Adán y Eva se sintieron el centro del Universo. Luego el mundo se pobló y sus moradores creyeron vivir en un limitado mundo plano. Y se descubrió la redondez de la Tierra, que sin embargo se movía. Se supo también que el Universo tenía miles de millones de planetas y estrellas conformadas en galaxias, y que (aunque no se ha comprobado) es factible que exista vida en otras coordenadas del Cosmos. Asimismo, los europeos descubrieron que en la otra cara de la Tierra moraban otros seres; la evolución ha caminado demostrando que a los humanos el envase nos queda cada vez más grande. Nos empequeñecemos a cada minuto. Pero a pesar de ello y de la globalización no hemos perdido la necesidad de buscar una identidad y de desear que alguien nos lance aunque sea una mirada instantánea. De modo que, aunque portemos el herraje de la manada, al mismo tiempo aspiramos a otro sello de identidad que nos haga diferentes. Vida irónica: la mayoría nos perdemos en la gran montaña del anonimato.
Recibí una invitación para formar parte de una asociación de escritores que luchan contra el anonimato. Con escepticismo leí la carta, ya que desde el momento en que a alguien se le ocurre luchar contra el montón, amontonándose, eso no es una situación alentadora, algo anda mal. Sobre todo porque la asociación presumía tener más de seis mil agremiados. Un mazacote así no puede luchar jamás contra el anonimato literario, sino al contrario, preserva y fomenta el anonimato. Podrán luchar contra el calentamiento global o la matanza de focas y hasta quitar a un Presidente, pero no servirá para crear literatos famosos. Podrá ayudar, sí, la invitación en compilaciones, y por supuesto estar junto a escritores reconocidos en publicaciones que tengan prestigio, pero ni siquiera eso garantiza que cuando un escritor publica un libro éste se vuelva famoso. Realmente es un misterio, porque en ocasiones hay escritores muy buenos que rara vez venden un libro y en cambio hay otros, no tan buenos, que venden miles de ejemplares. Desde luego, los hay buenos, ricos y célebres.
Y, aunque parezca difícil de aceptar, existen personas que escriben asegurando que no les importa que los lean. Por eso pregunto: ¿entonces para qué publican si su objetivo es la catarsis, sin ir más allá? Aún recuerdo el esquemita que en la secundaria nos mostró el maestro de Ciencias Sociales, que decía: La comunicación se conforma de un emisor, un transmisor y un receptor. Concluía que todos necesitábamos de ella, y que en determinado momento podríamos ser uno de los tres elementos. De modo que el emisor-escritor busca un transmisor-revista-periódico-libro, y ahora Internet, y busca un receptor, y es allí donde falla el proceso; el ciclo de la comunicación se interrumpe. Pocos reciben la señal, pocos leen.
Así, recordé el ensayo El escritor lagunero y su blog. Sorpresas y decepciones, del escritor Daniel Herrera, que expuso en el Encuentro de Escritores Coahuilenses en marzo del año pasado en el Teatro Isauro Martínez. Herrera defendía la idea de la importancia de publicar en Internet por medio de los blogs; mencionaba lo difícil que era que alguien aceptara publicar los textos propios en algún periódico o revista. Cuando escuché a Herrera no creí que tener un blog fuera relevante a pesar de que nos dijo todas las ventajas de ello. Sin embargo ahora reconozco que él tenía razón. En el blog: no se pide permiso a nadie para divulgar lo que se desea, no cuesta dinero, es fácil de crear, se pueden corregir textos ya publicados, se rescatan otros, el archivo se va haciendo solo por fechas y temas, y los textos difícilmente se perderán. Y siempre habrá alguien que se estacione allí un momento. La desventaja es que, aunque se logra la comunicación, la mayoría de las veces el anonimato sigue presente; pues quien lee los textos satisface su curiosidad, pero generalmente no le importa quién lo escribió. Aun así, definitivamente, Daniel Herrera acertó en su ensayo, el blog es muy buena herramienta para publicar; para comunicarse.
Recibí una invitación para formar parte de una asociación de escritores que luchan contra el anonimato. Con escepticismo leí la carta, ya que desde el momento en que a alguien se le ocurre luchar contra el montón, amontonándose, eso no es una situación alentadora, algo anda mal. Sobre todo porque la asociación presumía tener más de seis mil agremiados. Un mazacote así no puede luchar jamás contra el anonimato literario, sino al contrario, preserva y fomenta el anonimato. Podrán luchar contra el calentamiento global o la matanza de focas y hasta quitar a un Presidente, pero no servirá para crear literatos famosos. Podrá ayudar, sí, la invitación en compilaciones, y por supuesto estar junto a escritores reconocidos en publicaciones que tengan prestigio, pero ni siquiera eso garantiza que cuando un escritor publica un libro éste se vuelva famoso. Realmente es un misterio, porque en ocasiones hay escritores muy buenos que rara vez venden un libro y en cambio hay otros, no tan buenos, que venden miles de ejemplares. Desde luego, los hay buenos, ricos y célebres.
Y, aunque parezca difícil de aceptar, existen personas que escriben asegurando que no les importa que los lean. Por eso pregunto: ¿entonces para qué publican si su objetivo es la catarsis, sin ir más allá? Aún recuerdo el esquemita que en la secundaria nos mostró el maestro de Ciencias Sociales, que decía: La comunicación se conforma de un emisor, un transmisor y un receptor. Concluía que todos necesitábamos de ella, y que en determinado momento podríamos ser uno de los tres elementos. De modo que el emisor-escritor busca un transmisor-revista-periódico-libro, y ahora Internet, y busca un receptor, y es allí donde falla el proceso; el ciclo de la comunicación se interrumpe. Pocos reciben la señal, pocos leen.
Así, recordé el ensayo El escritor lagunero y su blog. Sorpresas y decepciones, del escritor Daniel Herrera, que expuso en el Encuentro de Escritores Coahuilenses en marzo del año pasado en el Teatro Isauro Martínez. Herrera defendía la idea de la importancia de publicar en Internet por medio de los blogs; mencionaba lo difícil que era que alguien aceptara publicar los textos propios en algún periódico o revista. Cuando escuché a Herrera no creí que tener un blog fuera relevante a pesar de que nos dijo todas las ventajas de ello. Sin embargo ahora reconozco que él tenía razón. En el blog: no se pide permiso a nadie para divulgar lo que se desea, no cuesta dinero, es fácil de crear, se pueden corregir textos ya publicados, se rescatan otros, el archivo se va haciendo solo por fechas y temas, y los textos difícilmente se perderán. Y siempre habrá alguien que se estacione allí un momento. La desventaja es que, aunque se logra la comunicación, la mayoría de las veces el anonimato sigue presente; pues quien lee los textos satisface su curiosidad, pero generalmente no le importa quién lo escribió. Aun así, definitivamente, Daniel Herrera acertó en su ensayo, el blog es muy buena herramienta para publicar; para comunicarse.