sólo porque no supe decir
cuántos
sueños mueren en un segundo”
(Graciela
Guzmán)
A propósito, ayer perdí un
sueño en un accidente: iban mis dos ilusos sueños corriendo a la velocidad de
la luz, cada uno en sentido contrario, iban tan esperanzados, hasta que al
doblar una esquina chocaron. El más joven se hizo pedacitos. Traté de darle
reanimación pero era ya un auténtico sueño roto. Necesite las quijadas de la
vida para rescatar el cuerpo de aquel sueño difunto. Le hice un funeral
privado. Nadie se dio cuenta y lo aventé a la fosa común. (Nadie conoce todos
los sueños que he tenido que mandar a la fosa común. A veces hasta a mí se me
olvidan). Rezo un Padre Nuestro y dos Ave María. Llena soy de gracia y de
desgracia. Confieso que otros sueños se han convertido en cadáveres por
abandono. Pero no quiero que nadie se enteré que soy yo la Tarde desnaturalizada
que los dejó a su suerte.
Soy momento y a todos se les he
olvidado, aún a mí misma.
La vida es rápida allá afuera.
Acá dentro hay lentitud. Ni una llamada siquiera, ni una visita de doctor.
Tarde viuda de amigos y de familia. Tarde de tedio ¿Solamente los tontos se
aburren? ¡Válgame Dios! Cuánto me
aburro.
Soledad arrinconada que no
quiere ser más Soledad, y que, irónicamente, la socialización me cansa. Soy
misántropa... Rechazo todo aunque lo desee. No puedo trabajar, ni
aprender. Nada nada nada nada. Ah sí, la nada no existe. Pérdida de tiempo que
duele. Duele porque sé que sucumbirá en el instante menos o más pensado. Un día
siento que me ahogo y otro nada. Tan contenta.
Tan pazguata. Tan, me vale madre. No me importa nada. Piensen lo que
quieren, todos.
Será cierto que al morir los
sueños pasan a mejor vida. Resulta que todas aquellas almas buenas ahora
estarán en el mismo sitio. ¡Ah! no hay que olvidar que si él “hubiera” no
existe, él “ahora” tampoco, ya lo dijo Einstein: “El presente es una ilusión
todo es pasado y todo es futuro”. Es cierto el presente es éste instante... y
ya pasó.
Todos iremos a un lugar donde el tiempo no existe.
Y cómo es posible entender que el tiempo puede dejar de ser. Cómo razonarlo
nosotros los de reloj, de espacio y de materia.
El lugar común es un sueño que
se hizo realidad. La epidemia de realidad ha llevado a la tumba tumultos de
sueños. Enfermedad extrañísima es la realidad, ¿qué es la realidad? Es una
enfermedad contagiosa, ¿cuáles son sus síntomas? ¿Es benigna o maligna? No hay
que preguntar. Con menos otros se han vuelto locos. La realidad es lo que se
ve, lo que se palpa. Y Dios, ¿se ve o se palpa? ¿Dios nos sueña, o nosotros lo
soñamos a Él? Siempre, siempre los mismos cuestionamientos necios. Sí Dios lo
quiere alguna tarde lo sabremos. Mejor cierro los ojos y me pongo a soñar.
¿De qué mueren los sueños?
Mueren de pura realidad.