Quienes hemos departido ideas con Olga de Juambelz
y Horcasitas, (Dña. Olga, como le decimos) sabemos que medir la vida en años es
una falta de clase; una vulgaridad. En varias ocasiones, Dña. Olga, me ha
compartido pasajes de su vida, por eso sé que la medida de la existencia nos es
dada por los lugares en los que hemos sido felices. Y que si nuestra vida llega
a trascender es gracias a los que nos aman. También, ella me ha enseñado que
detener el tiempo es dejar que nuestra pasión brote sin permiso de nadie. Le
aprendí que la edad del cuerpo se mide en la sonoridad de una carcajada entre
amigos. Que estamos bajo las manecillas de la intensidad, que caminamos para
llegar siempre al mismo sitio porque sólo así podemos renacer.
Conocí
a Dña. Olga, gracias al Lic. Miguel Ángel Ruelas; me llevó con la Presidenta de
El Siglo porque tenía un nuevo
proyecto en el que podría incluirme (se trataba
de la revista Siglo nuevo).
Ella me preguntó sobre cuál era mi profesión: “Soy médica”. Le dije. “¿Y qué
especialidad tienes?”. “Ninguna, soy médico general”, respondí. “¡Ah, qué bien.
Seremos muy buenas amigas, porque yo podría ser una enferma general”, me
aseguró, riéndose. Desde entonces me nació un gran cariño y admiración por esta
mujer hermosa, tan alta, tan distinguida, tan inteligente, tan apasionada… tan
azul de sus ojos.
Recuerdo
una ocasión en que la visité en su oficina. Me senté frente a ella y me preguntó
que qué me pasaba. “¿Por qué estas triste?”, me dijo. Yo, queriendo darme
importancia contesté con pedantería: “Es que soy un espíritu atormentado”. Ella
sonrió mientras sentenciaba: “Qué bueno. Sólo los idiotas no sufren, porque no
se dan cuenta lo que pasa a su alrededor”. De manera que cada vez que tengo un
dolor, por leve que éste sea, me consuelo con ese pensamiento: “sólo los idiotas
no sufren” y me creo inteligente. (Aunque ese orgullo me dura poco cuando leo
en el periódico que los mexicanos estamos en el decimosexto lugar, de los 157
países más felices, cómo podemos ser tan felices cuando en México la crueldad
se ha vuelto un valor).
Lo anterior es el pretexto para hablar del libro Más allá de una mirada, de Olga de
Juambelz y Horcasitas que contiene una compilación de artículos periodísticos
(publicados en El Siglo de Torreón) y
otros textos literarios que la autora creó en el taller de su amiga y maestra
Elena Poniatowska, de éstos sobresale: “Seis décadas en la vida de una
mujer” que fue ganador, en 1981, del
“Premio Anual de Talleres Literarios”. Allí en el libro encontraremos una copia
del manuscrito donde Poniatowska manifiesta su alegría por el reconocimiento
del que fue objeto la autora. En este texto, a manera de diario, se exponen las
sensaciones, desde la niñez hasta la madurez en la vida de una mujer: Una niña
confundida porque los Santos Reyes no son lo generosos que ella desearía, ya
que se ha portado bien: “Mi tía Tere dice que no haga tantas preguntas; que los
niños no entendemos muchas cosas; que tenemos que obedecer. A mí esto me da
mucha rabia. ¿Por qué tengo que hacer tantas cosas sin entender?”. Una joven en
los 20 años, que despierta a la sensualidad. : “Tu mirada ilumina; es un bosque en llamas durante la noche. Tu voz
acaricia aunque sólo respires. Me penetra como un cuchillo que alcanza lo más
profundo de mi ser. Estoy empapada en una indefinible sensualidad”. Encontramos
una madre en la tercera década que se enfrenta al dolor de la muerte de su
pequeña hija: “No estoy dispuesta a que la vida, Dios o lo que sea, me haga
tanto daño. Resignación, me dijeron. Qué no me lo repitan. Se resignan los
débiles, yo no.” Luego, vemos a una esposa, con mucho dolor, que a los 40
reconoce los cambios del cuerpo y, paradójicamente, lo deslumbrante de las
pequeñeces de la naturaleza, de la propia y de la externa: “Olores, luces,
sombras, brisas, huracanes se propagaban en mi pecho, hasta tal punto que me
parece escuchar el ruido de mi sangre; el hervidero de mis células. Todo ese
misterio dentro de mí. Puedo alcanzar la vida en el bullicio de los grillos y
en el susurro de la yerba bajo mis pies.” Igualmente vemos a la mujer de 50 años
que se siente hermosa, plena y liberada. Y a los 60, la mujer sosegada, que
acepta que ya no puede correr tan rápido.
En Más allá
de una mirada encontramos (además de los prólogos de Elena Poniatowska,
Felipe Garrido y Sonia Salum) muchos de
los artículos que Olga de Juambelz escribió en su columna “Por pasillos de
Palacio” bajo el seudónimo de “La Güera Rodríguez” y otros más de su columna:
“La lucha por los ideales”, éstos fueron escogidos con la intención de reflejar
la esencia de la autora, su pasión por los viajes, el gusto por la música, el
encantamiento que le produce el arte, pero, sobre todo, su gran preocupación
por mejorar la vida de las mujeres.
Doy gracias a los hijos de Dña. Olga: Antonio, Patricia y Alfonso González Karg de Juambelz, por depositar
en mí su confianza para colaborar en la selección del contenido de este libro.
De Juambelz y Horcasitas, Olga. Más allá de una mirada. Torreón. El Siglo de Torreón, 2013.
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