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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

lunes, 21 de noviembre de 2016

DOLORES DÍAZ RIVERA


El próximo diciembre se va a cumplir un año que mi querida amiga Dolores se fue a vivir a Monterrey. Ya hace diez años que, periódicamente, nos reunimos un grupo de amigas y compartimos la mesa y platicamos de literatura o de política, entre otras cosas.  A este grupo lo denominamos “Las cinco en punto” porque la hora de nuestra cita siempre es a las cinco de la tarde. Allí hemos estado Magda Madero, Silvia López, Yolanda Natera, Graciela Guzmán, Rosa Gámez, Lidia Acevedo,  Dolores Díaz Rivera y yo. Graciela se fue a su natal León, Gto. y Dolores, como dije, vive ahora en Monterrey, de manera que nuestro grupo se ha reducido y extrañamos a las que no están porque nos enriquecían con sus reflexiones.
         Dolores es un ejemplo para mí, pues lleva sus más de ochenta años con una gracia extraordinaria. Habla con alegría de su vida, tanto que uno piensa que ella siempre ha sido feliz. Aunque sabemos las historias tristísimas que ha vivido. A Dolores la encontré una mañana de sábado en el taller de Saúl Rosales. Recuerdo cuánto me sorprendió su vitalidad y la animación con la se refería a sus nietos, a sus hijos, a su esposo... Posee una gran capacidad para compartir anécdotas de forma divertida. Otro de los rasgos  sobresaliente de la personalidad de mi amiga es su entusiasmo por aprender. Posee la humildad que se necesita para dejar de ignorar, eso le permite aceptar con gusto las críticas. Y le admiro por ello. Dolores es una amiga entrañable y la quiero, con ella he reído mucho y aprendido, entre otras cosas, a ser optimista.
En una de esas tardes compartidas Dolores nos platicó sobre una  sirvienta que padecía un mal congénito y que trabajaba con una de sus hijas. La muchacha había nacido con ambos pies maltrechos. Se trataba pues de lo que en medicina se conoce como “pie equino varo”. Así que, por extraño que parezca, la mujer cojeaba de ambos pies. Aquella mujer de andar atropellado era una persona en extremo bondadosa, motivo natural por el conquistó el cariño de la familia. Ante ésta situación, un amigo de ellos que era traumatólogo, se ofreció a operar a la muchacha, proponiéndoles el pago de la cirugía en abonos. En esa ocasión Dolores cuestionó a su hija: “¿Para qué quieres curarla? ¿Quieres que te lo agradezca toda la vida o quieres hacerle un bien? Si esperas agradecimiento ¡olvídalo! no le pagues la operación”. Después de un rato de meditarlo, su hija le contestó: “Quiero que se opere para hacerle un bien”. De manera que el cirujano le arregló los pies a aquella buena mujer. Pero después de enderezados los pasos, la sirvienta cambio. Es decir su actitud se torció; se volvió hombreriega y mal portada.  Luego, Dolores se preguntaba asombrada ¿cómo era posible que aquella persona teniendo los pies descompuestos fuera tan buena y con los pies enderezados se haya vuelto tan rebelde? A pesar de ello su hija se quedó satisfecha. Aprendió, gracias a la advertencia de su madre que el agradecimiento no es algo que se deba esperar. ¿Será que de todos modos no podemos escapar del destino?, tal vez ésta mujer le correspondía forzosamente tener algo chueco, aunque fuera el genio. De cualquier manera anduvo en malos pasos.
Dolores va recogiendo anécdotas y muchas de ellas las convierte en cuentos como  los que ha recopilado en sus libros: Atardecer brillante, Polvo en el laberinto, Sombras otoñales Ecos del tiempo y Amaneceres. Su primer libro fue La felicidad es ahora, que es una novela predominantemente autobiográfica donde narra la vida con el padre de sus hijos y su separación de él. También escribió las novelas Los socios y Caminos Borrosos.

Con frecuencia hablo con ella por teléfono y me platica sobre sus nuevas actividades, sus nuevas amigas y de las clases de filosofía que está tomando y que le han hecho pensar en cosas que antes nunca se le habían ocurrido, a lo que ella misma se dice muy comprensiva: “Bueno, yo nunca había estudiado filosofía”. Espero que no pase mucho tiempo en que volvamos a reunirnos acompañadas de nuestra querida Dolores Díaz Rivera.