Mi foto
Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

sábado, 6 de diciembre de 2014

LA DICTADURA DE ESTRADA


En agosto de 1990 se realizó el “Encuentro Vuelta: La experiencia de la libertad”. En esa ocasión se reunieron 40 intelectuales de todo el mundo; vinieron a México a discutir la problemática mundial en temas políticos, económicos, religiosos… Los debates fueron televisados por Televisa y fue allí cuando Mario Vargas Llosa bautizó al régimen priista cómo “la dictadura perfecta”, aludiendo al hecho de que, durante décadas, México había sido gobernado por un partido absolutista que sólo cambiaba la persona en la figura del presidente, lo que significaba que México vivía: “el mismo infierno con diferente diablo”. Aquélla vez lo dicho por el premio Nobel causó mucho revuelo, tanto, que se hablaba de la posibilidad de que Carlos Salinas, entonces presidente de México, le aplicara el artículo 33 constitucional, que se refiere al derecho del presidente de expulsar a cualquier extranjero que se inmiscuya en asuntos políticos del país.
            Veinticuatro años después, la frase de Vargas Llosa se estrena como película. La dictadura perfecta de Luis Estrada es una sátira política que, a partir de una idea salida de los foros de Televisa, exhibe a la televisora como uno de los principales operadores de la corrupción mexicana, que manipula a la población, a tal grado, que es capaz de decidir quién debe vivir en Los Pinos. El filme ha tenido mucho éxito, en parte esto se debe a que se estrenó veinte días después de la desaparición de 43 jóvenes estudiantes normalista de Ayotzinapa, Guerrero; un momento doloroso e indignante que ha sacudido a la sociedad mexicana y que ha desnudado, una vez más, la infiltración de la delincuencia en los círculos del gobierno.
            En La dictadura perfecta las acciones de los personajes están sustentadas, en parte, en los prejuicios e información que el espectador tiene, más que en el argumento del escritor. Alguien que no esté familiarizado con nuestra historia reciente verá una trama disparatada y grotesca. Desde luego, se trata de una parodia y lo grotesco forma parte de su naturaleza, pero, en este caso, la historia no se cuenta sola.
Esta película hace collages de personajes de la vida noticiosa y política del país. Allí se unen las dos televisoras principales del país en un logo que incluye los colores de ambas y toman algunos rasgos de sus principales periodistas. Saúl Lisazo en el papel de Javier Pérez Harris, conductor del noticiero principal, representa a Javier de la Torre y a Joaquín López-Doriga, aunque los ademanes y frases son de López-Dóriga. En el caso del Sergio Mayer, caracteriza al presidente Enrique Peña Nieto, pero casi todas sus palabras son de Vicente Fox. Damián Alcázar interpreta a Carmelo Vargas, un gobernador corrupto y asesino que trae a la memoria a René Bejarano recibiendo dinero, al gober precioso en su lascivia, a Humberto Moreira por el endeudamiento de un estado. Poncho Herrera en el papel de reportero caricaturiza a Carlos Loret y Joaquín Cosío representa a la izquierda en un personaje al que llaman “El Mesías” (en alusión a López Obrador), un hombre con ideales pero no con principio, ya que compra información obtenida de manera inmoral para atacar a sus enemigos.
Vemos mezcolanzas de historias como el caso Paulette, Florence Cassez; de narcotraficantes, políticos y periodistas que se desdibujan en la historia. No obstante es franco el ataque a Televisa, por eso sorprende que Estrada haya solicitado apoyo económico a esta empresa para su film; o se trata de un acto de cinismo o no estaba completamente consciente del sentido de su película. Raro también que al inicio le ofrecieron el apoyo y después se lo negaran. Seguramente leyeron el guion.

Este tipo de películas deberían ser más para llorar que para reír. El único consuelo que deja es que en un país bajo dictadura, no sólo no exhibiría sino que a nadie se le hubiera ocurrido filmarla.