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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

sábado, 13 de agosto de 2016

CUATRO RELATOS CORTOS


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REGRESO A LA INFANCIA: Mi infancia es una bicicleta, es un pan hecho en forma de cochinito, es leche ordeñada por mi abuela, es arroz rojo, es caldo de res, es puro puré de papa. Porque no me gusta lo demás. Es dulce de higo y durazno hecho por mi madre. Mi infancia fue de lluvia y sol y tierra, tierra, tierra. Fue de días de a veinte centavos y domingos de a tostón, y muchos días de “ahorita no hay”. Infancia  de padres cariñosos y muy regañones y un montón de hermanos peleoneros. Mi infancia es pregunta y una abuela siempre abrazable. Es un cerro con una cruz en la cima. Cruz que por las noches se encendía con focos rojos (rojos como mis tíos que estudiaban en el librito rojo de Mao). Esas luces que un día mis hermanos y yo robamos. Nos subimos a lo más alto del cerro y qué emoción; por la noche ya no se veía la cruz. Uno, dos, tres manazos. Para que aprendan a respetar lo ajeno.
Mi infancia es una vieja estación de tren con sonido de telégrafos --- -- ----- - -- y dos trenes de pasajeros (uno que viene y otro que va) y largas caminatas por la vía y un cinco con doña Josefa Ortiz de Domínguez bien planchada por las ruedas del tren. Es olor a tierra y hierba húmedas. Septiembre de luciérnagas y domingo de matinée. Mi niñez es la memoria de una chiquilla sentada en los escalones. A mirar el verano. ¿A qué más? Memoria de una mamá gritando: “¡Niña, no estés afuera. Qué no ves que hay robachicos y se llevan a las niñas bonitas!”. A lo que contestaba: “¡Ay mamá, pues ponme una máscara para que no me vean!” Y como no tenían máscara, mandaron hacer una reja, y luego otra y otra.
POR SI ACASO: A mediados del siglo pasado una adolescente vivía con su abuela en un pequeño pueblo. Una noche, cuando la abuela fue a la recámara de su nieta para darle las buenas noches y desearle que soñara con los angelitos, la chiquilla angustiada y llena de dudas le preguntó: “Abue, ¿es cierto que la virginidad se puede perder por montar a caballo o por andar en bicicleta?” En respuesta, la mujer sonrió mientras le acariciaba la frente. Cariñosamente le explicó: “Mi niña, esas cosas pueden o no ser ciertas, pero bajo ninguna circunstancia una mujer las debe poner en duda, al contrario siempre es bueno tenerlas presentes”. Claro, era el siglo pasado.
OSTEOPOROSIS: El poder del viejo tirano se había reducido a su mínima expresión. Ahora sólo ejercía poder sobre su esposa; una anciana que padecía una severa osteoporosis, razón por la cual cada día se hacía más pequeña. Una mañana la diminuta mujer hacía grandes esfuerzos para prepararle el desayuno al dictador limitado. Trataba de alcanzar la sartén en la estufa y buscaba el cielo para encontrar lo necesario en la alacena. El viejo, observándola y sin conmoverse por los afanes de su mujer, sentenció: “Tú nunca vas a morir. Al paso que vas simplemente vas a desaparecer” (refiriéndose a la fuga de centímetros óseos). La mujer, igual que siempre, no dijo nada. Y como ya se sabe que los tiranos tienen la capacidad de conocer certeramente lo que les sucederá a las personas que tienen bajo su control, la anciana continuó reduciéndose hasta que hubo un instante en que hizo ¡plop! Desapareció. Luego el viejo se volvió loco al verse en su infinita soledad e impotencia.
Sin el otro no hay poder. Se esfuma la víctima, se esfuma el tirano

LA COMEZÓN DEL SÉPTIMO AÑO: tienen bajo su control, la anciana continuó reduciéndose hasta que hubo un instante en que hizo ¡plop! Desapareció. Luego el viejo se volvió loco al verse en su infinita soledad. Sin el otro no hay poder. Se esfuma la víctima, se esfuma el tirano.: Un hombre maduro, casado y con hijos, conoció a otra mujer de la que se sintió enamorado desde la primera palabra. “¿Por qué no nos conocimos antes?”, se lamentó. En ese instante se escuchó un gran estruendo en el cielo: El tiempo involucionó siete años. Regresada la mocedad, aquél se casó con la mujer de la que se había sentido enamorado estando casado. Tuvo otra vida y otros hijos. Y al llegar a los siete años de matrimonio conoció a otra mujer de la que se sintió enamorado desde la primera palabra. Y se lamentó: “¿Por qué no nos conocimos antes?” Esa mujer era la misma que en la otra dimensión había sido su esposa. Por eso el tiempo, harto de los caprichos de los humanos, nunca vuelve atrás.

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