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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

martes, 27 de marzo de 2018

SER MUJER



Es difícil exponer temas que hablen de la equidad de género ya que existen muchos prejuicios que hacen que las propias mujeres eviten asumirse como feministas. Incluso hay a quienes les asusta el término porque consideran que se las pueden asociar al lesbianismo o que les podría afectar para tener una buena relación de pareja. De allí que muchas prefieran estar lejos de esta palabra. Sin embargo, vale la pena recordar el pensamiento de la escritora francesa Simone de Beauvoir que aseguraba que: “El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal.”
El feminismo es un movimiento que lucha por la libertad de la mujer. Existen muchos tipos de feminismo, desde los más radicales que fomentan el desprecio hacia el hombre hasta el feminismo incluyente que reconoce lo mucho que puede afectar el patriarcado a ambos sexos. Además, el machismo le ha negado al hombre, entre muchas otras, las expresiones de ternura, endureciéndolo a tal grado que muchos han suprimido parte de su naturaleza como el simple hecho de llorar. Respecto a ello de Beauvoir expresa: “El hombre no es ni una piedra ni una planta, y no puede justificarse a sí mismo por su mera presencia en el mundo. El hombre es hombre sólo por su negación a permanecer pasivo, por el impulso que lo proyecta desde el presente hacia el futuro y lo dirige hacía cosas con el propósito de dominarlas y darles forma. Para el hombre, existir significa remodelar la existencia. Vivir es la voluntad de vivir.”
¿Qué es ser mujer? Muchas de las expresiones actuales dirigidas hacia la mujer son conceptos que se han venido utilizando de manera inconsciente a través de los siglos. Nos parece natural escuchar expresiones despectivas para definir a la mujer: “mala para manejar”, “chismosa”, “calladita te ves más bonita”, “andas en tus días”, “quedada”, “mal cogida”, “todas son putas (menos mi mamá y mi hermana)”, “¡sírvele a tu hermano!”, “cuiden a sus gallinas porque mi gallo anda suelto”, “me cela porque me quiere”... Podemos mencionar un sinfín de frases que todos usamos, sin darnos cuenta de la discriminación en la que incurrimos. Incluso las peores ofensas hacía al hombre es cuando le adjudican un rasgo femenino: “No seas nena”, “los hombres no lloran”, por ejemplo.
         Actualmente, aún es difícil lograr la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. A pesar de que a principios del siglo pasado las guerras mundiales obligaron a que las mujeres que trabajaban sólo en el ámbito privado pasaron a hacerlo al ámbito público; posteriormente en los años cincuenta el surgimiento del movimiento sufragista logró que la mujer obtuviera el derecho a ser ciudadana y así poder votar; después todas estas luchas se han continuado para exigir el dominio sobre su cuerpo con el uso de pastillas anticonceptivas, el derecho a decidir sobre su sexualidad y maternidad.
         Desgraciadamente los movimientos a favor de la mujer no han impedido que la violencia en su contra sea detenida, paradójicamente al enfrentar cambios de paradigmas crece la frustración en muchos hombres y se ha acrecentado la violencia. Por ello la mayoría de los feminicidios vienen de parte de las parejas sexuales.
         Existe ignorancia al valorar los tipos de violencia hacía la mujer que puede ser de palabra, acto u omisión. Así encontramos que una palabra que tiene el poder de construir también puede destruir; nuestro lenguaje cotidiano está lleno  conceptos denigrantes hacía la mujer e incluso frases que queriendo halagar  ofenden, como llamarnos “damitas” (así, en diminutivo porque somos pequeñas) “reinas del hogar”, “sexo débil”… resultan ser ofensivas porque limitan e intentan definir a la mujer por una característica.
         El día que dejemos de tener miedo a la libertad del otro lograremos una sociedad más justa.