce años realizó composiciones más formales que a través de
su vida llegaron a sumar 70 obras, dentro de las que se encuentran:
composiciones vocales, instrumentales, coros a capella, música sacra, música de
cámara y música orquestal. Un hombre que ha inspirado cerca de trescientas
obras musicales (sin duda la más conocida es la de Richard Strauss, Así
hablaba Zaratustra). Se dice que Hitler, escuchando a Wagner y leyendo a Nietzsche, le vino la idea
de la búsqueda de la pureza de la raza aria.
Aunque, popularmente, lo que más se conoce de
Nietzsche, es que estando loco por la sífilis, beso a un caballo y por esa
frase, ahora tan gastada, de: “lo que no te mata te hace fuerte”.
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