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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

sábado, 5 de julio de 2014

TARDE DE SUEÑOS AGONIZANTES


       Ayer alguien ofreció enseñarme a contar

                    sólo porque no supe decir

                   cuántos sueños mueren en un segundo”

(Graciela Guzmán)

 
 Soy una Tarde. Una tarde llena de minutos a los que se le han amontonado los días y la nostalgia. Soy Vespertina que se asoma por la ventana y ve que llueve y que los coches caminan apresurados. La vida está en la calle ¿O es la muerte la que allí habita? Sí, sí, los sueños nacen dentro pero mueren fuera ¿Cuántos sueños han muerto el día de hoy? ¿Qué dicen las estadísticas? Pero, ¿de qué se han muerto esos sueños? de enfermedad crónica degenerativa, de ruptura cardiaca o de desilusión, de obesidad o de anorexia, de presión alta, de azúcar en la sangre, o de atole en las venas. ¿Cuántos sueños fallecen de muerte natural? Yo no quisiera ¾llegado el momento¾ morir de muerte artificial

A propósito, ayer perdí un sueño en un accidente: iban mis dos ilusos sueños corriendo a la velocidad de la luz, cada uno en sentido contrario, iban tan esperanzados, hasta que al doblar una esquina chocaron. El más joven se hizo pedacitos. Traté de darle reanimación pero era ya un auténtico sueño roto. Necesite las quijadas de la vida para rescatar el cuerpo de aquel sueño difunto. Le hice un funeral privado. Nadie se dio cuenta y lo aventé a la fosa común. (Nadie conoce todos los sueños que he tenido que mandar a la fosa común. A veces hasta a mí se me olvidan). Rezo un Padre Nuestro y dos Ave María. Llena soy de gracia y de desgracia. Confieso que otros sueños se han convertido en cadáveres por abandono. Pero no quiero que nadie se enteré que soy yo la Tarde desnaturalizada que los dejó a su suerte. 

Soy momento y a todos se les he olvidado, aún a mí misma.

La vida es rápida allá afuera. Acá dentro hay lentitud. Ni una llamada siquiera, ni una visita de doctor. Tarde viuda de amigos y de familia. Tarde de tedio ¿Solamente los tontos se aburren?  ¡Válgame Dios! Cuánto me aburro.

Soledad arrinconada que no quiere ser más Soledad, y que, irónicamente, la socialización me cansa. Soy misántropa... Rechazo todo aunque lo desee. No puedo trabajar, ni aprender. Nada nada nada nada. Ah sí, la nada no existe. Pérdida de tiempo que duele. Duele porque sé que sucumbirá en el instante menos o más pensado. Un día siento que me ahogo y otro nada. Tan contenta.  Tan pazguata. Tan, me vale madre. No me importa nada. Piensen lo que quieren, todos. 

Será cierto que al morir los sueños pasan a mejor vida. Resulta que todas aquellas almas buenas ahora estarán en el mismo sitio. ¡Ah! no hay que olvidar que si él “hubiera” no existe, él “ahora” tampoco, ya lo dijo Einstein: “El presente es una ilusión todo es pasado y todo es futuro”. Es cierto el presente es éste instante... y ya pasó.

Todos  iremos a un lugar donde el tiempo no existe. Y cómo es posible entender que el tiempo puede dejar de ser. Cómo razonarlo nosotros los de reloj, de espacio y de materia.

El lugar común es un sueño que se hizo realidad. La epidemia de realidad ha llevado a la tumba tumultos de sueños. Enfermedad extrañísima es la realidad, ¿qué es la realidad? Es una enfermedad contagiosa, ¿cuáles son sus síntomas? ¿Es benigna o maligna? No hay que preguntar. Con menos otros se han vuelto locos. La realidad es lo que se ve, lo que se palpa. Y Dios, ¿se ve o se palpa? ¿Dios nos sueña, o nosotros lo soñamos a Él? Siempre, siempre los mismos cuestionamientos necios. Sí Dios lo quiere alguna tarde lo sabremos. Mejor cierro los ojos y me pongo a soñar.

¿De qué mueren los sueños? Mueren de pura realidad.