Además
del alcohol y el tabaco, actualmente existe una gran cantidad de drogas sicotrópicas
(sustancias que modifican el estado mental) legales que se usan cotidianamente pero poco
se habla de ellas. Cito algunas.
Las otras drogas legales, que tienen
efectos parecidos a las drogas ilegales, son vendidas por laboratorios que tienen
un gran poder sobre nuestra vida porque manipulan los mercados de la industria
farmacéutica. Los sicotrópicos de marca registrada también pueden dañar
severamente la salud cuando se abusa en su consumo.
Es extraña nuestra moral porque nos
asustamos cuando sabemos de alguna persona que consume drogas ilegales, pero no
nos causa ninguna preocupación cuando sabemos que una persona consume
ansiolíticos como Xanax, Rivotril o Tafil (derivados de las benzodiacepinas) o antidepresivos
tricíclicos como el Prozac para quitarse la ansiedad, el insomnio o la
depresión. Estas drogas no sólo causan adicción sino tolerancia (cada vez se necesita
mayor dosis para lograr el efecto deseado). Además provocan, entre otros,
problemas de la memoria cuando se usan por tiempos prolongados.
Algunos estudios muestran que el
Tafil o Prozac hacen más estragos cerebrales que la marihuana. Afirman que esta
planta es muy noble, tanto como el té de tila, solamente que ésta sí es efectiva;
realmente produce relajamiento y bienestar. Orgánicamente no es adictiva,
aunque si causa dependencia emocional. Para muchos resulta incomprensible que
la marihuana sea ilegal mientras que las benzodiacepinas y los antidepresivos, se
vendan con receta bajo la denominación de “medicamentos controlados”. Aparentemente
la marihuana sería mejor opción que los ansiolíticos legales. Aunque otros autores
aseguran que el uso excesivo es detonante de esquizofrenia y de esterilidad en
el hombre.
Lo mismo sucede con todos los
derivados de la morfina u opiáceos, que tienen sus presentaciones legales y que
su potencia es similar a las presentaciones ilegales. Los opiáceos como el Nubain
o Nalbufina son sustancias de receta utilizadas para el tratamiento de dolores
físicos intensos o como inductores anestésicos. Las presentaciones legales son
sintéticas y las ilegales son naturales como opio, heroína (las más potente y
adictiva de todas) morfina y codeína. Aunque la codeína es legal en jarabes para
la tos, por esta razón muchas mamás cansadas de que sus bebés lloren en la
noche, irresponsablemente, se los administran; claro, las pobres criaturas se duermen.
Otras drogas prescitas por el médico
han resultado con muchos efectos indeseables como las que son utilizadas en
niños que padecen déficit de atención o hiperactividad, a ellos, se les administran
diariamente derivados de las anfetaminas como es el metilfenidato. Antes a éstos
niños se les castigaba con orejas de burro, coscorrones o nalgadas; ahora se
les castiga con Ritalin o Concerta y se ha abusado en su uso; a cualquier niño travieso
se le quiere poner en paz con Ritalin sin importar que, (según Wikipedia) tenga
efectos similares a la cocaína. Un alto porcentaje de niños que toman estos
medicamentos sufren de taquicardia e insomnio. Cuando se consume durante muchos
años puede ocasionar enfermedades sanguíneas. La tendencia actual es tratar la
hiperactividad y el déficit de atención con sicoterapia y métodos alternativos.
El
problema del uso de drogas es extraordinariamente confuso, pues quién es adicto
a la cocaína bien lo podría ser a los antidepresivos legales como el Prozac que
también eleva la autoestima y tiene menos efectos secundarios. Desde luego
quien toma Prozac no se siente “Superman” como el cocainómano, el inconveniente
es que la cocaína es mucho más peligrosa por sí misma y porque es combinada con
otras sustancias que pueden provocar la muerte en una sola dosis.
Por
eso la legalización de todas las drogas es tan complicada, pues las legales
como el tabaco y el alcohol matan más gente que todos los demás sicotrópicos
juntos. Para la mayoría de las personas lo desgarrador es lo que camina junto con
el narcotráfico: el asesinato, el secuestro y la trata de personas. Todo esto generado
por la impunidad.