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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

lunes, 20 de junio de 2016

OCHO PENSAMIENTOS RENCOROSOS Y UN ACTO INMORAL



Ocho pensamientos rencorosos
1.- En Coahuila, a mediados de marzo de este año, un niño perdió la pierna y otro más perdió la vida a causa de ataques por perros de la raza pitbull, Algunos salen con la patraña de que un niño vale igual que un perro. Si un perro matará o fuera causa de sufrimiento moral y físico para una familia, y si en mis manos estuviera, sin miramientos, lo mandaría a dormir. Esto, porque el otro día leí a un payaso que llamaba a los perros “personas no humanas”. ¿Qué tan idiota hay que ser para no diferenciar a las personas de los animales? Y miren que amo a los animales aunque a veces me los coma en salsas de colores, pero prefiero eso a la histeria del que llora por la muerte de una vaca pero usa zapatos y cartera de piel de ternera.
2.-Ojalá a nadie se le ocurriera venir a mi cocina y decirme cómo debo hace el mole verde o cómo picar la cebolla. Me quedo callada y no discuto cuando vienen a mi dándome consejos de cómo llevar la vida; lecciones que, justamente, son las que estas personas deberían de tomar. El silencio es mi desquite, no hago caso absolutamente de nada.
3.-En esta etapa de mi vida, soy por completo inflexible; no cedo ni un milímetro, cuando se trata de ir a ver películas de acción donde el número de coches o edificios destruidos son lo importante. No soporto ni los comerciales de estos filmes. No voy, pero muchas veces fui, que es peor.
4.-A los que me dicen damita o seño, les digo que solo me detienen las represalias pero bien podría arrancarles los cabellos de un solo tirón. Me disgustan porque son los mismos que dicen que hay que cuidar a las “cabecitas blancas” y que presumen de reconocer la capacidad de la mujer pero que en realidad son misóginos.
5-¿A quién se le ocurrió decir que nacimos para ser felices?, esas actitudes de felicidad eterna me pudren, por falsas. No venimos para ser felices, venimos para ser tristes, enojados, aburridos, asombrados y claro también para ser felices. Pero, ¿por qué esa presión de que estemos con una sonrisa sempiterna como si fuéramos idiotas?
6.-Le doy valor de menos uno al top ten de la literatura, no me dejo llevar por las modas en esta materia. Me gustan muchos autores actuales, sin embargo, me fastidian cuando me preguntan sobre algún escritor de bestsellers, que por supuesto, nunca conozco.
7.- A veces leo la Biblia, libro que, aclaro, nunca he leído completo. Este libro me hace enojar por tanto menosprecio que se manifiesta hacia la mujer. Aunque me gusta la historia incluida en Jueces sobre Deborah, una gobernante israelita; mujer justa y valiente. Pero se me retuerce el hígado junto con el páncreas, que Eva sea la perversa y Dalila la traidora entre muchas otras. Y, ¿por qué Dios escogió que todos sus autores fueran hombres? Y no me trago eso de que fue por la época.
8.- La persona que venga a decirme que elimine los pensamientos rencorosos puede irse mucho a la casa de su madre y poner sus palabras donde mejor le acomoden; eso sí, que no sean mis oídos ni mis ojos. Estoy orgullosa de mis rencores he sido muy feliz con ellos. Además, a mis rencores les debo decisiones trascendentes de mi vida, entre otras, sacudirme a una que otra alimaña.
Un acto inmoral

Sí, lo hice. Pero a mi favor puedo decir que no fue de manera intencional y ni siquiera fue mi culpa. Aunque sí soy culpable de no ponerle remedio, eso que ni qué. Lo reconozco. Hace algunas semanas fui a Sam´s Club, a esa tienda donde, encima de que vas a comprarles, tienes que pagar membresía. Escogí lo que iba a comprar y pagué. Al salir revisaron la mercancía y adiós. Al llegar a casa me di cuenta de que no me había cobrado diez kilos de comida para perros. ¿Y qué hice? Nada. Me los quedé. Me puse contenta y sonreí maliciosamente. Tan fresca. 

domingo, 5 de junio de 2016

CUANDO EL MUNDO PERDIÓ A SHEREZADA



La cultura árabe ha hecho grandes aportaciones a la humanidad, entre otros,  no sólo le debemos los números con los que ahora contamos; le debemos el álgebra y uno de los más importantes libros de la literatura: Las mil y una noches. En el año 850 se hizo la recopilación de estos relatos de tradición oral. Historias que se desarrollaban en Persia (hoy Irán), China, Siria, Irak, India y Egipto. Originalmente fue escrito en persa; en el siglo V se tradujo al árabe y en el siglo XVIII apareció la primera versión en francés. Actualmente se encuentra en casi todos los idiomas.
Este libro cuenta la historia de un sultán que después de saber que su esposa le había sido infiel, la manda decapitar. Posteriormente, cada noche, él desposa a una joven virgen para asesinarla la mañana siguiente. Hasta que llega Sherezada quien le propone contarle cada noche un cuento, retándolo a que si ella no es capaz de entretenerlo le dé la misma suerte que a sus antecesoras. El libro dice que tuvieron que pasar mil y una noches de historias para que el sultán Shahriar, perdonara, definitivamente, la vida a Sherezada. Sin embargo, esta obra está muy lejos de contener mil y un cuentos, (la edición que yo tengo, de quinientas páginas, contiene apenas sesenta y seis). Los cuentos más famosos de este libro son “Aladino y la lámpara maravillosa”, “Simbad el marino y “Ali Babá y los cuarenta ladrones”.
La primera lectura presenta la crueldad con la que pueden llegar a ser tratadas las mujeres en el mundo árabe: Una mujer es infiel y ella, y todas las de su sexo, pagarán las consecuencias. Pero, en contraparte, también se trata del reconocimiento de la inteligencia y la creatividad femenina, pues recurriendo a estos dones, Sherezada logra detener la violencia.
Por lo anterior, cuando alguien me dijo que escribiera un breve texto que hablará de las Torres Gemelas, (ya que el próximo 11 de septiembre se cumplirán 15 años de su destrucción perpetrada por Al-Qaeda) pensé que la imaginación de Sherezada se había extraviado. Al parecer no hay forma de negociar con la palabra sólo con el terror. Entonces escribí un pequeño relato que titulé: “Sherezada ha perdido la imaginación”, a continuación lo comparto:                 
Mis padres me llaman mamá en lugar de decirme Layla, y a mi hermano Yamil, le dicen papá. Mis amigas me preguntan el porqué de ese contrasentido. Les explico que es una costumbre árabe. Crecí entre hojas de parras, Kebbe, kabab, Kafta, tabulé y pitas árabes. Crecí en una familia de barbas y cejas abundantes; ojos y narices grandes; con unos abuelos paternos imposibilitados para pronunciar la P, misma que cambiaban por B.
         El día 11 de septiembre de 2001, cuando las Torres Gemelas de la ciudad de Nueva York colapsaron por los ataques terroristas, yo tenía siete años de edad y vivíamos en Torreón, una pequeña ciudad del norte del México. Al ver las imágenes del atentado por televisión, y saber que eran árabes los responsables, mi abuelo dijo ensombrecido: “Los terroristas han arruinado al mundo y junto al mundo, a todos los ‘baisanos’”. Yo, sin saber por qué salí corriendo hacia el baño, tomé un rastrillo y eliminé mis cejas. Luego, con unas tijeras trasquilé mi abundante cabellera negra. Regresé con el abuelo, lo abracé y le pedí que me llevara al cirujano plástico para que me hiciera una nariz pequeña. Él, con los ojos llorosos, me dijo que me veía “esbantosa”, qué dejara en paz mis “belos”. Días después me regalo el libro de Las mil y una noches y su inicio me pareció cruel.

         Quince años después, en las noticias se habla casi lo mismo.  Tomo una pequeña taza de café negro con sabor terroso. Releo el libro que me regaló mi abuelo. Tengo la sensación de que el texto que ahora enfrentó estará cambiado. Esta Sherezada será como las demás deposadas muertas por Shahriar. Sherezada ha perdido la imaginación, ya no tiene más cuentos que contar, por eso el sultán Shahriar la matará y seguirá confundiendo al mundo llamándole honor a la maldad.