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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Errores en el des-Peje

ERRORES EN EL DES-PEJE
Angélica López Gándara
Jamás imaginé que mi relación con el verbo despejar llegaría a ser tan confusa, tan irritante como lo es ahora. Debo aceptar que no recuerdo cuándo fue la primera vez que tuve contacto con esa palabra. Pero casi podría jurar que fue de mañana. Una mañana azul, azul, de árboles y pajarillos. Horas matutinas de una mamá que salía de una recamara diciendo “gracias a Dios que salió sol, creí que el cielo nunca se iba a despejar”. Y la mamá caminaba directo a la lavadora cargando una gran pelota hecha de sábanas. Tenía que trabajar para borrar el mapa, o los mapas, que la noche anterior, había grabado un cartógrafo muy meon (aunque yo escuchaba que al chiquillo de la enuresis le llamaban “mión”). En esa situación, yo niña, entendía perfectamente la importancia del despeje de nubes en el cielo, pues de otro modo los mapas no se lavarían y las sábanas, al no ser expuestas al sol para secarse, el día siguiente albergarían un olor a urea por demás desagradable.
Hubo otras ocasiones en que la palabrita quiso hacerse la confusa. Pero aún no era tiempo de que logrará casi volverme loca; había ciertas noches en que, a mis hermanos y a mi, nos daban de cenar más temprano que de costumbre, y eso era cuando mi papá llegaba a casa diciéndole a mamá: “tingi ginis di ir il cini piri dispijir li minti” Claro, tal expresión provocaba enojo entre los hijuelos. No sólo porque no nos llevaban al cine sino porque cualquiera, por lerdo que fuera, reconocía los vocablos disfrazados con i. Algo peor nos daba cuafandofo ufusafabafan lafa efe. ¡Qué espanto! ¡Qué barbaridad! Conductas extrañas las de los padres de mi generación. A pesar de ello continué conservando el sentido correcto del despeje, aunque éste fuera de li minti o de lafa mefentefe.
Fue hasta la Secundaria que el término despeje inicio su etapa de confusión. En la clase de matemáticas se presentaban las ecuaciones de primero, segundo y tercer grado, y, los despejes ¡ay, canijo! No entendía ni exis, ni ye, ni A al cuadrado es igual a B+C... La maestra explicaba que en el despeje; el que está multiplicando pasa dividiendo y el que está sumando pasa restando y viceversa ¡bah! Y con esa idea me quedé. De manera que en los días en que el des-Peje se ha vuelto absolutamente borroso para mí, me encuentro en la vaguedad. Y el único concepto que me queda es el matemático, él que, bien a bien, no comprendí, del que en determinado momento llegué a pensar que era inútil y que no serviría para nada.
Por lo anterior, ahora que hablan de des-Peje y vislumbro la terrible fórmula que comprende las variables: Política mexicana es igual a PAN más PRI sobre PRD, la luz que busco únicamente produce sombras. Nada veo claro, al contrario, cuanto más leo los periódicos, cuanto más veo y oigo las noticias ¾con la esperanza de justificar tanto desfiguro¾ más se cierra la testa: ¿Huelga de hambre de relevos? ¡sálvanos Señor de los payasos! Que sí, que no, que caiga un desaforado. Que no salga en la boleta del 2006. El que quiere desaforadamente. Todos somos López ¡ay Dios! la publicidad efectiva. Hay que ponerle tache antes, para que no lo puedan tachar en las boletas. Sí, el desacato que no amerita cárcel, pero por favor quiero ser el preso número tal ¡Tramposos! Pagaron la fianza ¿Un arreglo político? Y la conclusión: la derecha juega chueco y la izquierda también.
Es verdad, el PRD estaba dividiendo a causa del hombre del maletín lleno de dinero y del jugador de las Vegas, pero en el intento de des-Peje, ahora pasó multiplicando. Marchas, manifestaciones en el Zócalo, uno, dos, tres y miles. Número uno en las encuestas. Allí lo pusieron los errores de los que piensan que las matemáticas no son útiles, los ignorantes. Enormes pifias de cálculo.
Quizá la ecuación tiene fallas de origen por eso el resultado será siempre erróneo. Las variables de la fórmula de la Política mexicana, no incluyen las necesidades del pueblo. La constante es el Poder. Al pueblo no lo integran, lo usan. Pueblo manipulado, esclavizado (desempleo o jornadas de doce horas diarias en algunas empresas) pueblo de mirada desolada, ansioso por tener nuevos héroes y mártires. El peligro crece e invade los territorio ocupados por la frustración.