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Fui testigo de un acto muy divertido. Estaba en un
café de la Av. Álvaro Obregón, en la ciudad de México. Los sorbos suaves y la plática
amena fueron interrumpidos por un par de mujeres jóvenes que a carcajadas
disfrutaban de la vida. Mi amiga y yo nos miramos e hicimos mutis. Nos pusimos
a escuchar los motivos de la diversión de nuestras vecinas de mesa. Se trataba
de la lectura de nalgas. Sí, a cada persona que pasaba ellas les diagnosticaban
la personalidad con solo verle el trasero. Así escuchábamos las palabras:
cachondas, frustradas, frígidas, de mano amiga, flojas, trabajadoras, de
aspirina, tristes, alegres, homosexuales, indecisas, tragonas, arrepentidas,
ejercitadas, presumidas, tímidas, gelatinosas…
Después
de un rato de oírlas y compartir la diversión. Llegó la hora de pagar la
cuenta. Mi amiga y yo decidimos marcharnos pero no sabíamos cómo hacer para no
ser diagnosticadas. Estuvimos un rato dudando si levantarnos o no. Por fortuna las
de la nalgomancia se fueron primero que nosotras y así, vengativas, pudimos
exclamar: “una par de ellas alegres y
las otras ausentes”.
La
idea me siguió dando vueltas y me extraño mucho cuando supe que dentro de los
métodos adivinatorios no sólo existen la lectura del Tarot, del café, de la
mano, de la baraja española, del cigarro, de los palillos o monedas para
interpretar el I Ching, del huevo
pasado por el cuerpo (y muchas otras) sino
que también el nalgamen puede predecir el futuro. A estas personas se les llama
rumpólogos y ellas, a través de observar traseros, pompas, nachas, pompis,
cabus, asentaderas, mondongo, fondillo, cachetes, tepalcuanas o culos, pueden
saber no sólo el futuro sino el pasado de las personas. Desde luego es algo que
para mí, y seguramente para muchos, es un acto muy extravagante, porque no es
lo mismo extender la mano y que te digan: tendrás larga vida, un acontecimiento
muy significativo cambiara el rumbo de tu vida, te casaras y tendrás dos hijos,
o cosas más o menos parecidas, dependiendo de la edad. Pero exponer una parte
tan íntima relacionada, primitivamente, con la bipedestación, con el acto de
sentarse y, sobre todo, con la sexualidad y los desechos del cuerpo. Me
resulta perturbador que haya personas que recurran a este tipo de práctica. Claro,
también me da risa que estos adivinos no sólo vean tu anatomía sino tu
patología, pecas, hemorroides… me espanta un poco todo este asunto.
Encontré
que en Perú es una práctica común y que en Estados Unidos, la madre de
Silvester Stallone es una de las lectoras de nalgas más famosas. Stallone
asegura que “el glúteo derecho representa el hemisferio cerebral izquierdo y
nos predice lo que vendrá, mientras que el lado izquierdo representa el
hemisferio cerebral derecho y nos habla sobre nuestro pasado”. Aunque yo no
entiendo por qué alguien tendría que acudir a que le digan su pasado, ¿qué
acaso no estuvo allí?
“Dentro
del mundo de la rumpología, la forma de los glúteos también indican el tipo de
personalidad que se posee: Si tu trasero es en forma de manzana, eres una
persona carismática, dinámica, muy creativa y gozas plenamente de la vida, si
es de forma de pera, tienes un carácter firme y paciente, si es redonda eres
una persona alegre y optimista y si tienes un trasero plano, indica que eres
una persona negativa”, dice una mujer llamada Andrea Méndez en su página de
Internet. Habrá quienes necesiten de ello para conocerse a sí mismos: “La lectura
de glúteos es una opción distinta para aquellos que desean conocer el futuro,
sólo hay que dejar atrás la timidez y mostrar esa zona del cuerpo que parece guardar
los secretos del destino”, insiste.
De
todas las formas de adivinación esta me huele mal; aunque reconozco que las
nalgas son tan solo otra parte de nuestro cuerpo en dónde recaen muchos
prejuicios. Les deseo un buen futuro visto desde su retaguardia porque los hay muy
promisorios como los de Kim Kardashian o J.Lo y muchas más. Luego dicen que los
mexicanos no leemos, pero leemos de todo.