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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

domingo, 29 de marzo de 2015

LA "DURANGUIZACIÓN" DE TORREÓN


Desde hace algunas semanas he venido haciendo una observación. Se trata de una mirada simple a un fenómeno complejo. Tengo claro que mis conclusiones no se basan en estadísticas rigurosas, pero dadas las circunstancias del hecho es difícil una medición científica exacta.
         Una noche de viernes fui a cenar a un restaurante de aquí, de Torreón. En el estacionamiento había veinte coches, casi todos de lujo, entre ellos Mercedes y BMW. Me sorprendió que de todos los vehículos estacionados allí, sólo dos teníamos placas de Coahuila, el resto eran de Durango, ¿por qué tantas placas de Durango? Las razones podrían ser diversas, entre ellas, que a las personas de Gómez Palacio, les gusta venir a cenar a Torreón, la otra es que los torreonenses han encontrado el camino para evadir el impuesto de tenencia vehicular.
         Ya que la visión anterior no podía ser una muestra representativa de lo que es nuestra ciudad, comencé a fijarme en otros lugares. Por ejemplo, el supermercado donde compro el mandado. Allí encontré que de 20 coches, siete tenían placas de Durango, 3 de Onapafa, 1 de Chihuahua, 1 de Querétaro, (Querétaro y Chihuahua, tampoco pagan tenencia) y 8 de Coahuila.  En promedio, esa fue la relación, pero se mantenía la tendencia de que a mayor lujo del carro, más factible era que tuviera placas de Durango.  Aunque también me fijé que en domingo aumentaba el número de coches durangueños en el estacionamiento del super y que también eran coches más caros. Lo que podría hablar de que las personas con mayor poder adquisitivo acuden al supermercado con más frecuencia los domingos y no el martes de canasta. También hice un conteo en el parque al que voy a hacer ejercicio por las mañanas. Y observé la misma relación que en el supermercado. E Igualmente los domingos por la mañana aumentaban los coches de lujo y junto con ello las placas de Durango. ¿Será que las personas de Durango que tienen más dinero sólo hacen ejercicio los domingos y  les gusta viajar a los parques y supermercados de Torreón?
Además de las agencias de renta de coches que sacan sus placas en Chihuahua, conozco otros casos concretos. Por ejemplo, la familia de una amiga que tiene 5 coches, pagaron en impuestos en Gómez Palacio,  11 mil pesos, lo que aquí en torreón les hubieran costado 31 600. Es decir, se ahorraron 20 600 (veinte mil seiscientos) pesos. Creo que para cualquiera vale el esfuerzo de cruzar el puente y buscar un comprobante de domicilio de un pariente o amigo. En Durango se pagan otros impuestos por tener vehículos pero se eliminó la tenencia, esa es la razón de la "duranguización" en los coches de Torreón. 
No podemos saber cuántos automóviles de personas que viven en Torreón pagan impuestos en Gómez Palacio. Pero es claro que el gobierno de Coahuila le está ayudando a recaudar impuestos, que no le corresponden, al gobierno de Durango. Recordemos que una de las promesas de campaña del gobernador Rubén Moreira fue quitar el pago de tenencia y al no cumplir abrió las puertas a una forma muy simple de evasión fiscal, sin ilegalidad aparente. Digo aparente porque si el dueño de estos vehículos comete un ilícito y se le busca en el domicilio donde está registrado, pues no lo van a encontrar. Esto es un grave problema para la aplicación de las sanciones electrónicas que están implementando. Los módulos detectores de exceso de velocidad y de las personas que hablan o envían mensajes por teléfono celular mientras manejan,  permitirá levantar multas a los infractores, mismas que enviarán a su domicilio. Aunque creo que la mayoría de los infractores con placas de Durango no pagará esa multa, primero porque no la recibirá ya que se la enviaran al domicilio registrado con sus placas, que no es el real, y segundo, porque no habrá forma de obligarlo.

La mejor forma que tienen los gobernantes de ganar votos para su partido es cumpliendo lo prometido. Creo que el gobierno de Rubén Moreira hubiera ganado más (en todos sentidos) si su promesa de quitar la tenencia vehicular se hubiera hecho realidad. 

viernes, 27 de marzo de 2015

EL MAL GUSTO DE LA PRIMERA DAMA


El Siglo de Torreón
“Michelle Obama luce vestido de 30 dólares”, esta noticia circuló, por las redes sociales y  periódicos el 6 de noviembre de 2012, tras el triunfo de la reelección del presidente Obama. Muchos creen que a la primera dama estadounidense le gusta la ropa barata, pero en realidad se trata de una mujer inteligente que, como muchos famosos, ha descubierto que su cuerpo es un espacio publicitario, como lo son los de deportistas o artistas. Es ingenuo pensar que el vestido de 30 dólares, usado por la señora Obama, fuera un hecho fortuito, pues la tienda en línea Asos inmediatamente lanzó la información y en consecuencia sus ventas aumentaron y, por supuesto, el vestido se agotó. Los caminos de la publicidad son infinitos y millonarios.
Para actos oficiales Michelle Obama usa ropa de diseñadores famosos, muchos de los vestidos y accesorios no se los venden, se los regalan, porque los fabricantes saben que al portarlos ella sus ganancias aumentan. El primer regalo que recibió fue del diseñador taiwanés Jason Wo, se trata del vestido con un costo de 15 mil dólares, que usó el 20 enero de 2009 en la toma de la posesión presidencial de su esposo. El vestido fue donado a su vez al museo Smithsoniano, (Washington, D.C.) donde se exhibe actualmente. Según la periodista Nancy Benac, del portal de noticias Huffington Post, asegura que todas las primeras damas reciben préstamos o regalos de diseñadores, excepto Laura Bush que pagó todo su guardarropa. Recuerda también que a Nancy Reagan le prestaban ropa los diseñadores pero que ella olvidaba regresarla y que uno de los más caros fue el vestido que usó Hillary Clinton, al ganar la primera elección Bill Clinton como presidente; se trataba de un prenda diseñada por Sarah Phillips, con un costo de 50 mil dólares y que igualmente se exhibe en el Smithsoniano. En el mismo artículo, Benac afirma que Michelle Obama ha recibido regalos de Carolina Herrera y Naeem Khan, entre otros.
         ¿Cómo es en México?, la verdad es que no tenemos pruebas de que la primera dama haya gastado más de un millón de pesos en  unos cuantos vestidos. No sabemos si se trata de un acuerdo comercial con los diseñadores y la revista Hola, a quienes les hizo ganar cifras millonarias al agotar la edición en unos cuantos días. Bien por ella si fue así  y por su hija con su vestido Dolce & Gabbana de 100 mil pesos y que en beneficio de los mexicanos sería fabuloso que fuera el mismo que sudó Amal, la esposa de George Clooney. Supongamos que “La Gaviota” tuvo el buen tino de ahorrarnos más o menos medio millón de pesos en vestuario, supongamos. Pero,  desgraciadamente esa fue la parte menos costosa del viaje a Inglaterra. Lo más oneroso fue llevar a 200 invitados. Cabe destacar que entre los invitados están la actriz Salma Hayek y dos dueños de empresas laguneras: Eduardo Tricio Haro, de Lala y  Alberto Bailléres, de Peñoles (supongo que siendo tan ricos se costearon su viaje) Ellos, sentados a la mesa real cenando con la reina de Inglaterra y, hay que decirlo, a todos en las fotografías se le ve tensos. Es natural, tanto brillo, tanta etiqueta, tanta pompa y circunstancia, intimidan hasta al más sofisticado de los mexicanos; cualquier movimiento en falso y “¡pardon!” porque a los ingleses no les gusta más que el “sorry.” Llama  la atención que no hayan invitado al empresario más rico de todos, a Carlos Slim.

Pero, por qué digo que Angélica Rivera tiene mal gusto con todo y su extraordinario clásico vestido “rojo Valentino”, porque es excesivo su despilfarro al llevar a su hermana, cuñada y  cuatro de sus hijas, y sobre todo por exhibirse, haciendo  alarde en la revista Hola. Tiene mal gusto por no medir el gran costo político y porque siendo una mujer envuelta en tanta frivolidad aparece como poco inteligente. El buen gusto de una primera dama no está sólo en la apariencia física, está también en saber ser discreta, en tender estrategias sutiles. Recordemos que su primera aparición en esta revista sirvió para que se descubriera la corrupción en torno a su ostentosa mansión. De allí que resulte intrigante saber por qué Angélica Rivera insiste en aparecer como una mujer vacía, quizá sucumbió a la tentación de la ordinariez, obedeciendo a razones mucho más íntimas. Por ejemplo, humillar a la amante del presidente de la que habla Sanjuana Martínez en un artículo publicado en el portal de noticias Sin embargo: “La casa de Televisa, la amante y “La Gaviota”: el origen de la mansión en Las Lomas”. Coincidentemente la primera aparición de Rivera en Hola, fue después de que ella descubrió que su esposo continuaba con su amante Maritza Díaz Hernández con quien él tiene un hijo de 7 años. Maritza Díaz, grabó a la primera dama  cuando ésta la ofendió telefónicamente, con palabras con las que se suele ofender a las amantes. Después, Díaz, concedió una entrevista a Sanjuana Martínez, misma que sirvió, en parte, para que la periodista escribiera el libro Los amantes del poder. Ahora, la primera dama  volvió a aparecer en Hola: hermosa como es, elegante como puede e insolente como la calificaron muchos periodistas,  no le importó el repudio de una gran parte de la población. Un desatino, sin duda, pero que podría explicar la quijada apretada de una mujer ofendida a quien le dicen que debería aceptar al hijo de la amante de su esposo en actos oficiales (Sanjuana Martínez dixit). Podría ser esa la razón de qué Angélica Rivera, actúe con aparente indolencia. Vamos, finalmente en cuestiones amorosas tenemos necesidad de mostrar supremacía y de marcar nuestro territorio, aunque el territorio sea una casa blanca y costosa que abonó al desprestigio de este sexenio. En este caso el plumaje de “La Gaviota” cruzó el pantano, pero éste sí se manchó. Y de qué manera.

viernes, 20 de marzo de 2015

OBSESIÓN POR LA “A”

2014, fue nombrado por el Gobierno del Estado de Coahuila como el “Año de las y los jóvenes coahuilenses” ¿Por qué usaron los artículos “los y las”? ¿No hubiera sido mejor utilizar la frase “Año de la juventud coahuilense”, tomando en cuenta que no excluye a nadie? Con la justificación de la no discriminación a la mujer, la feminización del lenguaje ha caído en el absurdo. Especialmente los políticos se han excedido en el uso de palabras que, ellos creen, deben llevar la “A” femenina y no la “O” masculina. Se han obsesionado tanto con la “A” que a todos los sustantivos masculinos se la quieren poner. Así, llevan sus discursos a la ridiculez. Afortunadamente, los medios de comunicación escritos y hablados no han entraron, del todo, en esa práctica feminizadora, pues tendrían que ampliar sus espacios para transmitir ideas llenas de divagaciones, en lugar de ideas claras y sintetizadas.
        Resulta molesto que cada vez que se está aludiendo a hombres y mujeres, (para que nadie se sienta ofendido) esto sea aclarado, como en el caso de: “Las funcionarias y los funcionarios”, “Los compañeros y las compañeras”, etcétera, porque hasta a los defensores de esta forma de hablar les es imposible sostenerla, no los escucharemos decir: “El perro y la perra son los y las mejores amigos y amigas del hombre y la mujer”. Es realmente pesado escribir o hablar en esa forma. Por eso han surgido propuestas que pretenden evitar tanto la redundancia como la discriminación, una de ellas es que a toda palabra que excluya a uno de los dos sexos se le deseché la “a” o la “o” sustituyéndola por una “e” y que nos expresemos así: “Querides amigues”, por ejemplo. En fin, todo esto se ha prestado para muchos juegos y burlas.
Otros, para evitar la duplicación de la palabras prefieren sustituir la repetición con la arroba (@) para referirse a ambos sexos. Desde luego, esto se puede hacer en la comunicación escrita; todo mundo lo entiende porque tiene una “a” contenida en un “o”, pero, ¿cómo deberíamos leer en voz alta amig@s? ¿Sería amigoas o amigaos? Ese es el principio del problema. Sin embargo, esto no evitará que se siga usando, aunque se trate de una aberración lingüística porque la arroba no es una letra sino un símbolo de origen árabe que representa una medida de peso. En inglés @ se pronuncia “at” (que significa “en” o “a”) y, ya se sabe, se utiliza para especificar direcciones de Internet.
Lo cierto es que estamos ante una resignificación del lenguaje;  encontramos que los oficios y profesiones se han feminizado, ahora existen juezas, médicas, ingenieras, carpinteras, etcétera. Mucho se ha ganado. E igualmente se ha insistido sobre las frases discriminatorias hacia la mujer; uno de los ejemplos más citados es cuando se habla del “hombre público” refiriéndose a los funcionarios, pero cuando se dice “mujer pública” se piensa en la prostituta, porque hay que tomar en cuenta que antaño el hombre no se prostituía y la mujer no ocupaba cargos públicos. Existen muchas expresiones que segregan a la mujer, no obstante, el diccionario poco a poco lo ha ido modificando a nuestro favor.
Tomando en cuenta que tenemos muchos recursos en nuestro idioma no son necesarias prácticas que abonan más a la ignorancia que a la equidad de género. Desde luego, el idioma español se irá reformando con creatividad y no en detrimentos de la economía y la estética del lenguaje. La feminización del lenguaje ha surgido como una expresión obligada y ciertos conceptos se tendrán que dirigir hacia el hombre y la mujer específicamente, sin embargo, ello no significa que se haga de manera innecesaria y repetitiva.

El respeto a la mujer no se centra en decir “los y las” sino en función de la igualdad en los sueldos, en que no haya feminicidios ni mujeres maltratadas, entre otros. Es imprescindible persuadir a través del lenguaje, pero duplicar las palabras en los discursos, cambiándolas con la inserción de una “A”,  es sólo un ardid político.

sábado, 14 de marzo de 2015

EL PARTO DE LOS CERROS DE ESTRADA RETES

“Hace mucho, en tiempos muy remotos los montes daban señales de parir, y los hombres esperaban ese parto con mucho miedo y asombro porque no sabían qué clase de monstruo iban a expulsar. Al fin, resultó que el temible fruto de los montes era un inofensivo ratón, lo cual causó carcajadas de los hombres.” Esta fábula de Esopo, cuyo nombre es “El parto de los montes” nos conduce al libro: El parto de los cerros. La moraleja de la fábula dice que los sucesos que se anuncian con mucho escándalo frecuentemente resultan poco importantes. Señalo esto porque la novela del Dr. José Alberto Estrada Retes, es justo lo contrario: nació de manera silenciosa, sin embargo, se trata de un libro con muchas cualidades; tiene una estructura sólida y mantiene una trama con argumentos bien logrados, es un documento que retrata de manera fiel algunos sectores de nuestra sociedad de finales del siglo XX.
En 15 capítulos y 189 páginas y a través de a un narrador omnisciente, el autor cuenta una conmovedora historia, escrita con un lenguaje sencillo que abarca los coloquialismos laguneros. Describe al Torreón de amaneceres de fuego y atardeceres de multicolor nostalgia. Torreón, el de ayer y el de hoy, envuelto en pobreza y suciedad. Allí, mujeres que, endurecidas por el sufrimiento, no saben llorar, como Gloria la de mirada boba, madre de Ruth. Ruth, de 13 años, con dolores de parto para dar a luz a Abel. La niña sola en un jacal de desgracias, cohabitando con la ruindad, el hambre y la inocencia. Inocencia que, a pesar de su cuerpo violentado, no alcanzó a perder. Ahogada, la sangre la fue abandonando con lentitud. Una mancha negra, en el viejo colchón, sello para siempre el deshonor. Parió a su hijo-hermano que fue salvado por su tío-hermano. A ella la salvó la muerte.
El pequeño Abel, recién nacido y moribundo, llegó al hospital Infantil. Y este es el pretexto del autor para adentrarnos a la vida hospitalaria; las carencias de un hospital pobre que atiende a los pobres, donde: “se trabaja con ingenio y con las uñas”. A través de aquel bebé, resultado del incesto, se desprende la sordidez de los protagonistas moradores de una choza del cerro de las Noas, cerca del Cristo del: “Que ya no creen en él”. Así, encontramos a Ezequiel, el borracho que abusa sexualmente de su hija. El que vive de la limosna y que al extender la mano se trasfigura en buen actor para recibir la compasión; fabricante de lástima que logra conseguir dinero para comprar mezcal, o alcohol de farmacia, si no alcanza para más. Acudimos al delirio etílico y reconocemos la corrupción del miserable.
En contrapartida, el autor nos presenta a la Lic. Marcela Burciaga, ignorante y frívola. La corrupción del funcionario gubernamental representada por una mujer preocupada más por el shopping en San Antonio, que por resolver problemas. Compradora compulsiva, compulsiva, igual que su risa, para que no descubran que no entendió el chiste. El escritor la describe como: “…los caballos de tiro a los que se les cubren los ojos de los lados para que sólo vean al frente”. Una tonta que en pos de defender la familia no entiende que de ésta, a veces, hay que huir, porque sus lazos están ensangrentados. El parto de los cerros expone los grandes problemas que, aquí en Torreón, tienen las parejas para adoptar.
El Lagartijo, hermano de la niña muerta, es un personaje entrañable, que, a manera del filósofo cínico Diógenes, camina siempre con su perro y vive en un agujero: “tratando de que el sueño le distraiga el hambre”. Con él, paseamos por la plaza de Armas con una agua celis; por los comics ( Kaliman o Memín Pinguín) por el juego de rondanas o el taconazo; muestra la forma de subirse al tren de mosca; trae una resortera, pasea entre pinabetes y con chiquillos que inhalan thiner, para olvidar el olvido y el desamor. Niño que trabaja de liebrero en el mercado Alianza, cargando las bolsas del mandado de las señoras ricas, o de las monjas: “que son más generosas con sus rezos que con las propinas”. “El parto de los cerros es una novela que retrata aspectos de nuestra ciudad que muchos prefieren ignorar.

*Estrada Retes, José Alberto. El parto de los cerros, PR-Ediciones. Madrid 2013, pp 189.