En diversas ocasiones, mi esposo, Eduardo Serna
Zetina, ha ofrecido una conferencia sobre los premios Nobel. Él, después de asistir
al congreso europeo de cardiología (en septiembre de 2010) en Estocolmo,
Suecia, y de haber ido al museo Nobel, regresó del viaje con un renovado
interés por la historia de Alfred Nobel y los galardones que, en ciencia, literatura y paz son el máximo reconocimiento a lo que un ser humano puede aspirar. Durante meses
lo vi estudiando, en sus tiempos libres, sobre la Academia del Nobel y los personajes
que han ganado el premio. En su exposición, Eduardo, tiene un apartado que tituló:
“Las decepciones del Nobel”. Enseguida expongo algunos datos relevantes sobre el
tema.
La academia
encargada de elegir los premios Nobel, no está exenta de errores, pues quienes
deciden son humanos y Errare humanum est.
Existen varios ejemplos de sus equivocaciones. En medicina: En 1949, le
otorgaron el Nobel al neuro-psiquiatra portugués Egas Moniz, "por su
descubrimiento del valor terapéutico de la lobotomía frontal en determinadas
psicosis", cuando en realidad ese procedimiento sólo servía para provocar
que la persona se volviera un vegetal: sin habla, con retraso mental y con poco
movimiento. Otro fue el caso del austriaco Julius Wagner, (Nobel, 1927), por el
tratamiento con malaria para la demencia paralítica provocada por sífilis, que luego
se demostró que servía sólo para agregarles otra enfermedad a los pacientes.
Otro más, el danés Johannes Fibiger (Nobel, 1926) por el descubrimiento de que
el parásito spiroptera carcinoma era causante del cáncer en
ratones y por ende en humanos. Después se demostró que esto era falso.
Dentro
de los más controvertidos está el premio Nobel de la Paz, (que es el único que
otorgan los noruegos y no los suecos) ya que la Academia Noruega llegó a aceptar
nominaciones de grandes asesinos como Hitler, Mussolini y Stalin. Y se los han otorgado
a terroristas como Yaser Arafat. También lo han recibido personajes que no han
hecho nada en pro de la paz, como el presidente de los Estados Unidos, Barak
Obama, que en 2009, el mismo año que arribó a la presidencia, fue galardonado “por
la esperanza en un futuro mejor”. Aunque sabemos que cualquier premio se entrega
por el pasado de una persona no por su futuro. Otra muestra es el caso de la
joven paquistaní Malala, que a los 17 años obtuvo el Nobel. ¿Cuántos años pudo
haber trabajado por la paz esta niña? En contraparte, hay que recordar que el hindú
Mahatma Ghandi, ícono del pacifismo y quien logró la independencia de su país
frente a Inglaterra, fue nominado en cinco ocasiones, pero jamás recibió esta
presea. Hay que agregarle al premio Nobel de la Paz de este año, Juan Manuel
Santos, colombiano que tampoco ha logrado nada de paz.
Muchos piensan que hay un río subterráneo de intereses
económicos y políticos que son los que mueven las decisiones de los académicos:
para algunos el Nobel de literatura para Gabriel García Márquez, en 1982, fue una
estrategia para limpiar la imagen de una nación en crisis que el mundo asociaba,
principalmente, al nombre del narcotraficante Pablo Escobar. Sin embargo, son
pocos los que ponen en duda la calidad literaria del colombiano. El año pasado
se cuestionó el Nobel de la rusa Svetlana Alexievich, a quien le otorgaron el Nobel
principalmente por su trabajo periodístico, no literario. Sorpresivamente, este
año han premiado al estadounidense, de origen judío, Bob Dylan, famoso por su
música, es pues un escritor atípico para este galardón. He leído poemas
(canciones) de Bob Dylan y, aunque me gustan algunos, están muy lejos de deslumbrarme
y tengo la certeza de que no tiene la erudición de Jorge Luis Borges, James
Joyce, Marcel Proust, Mark Twain, Henrik Ibsen o León Tolstoi, todos ellos
nominados para el Nobel de literatura y a los que la Academia Sueca consideró
indignos de recibirlo. Sucedió igual que con el Nobel de Física que les fue
negado a dos grandes genios: Thomas Alva Edison y Nikola Tesla.
Sé
que no tiene importancia que me guste, o no, que este músico-poeta haya ganado
el Nobel. Pero creo que será apreciado más con los oídos que con los ojos, y la
lectura es la principal forma de apreciar la literatura. De cualquier manera, que
Bob Dylan esté en la polémica hace que revaloremos nuestra propia percepción de
la literatura y eso es parte de la pimienta de la vida.
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