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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

jueves, 3 de abril de 2014

LITERATURA OMNÍVORA



Cuando leo, con frecuencia pongo atención en lo que se come en los cuentos y novelas. Al igual que el vestido y el habla, el comer delata la geografía, época, educación, cultura y nivel socioeconómico de los personajes. Últimamente he revisado la comida de la que habla Miguel de Cervantes en su obra cumbre: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Desde la primera página encontramos sus costumbres culinarias: “Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda.” Podemos observar que la dieta de los personajes de El Quijote se basa principalmente en productos de origen animal; un cocido que contiene “más vaca que carnero” y luego, los famosos “duelos y quebrantos” que es una tipo tortilla de huevo a la que se le agregan sesos y riñones de cordero, además de tocino, cebolla picada y perejil. Allí dice que su comida de domingo es palomino y el único vegetal, como platillo principal, son las lentejas, alimento de los viernes.
En diversos pasajes de la novela del manchego, desfilan platillos basadas en leche, requesón, queso ovejuno, ollas podridas (estofado al que se le ponen todo tipo de carnes, especialmente de cerdo), gallinas francolines (un tipo de gallina africana) y tasajo. Hay: bellotas, avellanas, uvas, calabaza, fruta seca, manzana, berenjenas (“los moros son amigos de berenjenas”) que son otros de los vegetales a los que alude Cervantes.
Se puede destacar que, en general, las narraciones en las que se incluyen descripciones de copiosos banquetes siempre acuden a una dieta basada en productos de origen animal. Y es que los personajes literarios son retrato de la realidad: omnívoros. Además, al parecer la corriente más fuerte del veganismo o vegetarianismo puro (sin lácteos ni huevos), surgió apenas a mediados de la década de los 40 del siglo pasado. Esto se establece no sólo con la idea de tener una alimentación más sana sino que se trata de una actitud ecológica y de protección hacía los animales. De esa manera se pretende evitar el sufrimiento animal.
También sabemos que, según la Biblia, el alimento original del primer hombre fue un vegetal (el fruto que comió Adán, que por cierto, no dice que haya sido una manzana). Adán y Eva comían plantas antes de desobedecer a Dios, pues se alimentaban del Jardín del Edén. Igualmente científicos y zoólogos, como Desmond Morris, aseguran que de acuerdo a la evolución los primates ancestros del hombre eran herbívoros
Sin embargo, surge un hecho curioso: los animales mamíferos-carnívoros toda su vida tienen una dieta de origen animal y los mamíferos-herbívoros como las vacas cabras, caballos, jirafas, gacelas, elefantes, etc., tienen como primer alimento la leche materna, es decir, un producto de origen animal; el resto de su existencia son herbívoros. Pero, la cabra no es capaz de digerir un filete como el león tampoco digiere una ensalada. Nosotros que somos la punta de la cadena alimenticia podemos nutrirnos de plantas y animales. Nuestra anatomía y fisiología da para eso. Desde la dentadura hasta las secreciones de enzimas digestivas (salivales, estomacales, pancreáticas y biliares) nos permiten asimilar las grasas, proteínas y carbohidratos, cualquiera que sea su origen. Al parecer el cuerpo humano tiene mecanismos que le permiten adaptarse a cualquier dieta. Un ejemplo: los esquimales que rara vez comen frutas y verduras y por el contrario el hábito que muchas personas han adquirido al tener una dieta vegetariana. Aunque hay controversia en la alimentación puramente vegetariana en los niños.
No sabemos si la evolución vaya encaminada a cambiar la naturaleza omnívora del hombre y que dentro de muchos miles o millones de años volvamos al origen herbívoro. Pero, hasta ahora en la literatura no se habla de grandes manjares que tengan como platillo principal una vianda llena de lechuga, brócoli y hermosas rodajas de tomate.