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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

domingo, 28 de septiembre de 2014

ENVIDIONAUTAS


El color de la piel habla de la raza, de las enfermedades y de las emociones. Las razas, son en grandes divisiones: blanca, amarilla y negra. Igualmente, hay enfermedades que cambian el color de la piel como es el caso de personas que se pone amarillas porque le ha subido la bilirrubina, a causa de trastornos del hígado, páncreas o sangre. Si está pálido tendrá anemia, si azul o cianótico será muestra de un defecto cardíaco o pulmonar. Cara roja o rubicunda la del hipertenso; el cara rosada (o soplador rosado) corresponderá al bronquítico crónico. Colores de manchas serán diagnosticadas por dermatólogos. A la par, el color dérmico habla de las emociones: Nos ponemos rojos de vergüenza, y -algunos dicen- morados y hasta negros por enojo; amarrillos (o pálidos) de miedo. Y el que viaja en la envidia; el envidionauta se pone verde, “Se puso verde de la envidia”. Aunque tal afirmación no es en sentido literal, pero se refiere a la creencia de que la envidia causa enojo y ello aumenta la secreción biliar y la bilis es verde,verde brillante. De allí que el envidionauta sea verde.

La envidia (RAE) significa sentir tristeza o pesar por el bien ajeno. La envidia “es el único pecado que no produce placer” (Manuel Pereira, dixit), todos los demás hacen que quien los comete la pase bien, por lo menos en el momento, aunque después sufra las consecuencias. No siempre. Según el catolicismo es parte de los siete pecados capitales: soberbia, ira, avaricia, gula, pereza, lujuria y envidia. La envidia surge de la comparación que hacemos de los demás con nosotros mismos, pero esto es sólo entre las personas que tenemos cerca, a quienes generalmente consideramos de un nivel semejante -intelectual o económico-  al nuestro, y que, sin embargo, tiene logros de los que carecemos.

En un ensayo titulado “Sobre la envidia” de Lesker Kolakowski dice: “A un escritor le puede dar un patatús, por no decir un ataque de locura, si algún otro escritor le hace la cochinada de recibir un Premio Nobel”. Esto, podrá sucederles a quienes pertenecen a su mismo círculo, el resto no sufrirá, por el contrario correrán a comprar sus libros y la admiración hacia el autor aumentará.

Kolawoski hace esta reflexión: “La sola aspiración de igualar a los demás, a los que han alcanzado algún éxito, no es nociva ni destructora, siempre y cuando estimule a un mayor esfuerzo; en cambio, si es nociva y destructora cuando lo que se aspira es a que nadie le vaya mejor y cuando todo mi esfuerzo se encamina a querer perjudicar a ese otro, más eficaz, con la esperanza de poder reducirlo a mi propio nivel, para que, de esta manera estemos ‘parejos’. Es algo que vemos muy común ‘que nadie duerma tranquilo mientras yo no puedo dormir’”. De lo anterior podemos concluir que a veces no es malo sentir envidia sino hacer mal uso de ella, la podemos utilizar para corregir nuestra conducta. El ensayista asegura que la envidia, como emoción social, es imposible de eliminar (por la desigualdad en las clases sociales), pero afirma que la envidia individual se debilita a través de la razón, garantizando que la inteligencia es un factor indispensable para combatirla, ya que un envidioso cuando se descubre como tal, también da cuenta de su pequeñez, sin embargo ocultar la envidia es algo realmente difícil, pero si nos percatamos de que la sufrimos, es posible abstenerse de manifestarla, e insiste el autor, “para esto se requiere de inteligencia”.

“La envidia no perjudica mayormente a aquel contra el que va dirigida, ya que él fácilmente la podrá pasar por alto con solo ver que el envidioso no hace más que poner en ridículo a su propia persona”, asegura Kolakowski, sin embargo la historia da cuenta de muchos envidionautas que han cometido crímenes impulsados por este sentimiento.

sábado, 20 de septiembre de 2014

ROBAR UN LIBRO NO ES ROBAR

Ir a la entrevista con el escritor cubano Manuel Pereira en El Siglo de Torreón

El sábado 16 de agosto, en el DF, Manuel Pereira -escritor cubano, naturalizado español en 1993- me concedió una entrevista. Creí que iba preparada: había leído su blog, entrevistas y sus libros: El Ornitorrinco y otros ensayos donde aprecié su erudición; su novela, Un viejo viaje, en la que vi el dolor y la confusión de un hombre antes del exilio y Mataperros, cuentos inspirados en su niñez, llenos de nostalgia, sin embargo, al momento de la entrevista sentí que no sabía nada. Discípulo de José Lezama Lima, amigo de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Alejo Carpentier y Eliseo Alberto, entre otros, Manuel Pereira es, además, un hombre amable y generoso.
Al llegar a su departamento situado en “Mixcoac, patria chica de Octavio Paz”, como me dijo al preguntarle su dirección, me sentía privilegiada de conocer a un autor del que había apreciado las huellas intelectuales de “Diez mil años de literatura” (título de una entrevista que él le hizo a García Márquez). E igualmente, me emocionaba palpar las huellas físicas de su amistad con grandes escritores: fotografías, cartas, autógrafos… En especial, me entusiasmaba ver la edición de Rayuela que contenía dos dedicatorias. La primera, la fantasía de una autodedicatoria en la que Pereira imitaba la firma de Cortázar: “Al joven novelista Manuel Pereira” (La Habana, 1969) y la dedicatoria real, la del propio Julio Cortázar, que dice: “Esta dedicatoria invalida la de la página siguiente, salvo que mantiene la amistad y le agrega el gran afecto de Julio”. (La Habana,1980).
Guiada por la calidez de Patricia, su esposa (mexicana) llegué a su departamento, nos sentamos en la sala y comenzamos la entrevista.
-Maestro Pereira, en su literatura hay mucho de su ideología política. ¿Qué representa para usted?
Para mí la literatura es una especie de sacerdocio, es casi una religión. Pero me interesan los temas sociales, así que la ideología política resulta de la lucha de clases, como la describió Marx. Es una lucha permanente y constante a lo largo de la historia, en todos los países, sin excepción. Yo viví eso entre los diez y los doce años, desde las posiciones de Castro. A esa edad no sabes nada, te ponen en el disparadero, te suben a un camión y te dan una ametralladora, o un uniforme de alfabetizador, y te dicen lo que debes de hacer.
-¿Qué cosas buenas trajo la Revolución Cubana?
-Hubo un buen nivel de instrucción pública durante muchos años. Pero eso ya no existe. Porque toda esa relativa bonanza se debía al subsidio soviético. Se debía a una ayuda descomunal de muchos miles de millones de dólares, no al resultado de la productividad nacional.
-¿También China subsidió a Cuba?
-No. Aunque un poco, al principio. Pero como a Fidel le gusta mucho injuriar; insultó a Mao y se acabó. Así que fue la Unión Soviética la que, durante treinta años, enviaba barcos con armas, trigo, combustible, maquinaria, ropa… Por eso fue posible establecer un sistema educacional bastante sólido y que, comparado con América Latina, era muy superior. Recuerda, hay tres niveles: primero está la instrucción pública, luego viene la cultura y, después, la erudición. En Cuba era buena la instrucción y había cierto nivel cultural, allí había un Instituto del Libro, una Casa de las Américas y una serie de instituciones oficiales que publicaban libros buenos, de García Márquez, Carpentier, Carlos Fuentes. Pero Borges no, él estaba censurado. Igual que Vargas Llosa. La Biblia y Freud, también censurados. Eso es cultura a medias, o sea cultureta censurada, y no propicia el verdadero mejoramiento humano del que hablaba Martí. Por supuesto, así no se llega a la erudición. El camino de la erudición es durísimo, hay que ir escalón por escalón, como los aztecas escalando la pirámide del sol para alcanzar la cima; llegas con la lengua de fuera. Para llegar a la erudición no hay ascensores.
La buena instrucción de Cuba se ha evaporado de unos quince años para acá. Cuando uno entra a un chat cubano y ve tantas faltas de ortografía, se da cuenta de eso. El nivel que se alcanzó en los 80 se ha perdido. Ahora no hay papel para publicar libros, antes los tirajes eran de 50 mil ejemplares y los precios eran regalados. La gente leía. El país está en crisis, Raúl Castro lo dice públicamente. No lo tengo que decir yo.
-Leí que, de niño, usted robó el libro de Julio Verne Aventuras de un niño irlandés, que por esta razón lo llevaron a la jefatura de policía y que para liberarlo, su papá inventó una frase que le adjudicó a Martí, ¿cuál fue la frase?
-Él dijo dos frases en ese discurso frente a los policías de Batista. Allí en las oficinas de la cárcel donde, curiosamente, mucho antes estuvo preso Martí. Me robé el libro cuando tenía nueve años, en la librería más grande de Cuba: “La moderna poesía”. Lo vi y me gustó la portada. Luego me lo metí debajo de la camisa. Estaba junto con otro niño que también estaba robando en otra tienda enfrente. Los dos salimos corriendo. A mí me atraparon a la vuelta de la esquina. Me jalaron de la oreja y me llevaron a la policía. Estaba asustado. Desde el vestíbulo podía ver a los presos tras los barrotes. Me preguntaron mi nombre y, como me llamo igual que mi papá, enseguida fueron por él, se encontraba a doscientos metros en un bar. Mi papá hacía sándwiches y algunos de sus clientes eran policías. Ya en la jefatura habló con el librero que quería dinero porque el libro que se había estropeado al caer al suelo sucio durante mi carrera. Pero de pronto mi papá se subió en una silla y empezó a soltar un discurso. Él era medio analfabeto, escribía con muchas faltas de ortografía, pero tenía el don de palabra, era del sindicato gastronómico, era un luchador social y estuvo preso un par de veces. Esa es mi parte de izquierda. Tengo también mi zona de derecha, la heredada de mi madre aristocrática. Yo soy el compendio de los dos. En el discurso mi padre cito a Martí: “Para ser libres se necesita ser cultos”, esa frase ha regido toda mi existencia hasta hoy. Él siguió con su perorata y agregó: “Y Martí dijo, que robar un libro, no es robar”. Esa frase no la dijo Martí, la inventó mi papá. Papá pagó el libro y me enamoré de la obra de Julio Verne. Mi madre se avergonzó mucho y me fue comprando poco a poco todos los libros de Verne. Entonces me convertí en un lector voraz.

-Usted mantuvo una relación epistolar con Marguerite Yourcenar, ¿qué influencias femeninas ha habido en su literatura?
-Cuando conocí –literariamente- a Marguerite Yourcenar yo ya estaba formado. Mi influencia literaria es Lezama Lima. No significa que yo escriba como él, él fue mi guía en la selva de los libros, digamos. Después está Alejo Carpentier, Cortázar y García Márquez. Tengo la influencia de estos cuatro hombres porque los traté mucho, llegamos a ser amigos.
Yo establecí una relación epistolar con Marguerite Yourcenar, pero no llegué a conocerla. Ella fue una revelación para mí, un fogonazo, un resplandor. Porque yo no había leído a ninguna mujer que me convenciera, hasta que me topé con su obra. Estoy hablando de narrativa, porque poetisas hay muchas y muy buenas, desde Safo de Lesbos para acá. Cortázar fue el primero que me habló de Yourcenar. Luego leí a Selma Lagerlöf y a Karen Blixen, otras dos escritoras poderosísimas, a las que añadiré a la mexicana Nellie Campobello. Estas escritoras que te digo son la fuente viva de su propia obra. A Marguerite le escribí y tuvo la amabilidad de contestarme. Yo digo que tuvimos un amor epistolar -aunque era mucho mayor que yo-, pero murió antes de que pudiera conocerla. Esa mujer era y es genial. Ella no era una mujer que escribía para las mujeres, ella escribía para los dioses. La literatura no tiene sexo, no se divide en masculina o femenina, sino en buena o mala. Ella no es una influencia literaria en mí, pero sí lo fue en la escala de la erudición, ésa fue la lección que recibí de Marguerite Yourcenar.
 Por otra parte, las influencias femeninas más importantes son mi madre y mi abuela. Mi madre no era literata, era costurera, pero sí leía mucho, cada noche antes de quedarse dormida. Yo la veía dando puntadas, con mucha seriedad, muy concentrada, en su Singer. En cierta forma yo hago costuras cuando escribo, doy pespuntes y hago dobladillos, bordados. Hago cosas que aprendí con ella, viéndola. Mi madre me enseñó el arte y la belleza. Ella tenía las paredes de la casa llenas de reproducciones de pinturas de Renoir con mujeres desnudas o semidesnudas. Mi madre era una esteta sin saber que lo era. Todo en ella era refinamiento.
La otra mujer de gran influjo en mi vida fue mi abuela, que era una aldeana española analfabeta que emigró a Cuba en 1926. Era maga, bruja, (“meiga” en gallego) pues hablaba a solas con el fuego de sus fogones y, de niña, saltaba las hogueras en la Calle de los Pulpos, allá en Galicia, en las noches de San Juan. Ella me transmitía la magia ligada a la cocina gallega, los potajes, los calderos, las fabadas, los cuentos de fantasmas y de hombres lobo deambulando por los bosques de Galicia. Eso encendió mi imaginación cuando yo era un niño, pues pasé gran parte de la infancia con ella.
Así que las dos mujeres que más influyeron en mí no son escritoras, pero sí eran entidades poéticas y mágicas: hadas o musas.
-¿Dios tiene algo que ver con la experiencia humana?
-Yo soy gnóstico. Aclaro, no agnóstico. Busco llegar a Dios a través del conocimiento. Aunque los gnósticos no decimos Dios sino Pleroma. Yo fui ateo un tiempo. En Cuba era obligatorio. Los gnósticos pensamos que el mundo está regido por el Demiurgo, un dios subalterno. Lezama, Borges, Youcenar eran gnósticos. Muchos grandes escritores han sido gnósticos. Yo no digo que sea el conocimiento el único camino para llegar a Dios, pero es el que yo escogí. Porque hay quien tiene fe ciega y va a la Villa de rodillas y con una piedra en la cabeza, ellos son felices; hay que respetarlos. Pero ése no es mi sendero. Mi sendero es la gnosis. 

-Por último, Maestro, ¿cuántos idiomas habla?
-Francés, italiano, gallego, portugués, ruso, aunque el ruso se me olvida, lo hablo sólo si estoy en Rusia, sobre todo si hay mujeres, entonces me vienen las palabras (risas). Leo el inglés sin problemas, hablarlo es harina de otro costal, necesito práctica.
Después, me mostró fotografías y la dedicatoria de Cortázar en su ejemplar de Rayuela. Vi el “paramecio” que aparece como leitmotiv en su novela Un viejo viaje y que no es otra cosa que la medida del pie de su madre que él llevaba a sus viajes para comprarle zapatos. La plantilla de papel tiene unas inscripciones: “número 37, negro, medio tacón o sin tacón, más estrecho que esto no lo resisto”. Luego, nos despedimos con la promesa de volvernos a encontrar.

sábado, 13 de septiembre de 2014

PALABREVEJERA EN EL MAR

¡La carretera no está tan bien como la habíamos imaginado!/ Bueno, pero sí hicimos la mitad del tiempo. ¡Valió la pena!/ Acérquense para que les pongan una pulsera de plástico que los identifique como huéspedes del hotel. Dicen que es por nuestra seguridad y que porque hay gente que registra dos personas y mete a más de cuatro a la habitación./ ¡Bah! Qué lata./ ¡Ay! Qué tiene./ ¿Cuatro? ¿Todos adultos?/ Sí./ Dejamos las maletas en el cuarto y vamos a comer./ Comí demasiado, siento que no puedo respirar./ Descansamos un poco y salimos.
Mija, cámbiate de ropa. Vamos a caminar a la playa./ ¡Suegra!, lo que usted quiera, es gratis para ustedes: el paracaídas, el barco, la banana, lo que quiera. Gratis. No les cobramos nada, ¡suegrita!. Anímese. Convence a tu mamá, ¡hey, tú, la de los ojos verdes!./ ¡Una mala palabra! (pensada)/ Risas (mentales) Seriedad (aparente)/ ¡Mira! Ahí está tu hermano dile que venga a meterse al mar./ Ay, mamá, El viejo y el mar ya se escribió y Moby Dick también./ ¡Ja ja!. Sí, habla como viejo pero no es Moby Dick, en absoluto./ Voy por tu papá./ Déjalo descansar, además de las horas de manejo, madrugó para hacer ejercicio. Está cansado./ Aquí en Mazatlán, nunca falta la camisetas de futbol del Santos, en cualquier lado./ Bueno. Esta es nuestra playa./ ¡Anda, vamos a meternos al mar!/ ¡Espérame, no me sueltes la mano!/ ¡Yo ya no quiero entrar al mar contigo. Ya ves, nos aporrean las olas. ¡Ahora sí, voy por papá! ¡Adiós!
¿Te sientes cansado?/ No, estoy bien./ ¿Qué libro trajiste? El hombre mediocre de José Ingenieros/ ¿Y qué tal?/ Demasiadas florituras. Denso. Apenas lo comencé/ Yo traje Dios en la tierra de José Revueltas. Revueltas tiene un lenguaje muy exuberante./ ¿Qué es?/ Son cuentos en los que le reclaman a un dios tuerto. Un dios de un solo ojo, mismo que no le sirve para ver sino para lanzar fuego y pestes a las criaturas que siguen creyendo en él. Ya casi lo termino. Con frecuencia su ambientación es como de literatura esperpéntica.
Este libro de Regenesis, es sobre biología sintética y cuando lo termine lo voy a volver a empezar, para que se me quede grabado/ No exageres mijo/ No tienes idea. Pocos tienen idea de los cambios que están por venir. Imagínate, la esperanza de vida aumentó al doble en menos de 100 años, y seguirá aumentando. Las bacterias nos pueden salvar. Ahora están experimentando con bacterias E. Coli que tienen la capacidad de comer solamente células cancerosas. La quimioterapia va a dejar de existir. Están sintetizando muchas sustancias idénticas a las del ser humano, esto curará muchas enfermedades. El primer ejemplo es el de la síntesis de insulina humana hecha por bacterias. Y, ¡chécate!, se descubrió una enzima que se encuentra en las personas que se divorcian. El ambiente hace que se manifieste más ahora, eso es, en parte, un ejemplo de cómo funciona la epigenética. Date cuenta. Qué significa eso para la religión y para voluntad. ¿Existe realmente el libre albedrío? Los gays creen que su orientación sexual es una decisión, pero pronto, científicamente, se demostrará que no es así. Entonces poco a poco la discriminación desparecerá. No será por las marchas o exhibiciones que a diario se hacen, será la ciencia la que los libere definitivamente, en cualquier sentido. Todos deberíamos de entender que “La gloria del ser humano radica en nuestras propias diferencias”, como decía Jung. Es una estupidez pretender ser igual a otro. Los movimientos sociales  son necesarios pero logran poco comparado con la ciencia. O, ¿quién crees que ha hecho más por ti, las feministas o él que creó la píldora anticonceptiva?. Todo tiene que ser holístico, en el sentido de totalidad, por ejemplo; el arte y la ciencia son variaciones sobre el mismo tema, pero para crear nuevas ideas, ambas (arte y ciencia) necesariamente tienen que estar unidas.
Ya son las diez de la noche, mijito, vamos a cenar. ¿Por qué hay tanta gente allí?/ Están viendo a una tortuga que está desovando. Siento que no escuchas bien lo que te digo, mamá/ Claro que sí.
Oye esta canción, se llama “Pedro Pedreiro”. Se trata de un hombre que siempre está esperando/ Pero, está en portugués, mijita/ Yo te digo lo que dice (…) en resumen, su existencia es esperar y no vivir/ Qué maravilla, déjame escucharla de nuevo…