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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

sábado, 21 de abril de 2012

ENFERMEDAD Y LIBRE ALBEDRÍO

Me topé con el libro Tú puedes sanar tu cuerpo de Louise L. Hay, le di una vista rápida y me sorprendió. Contenía una lista de padecimientos, las causas emocionales que los provocaban y las oraciones que harían posible su sanación. Actualmente existe una tendencia a creer que todas las enfermedades son mentales. El origen del cáncer según ese libro es por “Una herida profunda, resentimiento largamente acumulado. Una pena secreta y acarrear odios”.Enseguida uno se pregunta qué odios podría guardar un bebé al que le diagnostican leucemia, o cualquier otro niño nacido enfermo. ¿Acaso este libro nos está diciendo que las mujeres laguneras odiamos más que las de cualquier otro lugar de la Republica? pues es aquí en donde se registra el más alto índice de mortalidad por cáncer de mama. Es absurdo creer en esas teorías como si fueran leyes. En La Laguna hay investigadores que han demostrado la relación del cáncer de mama con cuestiones ambientales.
El proceso de enfermedad es mucho más complejo de lo que creemos. En mi infancia jamás padecí de alergias, comía duraznos e higos de los árboles de casa, años después me volví alérgica a éstos. Pero curiosamente no a los que mi papá aún cultiva. Entonces no es que tenga“Negación de mi propio poder¨” como dice Louise L. Hay de las alergias, sino que la fruta que compro en el supermercado está cultivada con insecticidas o fertilizantes artificiales a los que sí soy alérgica. Igual me pasa al comer camarones baratos que me dejan la cara de Chucky, en cambio los camarones grandes y caros los disfruto sin problema. Y no es que pretenda ser muy gourmet, simplemente es que los de pacotilla contienen un conservador que mi cuerpo detecta como intruso. Mi alergia no es porque sea cobarde, aunque no estoy exenta de serlo, pero no es la cobardía la que me saca ronchas y comezones.
Aunque sabemos que todas las enfermedades, de una u otra forma se modifican según las emociones, pues es verdad que la depresión disminuye la inmunidad, o bien, los dolores desaparecen con las alegrías y los orgasmos, por lo menos a ratos. Pero decir que nosotros mismos somos los causantes de todas las enfermedades que padecemos es cruel y ególatra a la vez. El que enferma se culpa y el sano se envanece. Aunque hay casos muy específicos en los que sí hay una relación causa efecto. Los ejemplos más comunes son las adicciones donde pareciera que la persona busca su propia enfermedad, como pasa con el uso de drogas, alcohol, tabaco, exceso de comida o cualquier otro factor que someta al cuerpo a trabajos forzados para mantener el equilibrio u homeostasis. A pesar de ello las enfermedades provocadas por las adicciones no son del todo cuestión de voluntad. Es cierto que casi todas se iniciaron por un trastorno emocional, ya sea ansiedad, depresión, mal manejo de la ira o la frustración. Pero eso es sólo al principio, después es muy difícil sobreponerse porque las propias células exigen dichas sustancias. Ya no se trata de una simple emoción, sino de algo mucho más poderoso y complejo: la bioquímica celular.
En el libro El lenguaje del cuerpo de Francis Collins expone que la mayoría de las células de las que estamos constituidos no corresponden a nuestro DNA sino que estamos completamente invadidos de microrganismos (flora normal) que nos rebasan en número (celularmente hablando) y que viven de manera simbiótica en nuestro cuerpo; evitan que otras bacterias, virus u hongos que sí son dañinos se instalen en el organismo. Así impiden, dentro de lo posible, que enfermemos. Un ejemplo simple de la importancia de las bacterias “amigas” es cuando se da tratamiento con un antibiótico para cualquier infección, y a los diez o quince días aparecen hongos en los pies; el tratamiento arrasó con todas las bacterias, las buenas y las dañinas y los hongos se aprovecharon. L. Hay diría que el paciente, al alojar hongos, se rehúsa a dejar el pasado.
De cualquier manera, lo mejor es comer saludable, meditar y hacer ejercicio. Continuaré con el mismo tema la próxima entrega.