Los derechos del escritor se
derivan de los derechos del lector que fueron determinados por el francés Daniel Pennac. Este autor
establece que el leyente tiene derecho: A no leer, a saltarse páginas, a no
acabar el libro, a releer, a la satisfacción inmediata y exclusiva de las
propias sensaciones, a la identificación, a leer en cualquier lugar, a hojear,
a leer en voz alta, y, a callar. En base a lo anterior, se pueden deducir
algunos de los derechos del escritor:
1º.- El escritor
tendrá derecho a escribir cuanta tontería o payasada se le antoje. Igualmente
tendrá derecho a referirse a temas sexuales sin que esto sea objeto de censura.
El lector juzgará si lo que lee puede ser llamado erotismo, pornografía o
simple vulgaridad. Lo anterior se aplica también a las expresiones escatológicas
o malarrazonientas. De tal forma que no hay restricción para peladez o
porquería alguna.
2º.- Tendrá derecho
a usar, cuantas veces desee, frases que no sean de su autoría, siempre y cuando
aluda al autor. De lo contrario deberá aceptar con estoicismo el calificativo
de “El tonto que todo lo plagia”.
3º.- Aunque la
creencia popular establece que todo aquél que exprese sus opiniones en un medio
de comunicación deberá denunciar los atropellos de los que ejercen el poder,
esto no será de carácter obligatorio. Pues si alguien decide investigar y
denunciar bajezas de los poderosos lo hará bajo su riesgo, sin respaldo de nada
ni nadie. Dejando en claro que las leyes no lo protegerán en caso de
narcopersecución o políticopersecución. En el entendido de que si llegara a
suceder el homicidio del escribiente, se recordará que los responsables
difícilmente recibirán castigo.
4º.- En razón al
artículo anterior, de igual forma el que escribe tendrá derecho a halagar o a
ser lambiscón con quien lo desee, aun yendo en contra de sus propias
convicciones, sin que esto sea causa alguna de desobediencia a la legalidad.
5º.- Tomando en
cuenta los innumerables libros que se han escrito por personas con escasos
conocimientos de cualquier tema, y a pesar de lo establecido a través de los
siglos; el escritor tiene derecho a no leer, e incluso, a no escribir aunque su
nombre aparezca en la portada como autor, como pasa con frecuencia. De igual manera, debido a que existen precedentes, un escritor puede escribir más libros de los que ha leído.
6º.- Respecto al uso
del lenguaje rebuscado, para fingir erudición, el escritor tiene derecho a
utilizarlo a costa de tener pocos lectores. Lo ideal sería que cambiara las
palabras pretensiosas por otras más cálidas y sencillas. Sin que ello sea en detrimento del idioma ni en pobreza intelectual ni en el uso limitado de las palabras.
7º.- Aunque parezca
necedad, tomando en cuenta el primer punto de los derechos aquí descritos, se
asienta que el que escribe podrá hacerlo en cualquier lugar y material que le
sea posible, desde servilletas, cartoncillos, libretas, pantallas de
computadoras, hojas, hasta paredes de baños y calles. Estas dos últimas
cuidándose de que no haya otra persona que lo detenga. Este derecho se extiende
a la libertad de abandonar cualquier proyecto llámese poema, cuento, ensayo… no
importando en qué fase de desarrollo se encuentre.
8º.- Al igual que
el lector, el escritor tendrá derecho a la satisfacción inmediata y exclusiva
de las propias sensaciones sin que necesariamente le importen los demás.
9º.- Si el que
escribe pretende infringir fuerza o ironía a sus frases, pero no lo logra por
carecer de palabras y formas eficaces en su repertorio, entonces podrá utilizar,
indiscriminadamente, las mayúsculas, las comillas y los signos de admiración. A
pesar de que está descrito que dichos signos tienen una aplicación razonable y
específica, se tendrá presente que si se exagera en el uso de éstos los
contenidos simularán ser impetuosos.
Se aclara que el poner en práctica las sugerencias arriba
mencionados no es garantía absolutamente de nada.