Un viejo viaje, novela del escritor cubano
Manuel Pereira, describe la vida del pintor Lucio Gaitán, funcionario cubano que
durante, aproximadamente, tres horas sufre el dilema de regresar a su patria
(Cuba) o quedarse en España; “ser o no ser…” La historia inicia cuando el
pintor llega al aeropuerto de Barajas, en Madrid, y termina cuando el avión (retrasado),
despega hacía lo que el autor considera un zoológico, establecido por el “zoocialismo”
cubano.
Para el narrador (una tercera persona, mimetizada con
el protagonista) hablar de países comunistas es hablar de grandes zoológicos en
los que existe un dueño y cuidadores de jaulas que vigilan que ningún animal
escape. A cambio, el enjaulado, recibirá su ración diaria de alimento de mala
calidad; “la proletarización de las especies”, dice el autor. Un hombre nuevo viviendo
“una indigencia planificada”. Individuo, que, de acuerdo a las reglas oficiales
no deberá viajar fuera del zoológico ni estar expuesto a la cultura
capitalista. La utopía que lo mismo censura a Los Beatles que a Einstein y
donde los “zoodadanos” están obligados a vigilarse unos a otros.
Lucio Gaitán no quiere regresar a esa “rencorosa
noción de igualdad”, a aquel lugar de la envidia. La envidia, “el único pecado
que no produce placer”. Desea quedarse en un país capitalista, en la jungla, donde
estará en libertad. Pero, ¿podrá un animal de cautiverio, sobrevivir en la
selva?, ¿podrá conseguir su propio alimento? ¿Podrá sobrevivir a la nostalgia? Porque,
finalmente, cuando se vive dentro de Cuba, la fantasía está en otro sitio, pero
en el destierro se sueña con la patria hasta el último suspiro. Cuba se vuelve condena.
De todas formas, nunca se escapa por completo de la isla.
Esta novela es una crítica al régimen de Fidel Castro, pero
no de manera radical sino que el autor manifiesta sus dudas, sobre si es
posible vivir con decoro siendo expatriado, valora lo bueno que tiene en la
isla, el amor hacia su familia, y especialmente a su madre, a la que sabe, no
podrá ver más, una vez que haya sido nombrado traidor a la patria o “gusano”. Una
decisión difícil porque está consciente que: “Aunque la chinche permanezca
semanas enteras en la butaca del cine, no significa que le guste la película
que están proyectando”; ansía su libertad pero no desea perder a quienes ama.
Pereira, hace un recuento de los que han dejado el
país, unos en balsa, otros pidiendo asilo en alguna embajada del país al que
viajaron, ya sea difundiendo la cultura o como deportistas. Otros que lograron
“escapar por vía vaginal o penal”, es decir, casándose con una mujer u hombre
extranjeros. Cuenta historias de personas que perdieron la vida en la búsqueda
de la libertad, tantos balseros muertos, ahogados o insolados. Por eso, es comprensible
que muchos cubanos desarrollen el gusto por las cadenas, por la jaula.
Manuel Pereira, asegura que en el comunismo impera el
ocio, ya que los ciudadanos no se esfuerzan por trabajar, ¿para qué? Si no
tienen posibilidades de comprar algunas comodidades, de todas formas recibirá
los mismos sueldos y no tendrán posibilidades de mejorar: “De ahí que les
sobrara tiempo para dedicarse a los placeres del sexo en lo que quizá fuera el
único aliciente del Zoo. (…) Siendo, además lo único que no estaba racionado
por el Estado. La lujuria generaba un remedo de libertad”.
Lucio, el protagonista, deja ver la confusión que le
provocan los “amigos de la revolución, o de Cuba”, esos “comunistas comedores
de caviar”. La mente escindida de los que piensan como Marx pero viven como
Rockefeller, ésos, que no soportarían ni un día viviendo como el cubano común.
Sin embargo, hacen visitas al Comandante y son recibidos de la mejor manera. En
parte también porque Cuba es otro paraíso fiscal.
En Un viejo
viaje se hacen alusiones quijotescas como el personaje del “Verde Gabán”,
un hombre que vigila a Lucio en el aeropuerto; “La ínsula barataria” para
referirse a cuba; el licenciado Vidriera, un extraño personaje germofóbico, que
saluda con los codos para que no le contaminen con bacterias. También hay
menciones de otros autores como Milan Kundera o George Orwell.
Manuel Pereira es un escritor muy prolífico ha
escrito: cuento, novela, poesía y ensayo. Sus más recientes obras (publicadas
por Textofilia) son Un viejo viaje
(novela) Mataperros (Cuentos) y El ornitorrinco y otros ensayos (ensayo)
Fue discípulo y amigo de José Lezama Lima, amigo también de Gabriel García
Márquez, Julio Cortázar, Alejo Carpentier y Eliseo Alberto, sólo por mencionar
a algunos personajes relevantes con los que él ha convivido.
Pereira, Manuel.
Un viejo viaje, Editorial Textofilia. 2010. Ciudad de México.