ESCASEZ DE PECADOS
En la búsqueda de la punta del hilo conductor que me llevara a hablar sobre El peor de los pecados, el primer libro de cuentos de Angélica López Gándara, mi mente se instaló en seguida en una de las frases iniciales que llamaron mi atención en el cuento Palabravejera, que da entrada a su quehacer narrativo, y ésta es: “Todos vivimos en prosa”. Me detuve en ella un momento y concluí que, en efecto, todos vivimos habitando una estructura de conceptos susceptibles de ser contados y transformados, con la imaginación, en mentiras disfrazadas de verdad y viceversa. Juan Rulfo decía: “Todo escritor que crea, es un mentiroso; la literatura es mentira, pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación”.
Bajo esta premisa, la autora nos hace sumergirnos en las realidades y mentiras de sus múltiples personajes y, como ella, quisiéramos hallar nuevas palabras; crear un nuevo lenguaje para encontrar la vida, una vida que no sea tan corta, pero sí muy ancha; nuevas palabras que no sean tan baratas cuando las vende un escritor. Sin embargo, en este caso de El peor de los pecados, la narradora les da su debido valor para ofertarnos la vida y sus variantes como debe ser, en protagonistas lúdicos, dramáticos, oscuros, infieles, ladrones, científicos, tiranos, bondadosos hasta la saciedad, dementes, entre otros, como la Palabravejera a la que se le pudrió el lenguaje, pero no sus sueños; como Margarita y sus implacables celos; como los sueños rotos de una joven de los años 50 retratados en un diario; como el cínico hombre maduro que desea estar informado a toda costa; como Elpidio, casi ahogándose en su humedad; como la panza guadalupana de Don Abundio; como Santa Teresita del Niño Jesús Vázquez García, alias Teresa o Tere, “incubada” por no poder dejar de hacer la bolsa delantera derecha de los pantalones de mezclilla, y todo para intentar descansar de más; como Laura que lamenta parecer nueva en eso del vivir; como Fulanito Pan de Dios que desaparece cuando todos lo devoran… Y así, tantos personajes como imaginación nos regala López Gándara.
Cito a Julio Cortazar que consideraba que “… el tema del que saldrá un buen cuento es siempre excepcional, pero no quiero decir con esto que un tema debe ser extraordinario, fuera de lo común, misterioso o insólito. Muy al contrario, puede tratarse de una anécdota perfectamente trivial y cotidiana. Lo excepcional reside en una cualidad parecida a la del imán; un buen tema atrae todo un sistema de relaciones conexas, coagula en el autor, y más tarde en el lector…”. De esta manera, Angélica nos sube a su vehículo, la palabra, y nos lleva a dar un paseo divertido, angustiante a veces, nostálgico otras, hilarante, cáustico; nos introduce en la psique de sus máscaras literarias para revelarnos que todo es posible, como descubrir que se puede ser feliz en la tristeza; descubrir la felicidad que da una mordida a un taco de frijoles y una mordida a un chile jalapeño; descubrir la urgencia de una sed de venganza que no sabe a nada; descubrir que la mayoría de las personas aprende a querer sus desgracias; descubrir que a veces el ser bueno es muy fatigoso...
El peor de los pecados es, asimismo, un compendio médico que nos enriquece, pues varios de sus cuentos muestran la influencia de la autora como profesionista en esta área, y nos enseña que el corazón late 150 veces por minuto a los 40 días, y que al crecer disminuyen a la mitad, y que el corazón lleva y trae 5 litros de sangre por minuto a todo el cuerpo, y que un “morcito” no es un “amorcito”, sino un abrazo del sueño, porque la tercera parte de la vida hay que estar en el mundo de Morfeo, y que… y que… Hay que asomarse a él para continuar aprendiendo. Por otra parte, no oculta su gusto por la música clásica cuando Liszt, Shostakovich, Mozart, Beethoven se convierten en incestuosas mascotas caninas, mismas que estuvieron a punto de llamarse Ninel y Niurka.
Con un lenguaje sencillo, pero con frases inteligentes y contundentes, como:
- “El espíritu pesa porque es pesada la vida de la moderna esclavitud”.
- “Hay días enfermos donde el respirar tiene un precio”.
- “No hay que desesperanzar a la gente. Al contrario, hay que obligarlos a la alegría”.
- “Ten mucho cuidado con lo que te metes en el cerebro. Recuerda que la tristeza y el sufrimiento producen adicción”.
- “La soledad es un mito”,
Angélica López Gándara logra la paradoja de que disfrutemos la lectura de su libro de cuentos El peor de los pecados, aunque éste sea el no ser feliz, y aun cuando nos presuma que ha “andado escasa de pecados”.
Graciela Guzmán
Mayo de 2010
En la búsqueda de la punta del hilo conductor que me llevara a hablar sobre El peor de los pecados, el primer libro de cuentos de Angélica López Gándara, mi mente se instaló en seguida en una de las frases iniciales que llamaron mi atención en el cuento Palabravejera, que da entrada a su quehacer narrativo, y ésta es: “Todos vivimos en prosa”. Me detuve en ella un momento y concluí que, en efecto, todos vivimos habitando una estructura de conceptos susceptibles de ser contados y transformados, con la imaginación, en mentiras disfrazadas de verdad y viceversa. Juan Rulfo decía: “Todo escritor que crea, es un mentiroso; la literatura es mentira, pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación”.
Bajo esta premisa, la autora nos hace sumergirnos en las realidades y mentiras de sus múltiples personajes y, como ella, quisiéramos hallar nuevas palabras; crear un nuevo lenguaje para encontrar la vida, una vida que no sea tan corta, pero sí muy ancha; nuevas palabras que no sean tan baratas cuando las vende un escritor. Sin embargo, en este caso de El peor de los pecados, la narradora les da su debido valor para ofertarnos la vida y sus variantes como debe ser, en protagonistas lúdicos, dramáticos, oscuros, infieles, ladrones, científicos, tiranos, bondadosos hasta la saciedad, dementes, entre otros, como la Palabravejera a la que se le pudrió el lenguaje, pero no sus sueños; como Margarita y sus implacables celos; como los sueños rotos de una joven de los años 50 retratados en un diario; como el cínico hombre maduro que desea estar informado a toda costa; como Elpidio, casi ahogándose en su humedad; como la panza guadalupana de Don Abundio; como Santa Teresita del Niño Jesús Vázquez García, alias Teresa o Tere, “incubada” por no poder dejar de hacer la bolsa delantera derecha de los pantalones de mezclilla, y todo para intentar descansar de más; como Laura que lamenta parecer nueva en eso del vivir; como Fulanito Pan de Dios que desaparece cuando todos lo devoran… Y así, tantos personajes como imaginación nos regala López Gándara.
Cito a Julio Cortazar que consideraba que “… el tema del que saldrá un buen cuento es siempre excepcional, pero no quiero decir con esto que un tema debe ser extraordinario, fuera de lo común, misterioso o insólito. Muy al contrario, puede tratarse de una anécdota perfectamente trivial y cotidiana. Lo excepcional reside en una cualidad parecida a la del imán; un buen tema atrae todo un sistema de relaciones conexas, coagula en el autor, y más tarde en el lector…”. De esta manera, Angélica nos sube a su vehículo, la palabra, y nos lleva a dar un paseo divertido, angustiante a veces, nostálgico otras, hilarante, cáustico; nos introduce en la psique de sus máscaras literarias para revelarnos que todo es posible, como descubrir que se puede ser feliz en la tristeza; descubrir la felicidad que da una mordida a un taco de frijoles y una mordida a un chile jalapeño; descubrir la urgencia de una sed de venganza que no sabe a nada; descubrir que la mayoría de las personas aprende a querer sus desgracias; descubrir que a veces el ser bueno es muy fatigoso...
El peor de los pecados es, asimismo, un compendio médico que nos enriquece, pues varios de sus cuentos muestran la influencia de la autora como profesionista en esta área, y nos enseña que el corazón late 150 veces por minuto a los 40 días, y que al crecer disminuyen a la mitad, y que el corazón lleva y trae 5 litros de sangre por minuto a todo el cuerpo, y que un “morcito” no es un “amorcito”, sino un abrazo del sueño, porque la tercera parte de la vida hay que estar en el mundo de Morfeo, y que… y que… Hay que asomarse a él para continuar aprendiendo. Por otra parte, no oculta su gusto por la música clásica cuando Liszt, Shostakovich, Mozart, Beethoven se convierten en incestuosas mascotas caninas, mismas que estuvieron a punto de llamarse Ninel y Niurka.
Con un lenguaje sencillo, pero con frases inteligentes y contundentes, como:
- “El espíritu pesa porque es pesada la vida de la moderna esclavitud”.
- “Hay días enfermos donde el respirar tiene un precio”.
- “No hay que desesperanzar a la gente. Al contrario, hay que obligarlos a la alegría”.
- “Ten mucho cuidado con lo que te metes en el cerebro. Recuerda que la tristeza y el sufrimiento producen adicción”.
- “La soledad es un mito”,
Angélica López Gándara logra la paradoja de que disfrutemos la lectura de su libro de cuentos El peor de los pecados, aunque éste sea el no ser feliz, y aun cuando nos presuma que ha “andado escasa de pecados”.
Graciela Guzmán
Mayo de 2010