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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

lunes, 28 de agosto de 2017

ARMONÍA CULINARIA


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Muchas mujeres consideran que cocinar es un signo de sometimiento, y es que por siglos la cocina ha sido el lugar en donde la mujer ha estado al servicio de los demás a través de la preparación de los alimentos. Sin embargo, el mundo de la gastronomía es apasionante; los sabores y los olores tienen la capacidad de traernos sensaciones nuevas y de antaño. Además, a través de la comida es posible conocer la historia de los pueblos. Y casi se podría hacer la biografía de cualquiera si supiéramos su historial gastronómico. Al estar al tanto de qué y cuánto come una persona se conseguiría deducir algunos rasgos de su personalidad, su estado de salud y su situación económica. De tal modo que si se habla de alguien que jamás come cerdo, se podría pensar que se trata de un judío ortodoxo; si no come carne de res pensaríamos que es un hindú brahmanista; y si no se alimenta de ningún animal, entonces podría tratarse de un vegetariano, y si come sólo vegetales crudos sería un vegano.
       El arte culinario está lleno de curiosidades. Y es que es sorprendente ver que algún platillo hindú puede llevar hasta treinta ingredientes. O podemos observar cómo la comida árabe y la judía tienen mucho en común, aun siendo, ancestralmente, de pueblos enemigos (ambos hijos del desierto. La geografía se impone). Igualmente es interesante detectar en una receta alusiones históricas como en la de “Moros y cristianos”, que no es más que frijoles negros que representan a los moros o árabes morenos, y a los cristianos, que en este caso son el arroz blanco; se señala así los más de setecientos años de los árabes en España, (aunque este platillo es típico de Cuba). La comida habla también de mestizaje. Allí está el pan de pulque saltillense; la harina de trigo española amasada por el pulque indígena. Habla también de invasiones globalizadas; el chocolate de origen mexicano invadió el mundo y es explotado grandemente por los suizos y los belgas. Tampoco deja de extrañar que México, un pueblo conquistado por españoles, no haya tomado la costumbre de ingerir diariamente vino de mesa. Es hasta hace algunos años que muchas personas han puesto de moda  los Merlot o los Cabernet Sauvignon.  
       Por lo anterior, me gustó mucho el libro Culinary Harmony del estadounidense David Rezits. El violonchelista y amante de la alta cocina se dio a la tarea de recopilar las recetas favoritas de doscientos músicos clásicos. En el texto el autor asegura que la capacidad de hacer buena música va siempre junto con el reconocimiento de la buena mesa. Así, según Rezits, quien hace música de calidad también es un gourmet. En este libro de armonía culinaria destacan los platillos favoritos de Paganini, Rossini, Perlman, Menuhin.  
       Gioacchino Rossini fue conocido también como cocinero y, aunque en varios restaurantes italianos se sirven sus famosos macarrones, al parecer una de sus recetas favoritas era un consomé hecho a base de foie gras y trufas negras. El director hindú, Zubin Metha, disfruta del pollo que prepara su esposa Nancy, que lleva veinte ingredientes de los que destacan: leche, cardamomo, azafrán, mantequilla, ajos, jengibre y chile. Desde luego, este plato es hindú. Para el compositor y director neoyorquino, John Williams, lo mejor en el almuerzo son unos hot cakes con yogur, mantequilla y miel de maple. Yehudi Menuhin, violinista estadounidense de origen ruso, gustaba de la sopa de ajo. El violinista estadounidense, Izthak Perlman, paladea un platillo hecho con hígados de pollo y una pizza, que en Nueva York bautizaron con su nombre. En el libro viene incluida una copia de una receta escrita con la letra de Niccoló Paganini; se trata de los ravioles Paganini que se sirven en salsa de tomates y hongos.
       De manera que con el libro Culinary Harmony de David Rezits, puede uno acercarse a los músicos comiendo sus platos favoritos, ya que las recetas están muy bien expuestas. Además en el mismo se pueden leer un poco de sus biografías.
         Enseguida les comparto la receta del Consomé Rossini. Esta creación es de él era uno de sus platillos favoritos
Ingredientes
250 grs. de foie gras
1 trufa negra finamente picada
30 pequeños profiteroles de 2 a 2.5 cm.
6 yemas de huevo
250 ml. de crema de leche
1 1/5 litros de consomé de pollo o res
2 cucharadas de oporto
1 cucharada de perejil finamente picado

Se mezclan el foie gras con una manga pastelera para rellenar los profiteroles, luego se baten las yemas y la crema. El consomé se pone a hervir con el oporto, se le agrega la mezcla de crema y yemas y se remueve continuamente, una vez que espesa se retira del calor. Se sirve el consomé en platos individuales adornados con los profiteroles y se espolvorea el perejil. Buon appetito.

sábado, 12 de agosto de 2017

LA TREGUA DE BENEDETTI


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Mario Benedetti (1920-2009) fue un escritor uruguayo que publicó alrededor de ochenta libros;  muchos de sus poemas son conocidos como canciones que, en su mayoría, han sido interpretados por Joan Manuel Serrat. El poema más famoso hecho canción es “Te quiero”: “Si te quiero es porque sos/ mi amor, mi cómplice,  todo./ y en la calle, codo a codo,/ somos mucho más que dos…”
        Su novela La tregua es una historia apasionante que ha sido llevada al cine en dos ocasiones: una versión argentina filmada en 1974 y otra mexicana en 2003. Se trata de una obra escrita a manera de diario, en donde Martín Santomé, el personaje principal, va narrando su día a día durante un año. Santomé es un empleado de oficina, que lleva una vida mediocre; es viudo desde hace veinte años; tiene tres hijos y cuarenta y nueve años. La novela se desarrolla en la ciudad de Montevideo, Uruguay. Y a pesar de que los primeros días descritos son el tedio de la cotidianidad, el narrador tiene la habilidad de dejar en suspenso al lector; esperando saber que pasará el día siguiente.
        Diferentes vertientes de esta historia me parecen destacables. Primero que el personaje de Martín Santomé a los cuarenta y nueve años ya siente que la muerte está cerca; está tramitando su jubilación para dedicarse, lo que le queda de vida, al ocio, pero la vida le ofrece una tregua, y esta le es dada por la presencia de Laura Avellaneda, una muchacha que entra a trabajar a su oficina y que tiene solamente veinticuatro años, la mitad de su edad. La atracción entre ellos se va dando poco a poco, hasta consolidarse. La presencia de la joven le devuelve la imagen de su esposa a la que él estaba imposibilitado para recordar físicamente. Compara los cuerpos de las dos jóvenes y las encuentra igualmente hermosas. Luego, inevitablemente compara el cuerpo de él e Isabel, su esposa muerta, y el de él y Laura, su joven amante. Se siente miserable; fue joven con Isabel y es viejo con Laura: “Desde la calvicie desequilibrada (el lado izquierdo es más desierto); la nariz más ancha, la verruga del cuello, hasta el pecho con islas pelirrojas, el vientre retumbante, los tobillos varicosos, los pies con incurable, deprimente micosis”.  Se reconoce como una caricatura de sí mismo.
        La razón por la que una persona mayor se enamora de una joven, generalmente no necesita explicación; la juventud es atractiva por sí misma. No se cuestiona al viejo sino al joven. En esta novela la relación de una muchacha con un hombre que le dobla la edad no huye de los estereotipos que, en este caso, radican en dos posibilidades: La primera es que las jóvenes buscan a los hombres mayores por interés económico y el segundo es que tienen carencias afectivas de la figura paterna. A la joven le faltó padre. Benedetti se va por la idea freudiana; pues su amante no conoce a su padre biológico y el que cree que es su progenitor es un hombre distante de ella.  Y a pesar de que los amantes son personas libres tienen una relación secreta como si estuvieran cometiendo un delito. Ella le reclama el egoísmo de él en cuanto a la burla que una pareja, dispareja en años, provoca en la sociedad: “Usted no quiere parecer ridículo pero no tiene inconveniente en que yo lo parezca”; ella también se siente ridícula. Llama la atención que Martín Santomé nunca menciona a Laura, su amante, por el nombre propio sino que se refiere a ella por su apellido: Avellaneda, como si no lograra asirla del todo.
        Otro de los tópicos que me parecen sobresalientes es el constante rechazo que manifiesta Martín hacia Santini, un compañero de la oficina que siempre lo acosa con sus confesiones y que le cuestiona sobre si la homosexualidad es algo inmoral o no. Santomé manifiesta el rechazo hacia el empleado porque es homosexual y lo llama, repetidas veces, maricón. Sin embargo, lo interesante está en su reacción al enterarse que su hijo favorito es homosexual, igual que su compañero de trabajo.
        Martín sufre al pensar en lo que le dijo su mejor amigo al confesarle su amorío: “Quiero decir que a mí me parece muy claro todo el problema: lo que te pasa es que tenés miedo que dentro de diez años ella te ponga cuernos”. Sí, él tiene miedo, celos de todos los hombres que se le acercan a Laura y más cuando ella ríe. Tiene temor de que ella exija tener hijos, pues él no desea tener más. No obstante ninguno de sus miedos llegan a realizarse; el final es por demás sorpresivo. La Tregua de Mario Benedetti es una novela para leerse sin interrupciones.

viernes, 11 de agosto de 2017

LA PASIÓN NECESARIA DE ROSA GÁMEZ

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Rosa Gámez Reyes Retana es sicóloga y escritora. Ha escrito la novela: La menoscabada; El libro de cuentos: Pueblerinas narraciones; los poemarios Devenir de luna, Imantación y Grafías al viento; los ensayos: Un logro del deseo. La Camerata de Coahuila, Pienso, Luego escribo y Déjame ayudarte con tu niño Down. A Rosa Gámez, le viene la pasión por el arte gracias a su familia, pues unos tíos suyos estudiaron canto en Italia y sus padres tocaban el piano. La escritora recuerda que su mamá leía a primera vista las partituras y que a su papá le gustaba mucho interpretar Caballería Rusticana de Pietro Mascagni. Rosa toca el piano y es una mujer que busca siempre estar aprendiendo; ha sido un ejemplo para muchos, como ella misma lo percibe: “Creo haber sido una motivadora natural en el ambiente en que me he desenvuelto. He procurado ver el lado positivo en todas las circunstancias de la vida”, afirma.
        La autora, no sólo ha estado involucrada en las artes, también tiene una larga trayectoria como persona altruista: Durante muchos años enseñó el sistema Braille a los invidentes y por ello, el Club Sertoma de Torreón le otorgó el reconocimiento “Premio al Mérito” en 1972. Asimismo, por aquellos años, visitaba a los presos de la cárcel municipal de San Pedro de las Colonias, a quienes ayudaba en todo lo que le era posible. Cuenta que iba al Centro de Madres, lugar donde se concentraban jóvenes embarazadas y solteras, a las que auxiliaba económicamente y les daba asesoría haciéndoles sugerencias de cómo mejorar su calidad de vida; les conseguía consultas médicas gratuitas y las apoyaba con los medicamentos.
Su más reciente publicación es un relato (impreso en forma de plaquette) que se titula: Tocar sin pasión, es imperdonable, el nombre es el fragmento de una frase que dijo Ludwing van Beethoven: “Tocar una nota equivocada, es insignificante. Tocar sin pasión, es imperdonable”. Se trata de un texto escrito a través de un narrador omnisciente que guía la historia a través del pensamiento del protagonista principal; un hombre llamado Renato Armand, quien es pianista y director de orquesta. Él, a lo largo del relato, manifiesta su vital motivación por la música y se centra en la preocupación por los problemas que se le presentan en su trabajo como director. La segunda protagonista  es, precisamente, la orquesta que él dirige. Gámez cuenta pasajes de la vida de un hombre que desde la infancia se sintió atraído por la música: “Las composiciones musicales le apasionaban desde niño, por eso dedicó muchos años de su vida al estudio […] Su personalidad receptiva favorecía su sentido artístico, que afloraba de las partes más elevadas de su ser; todo aquello era posible trasmitirlo a través de la música.”
Como lo mencioné con anterioridad, esta historia tiene como hilo conductor el pensamiento de Renato Armand; las ideas del personaje son relacionadas con algunas de obras maestras de la música clásica. Y Aunque el título de este libro alude a Beethoven, el artista más mencionado es Mozart. Por ejemplo, en varias ocasiones el músico piensa en la muerte, por lo que recuerda el Requiem de este compositor; la narradora asegura que todas las situaciones de la vida son expuestas magistralmente por el prodigio de Salzburgo, ya sea que se trate de la farsa, la tragedia, el absurdo o el amor. El protagonista considera que estaba predestinado para ser músico, pues le parece imposible que él pudiera llegar a ser comerciante, político o realizar cualquier otra actividad. Aunque gracias a la música podía conocer muchas profesiones, disfrutaba especialmente de la ópera El empresario teatral de Mozart.
Renato es presentado por la escritora como una persona muy sensible: “Le dolía pensar en las miserias económicas que tuvo que pasar el compositor austriaco, sin importarle el tiempo que había pasado de su existencia, tenía presente el año de su nacimiento: 1756, y el de su muerte: 1791. En cambio olvidaba las fechas de cumpleaños de su familia y amigos. Para él, Mozart era el mayor genio musical de todos los tiempos. Él se rebelaba ante la indiferencia de quienes no disfrutaban de la perfección musical de esas composiciones. Renegaba por las injusticias a las que fue sometido este genio, por sus contemporáneos”.
Rosa Gámez, nos habla de la religiosidad de su protagonista: “Renato oraba para desarrollar, como Mozart, ese espíritu que proyectaba y difundía la profundidad de la armonía, de las acciones escénicas y del acompañamiento instrumental, que de él dependían. Con la ópera La Flauta mágica, Armand disfrutaba profundamente, por lo que varias veces la había dirigido.”
En ocasiones, el personaje principal siente desilusión porque su trabajo no es reconocido en la medida que él lo merece, pues la prensa no siempre reseñaba con justicia el trabajo que realizaba con la orquesta: “No apreciaban el esfuerzo y la maestría con que había ejecutado algún concierto. No escribían como se debería, pero no sabía si era por ignorancia o por desinterés, pues siempre le daban más espacio a la música popular. Por ello sintió enojo por la nula publicidad que tuvo antes y después de su presentación, el flautista Oicaroh F., genio a nivel mundial, cuando vino a tocar el Concierto para flauta y orquesta No 2 en re mayor, de Mozart. Armand no entendía la insensibilidad de los periodistas hacía lo que a él enamoraba, como ese concierto.”
Tocar sin pasión, es imperdonable de Rosa Gámez es un texto en donde se abordan las dudas existenciales de un músico, director de orquesta, y en menor medida expone la problemática de una orquesta, tanto en las relaciones interpersonales como el sustento artístico y económico que requiere una organización de este tipo.

Inevitable este libro nos trae a la mente a la Camerata de Coahuila. Sin embargo, aunque hay ciertas coincidencias, finalmente se trata de un relato producto de la fantasía de la autora, como ella misma lo aclara en su dedicatoria: “…este escrito es un argumento de mi imaginación, cualquier semejanza con la realidad sería una imprevista coincidencia, por lo que de antemano pido disculpas.”