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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

sábado, 21 de abril de 2018

SÓNGORO COSONGO O LA REDONDEZ


Resultado de imagen para Songoro CosongoNicolás Guillén (Camagüey, 1902 - La Habana, 1989) fue un poeta cubano representante de las Vanguardias. Él asumió el tema del mestizaje como un compromiso social, surgido, en parte, porque tenía un abuelo negro y uno blanco. Guillén es un mulato que escribe poesía mulata; habla de la unión de la raza española con la africana. Sóngoro cosongo es un poemario  (y también es una canción del salsero puertorriqueño Héctor Lavoe) las dos palabras son invenciones de Guillén y aunque etimológicamente no dicen nada, significan mucho al momento de exaltar las virtudes del mulato. También su valor se da desde la sonoridad y la redondez de la única vocal que contienen: la O. Hay que dibujar un círculo en los labios para decir sóngoro cosongo. Esta redondez se perpetúa en el contenido de los poemas y en su estructura, y a veces, el principio es el final: “¡Quirino/ con su tres!         /La bemba grande, la pasa dura, /sueltos los pies,/y una mulata que se derrite de sabrosura... /¡Quirino/ con su tres!
Según Carmen Galindo en su ensayo “Nicolás Guillén: vanguardia y compromiso social” las palabras “sóngoro cosongo son parte de las “invenciones lingüísticas que los formalistas rusos llaman lengua transracional” o lo que el mexicano Alfonso Reyes nombró como jitanjáforas; expresiones cuyo valor único es la sonoridad. Sin embargo, estas palabras se han vuelto, de alguna manera, emblemáticas para reconocer la condición de desventaja del negro o del mulato: “¡Eh, compañeros, aquí estamos!/ Bajo el sol/ nuestra piel sudorosa reflejará los rostros húmedos de los vencidos,/ y en la noche, mientras los astros ardan en la punta de nuestras llamas,/ nuestra risa madrugará sobre los ríos y los pájaros.” Pero igualmente está presente el orgullo de pertenecer a esta nueva raza arrojada por la conquista española y la trata de esclavos africanos: “Y las dos razas que en la Isla salen a flor de agua, distantes en lo que se ve, se tienden un garfio submarino, como esos puentes hondos que unen en secreto dos continentes. Por lo pronto, el espíritu de Cuba es mestizo. Y del espíritu hacia la piel nos vendrá el color definitivo. Algún día se dirá: «color cubano».”
Este poemario comienza con un prólogo que, según explica el autor, debe llamarse epílogo, pues lo escribió después del libro. Hace resaltar la aversión que tienen algunos hacía su obra y ello lo satisface: “No ignoro, desde luego, que estos versos les repugnan a muchas personas, porque ellos tratan asuntos de los negros del pueblo. No me importa. O mejor dicho: me alegra”. Describe, de manera muy sensorial, la  fortaleza física y la musicalidad que son dos características inherentes a la condición del mestizo cubano; establece la facilidad de estar en contacto con elementos naturales o sobrenaturales; no existe materia en el universo que no contenga vida, así se humanizan las cosas: “y sus casas nos miran con los ojos pávidos de las ventanas.”
Vemos al cubano en el fuego del sol quemándole la espalda, camina agachado sobre la tierra, ésa que les da y les quita la vida. Mientras que ellos  le arrancan la caña de azúcar. El mestizo también conoce el agua, Guillén asegura: “Sabemos dónde nacen las aguas,/y las amamos porque empujaron nuestras canoas bajo los cielos rojos.
La música está presente en todo el poemario; hay son, zumba, rumba y conga, acompañados por el canto negro. El canto redondo del “congo solongo del Songo”. De los quince poemas dee Sóngoro cosongo sólo el último (Pregón) no menciona directamente a la música. En Sóngoro Cosongo observamos retratos que cuentan anécdotas. Allí, el cubano que trabaja, canta, baila y también al que la muerte le llega en un puñal, como en “El velorio de papá Montero”: “¿Qué vas a hacer con la noche,/si ya vio podrás tomártela,   /ni qué vena te dará/la sangre que te hace falta,/si se te fue por el caño/ negro de la puñalada?”
Actualmente, lucir bronceado se pone de moda. Las blancas se rizan el pelo, se hacen trenzas, se pagan una bemba de colágeno y unas nalgas iguales a las que tanto han discriminado. La envidia del blanco hacia el negro se manifiesta desde hace tiempo y Guillén así lo percibía: “Y ahora que Europa se desnuda          /para tostar su carne al sol/y busca en Harlem y en La Habana/ jazz y son,/lucirse negro mientras aplaude el bulevar,/ y frente a la envidia de los blancos/hablar en negro de verdad. Songoro cosongo es poesía y es una postura política ante la forma en que viven y sienten los de “color cubano”.