Mi foto
Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

viernes, 23 de agosto de 2013

100 % SEDA

Cada uno de los diferentes tipos de insectos tiene una razón de ser, aunque la mayoría de las veces la desconocemos. Nuestra relación con los insectos se mueve entre aborrecer a las cucarachas o maravillarnos con las mariposas. Pensando en esos invertebrados; se compra un matamoscas, un repelente y un insecticida casa y jardín. De plano se fumiga, o bien se da el chanclazo o periodicazo. En otra vía, se mira con serenidad una mariposa posada en una rosa y nos parece imposible imaginar cómo cada año la Monarca vuele desde Canadá a Michoacán. También, habrá que cuidarse del mosquito Anófeles, por aquello del paludismo, o del mosquito del dengue o de la mosca Tse-tse por ¾si las moscas¾ aquello de la enfermedad del sueño. Recordemos los tiempos de La Conquista Española: el piojo era al tifus, lo que la pulga era a la peste. Vectores de enfermedades contagiosas. Así, entre roncha, comezón y sueño... fiebre horror asco y maravilla. No les hemos dado a los insectos el crédito que se merecen. Ya que han ayudado a ganar guerras y a promover la riqueza de diferentes sociedades. Ahí tenemos a la misteriosa abeja dándonos la miel. Y qué decir del gusano de seda (transformado luego en bella mariposa) que durante años nutrió la economía de China, Japón y  algunos países europeos.
El gusano de seda, en peligro de extinción, (la seda actualmente casi toda es sintética) le sirvió de pretexto al escritor italiano Alessandro Baricco (Turín, 1959) para escribir la novela Seda (1996) que cuenta dos historias ¾o tal vez más¾: la del comercio del gusano de seda y la historia de un intenso amor. Donde la frase “intenso amor” no significa amor físico; pasión no significa sexo. Relato que explica cómo el gusano de seda, sostuvo, en gran parte, la economía francesa en la segunda mitad del siglo XIX. El gusanillo que deja un valiosísimo capullo al sufrir la metamorfosis en mariposa. Capullo que las manos vuelven hilo. Hilo que es transformado en preciosas prendas de vestir, símbolo de riqueza y elegancia. La prosa, el amor y la seda con las mismas características: delicadeza, suavidad, brillo y sensualidad. Amor y seda se entregan desde la mirada. Ambos resbalan con facilidad. Un amor etéreo que influencia a quienes saben de él.
Hervé Jouncour, el protagonista, es francés y no tiene hijos. Tiene a Hélene; su mujer, a la que ama. Tiene un amigo llamado Baldabiou, él que decide su destino ¾el de Hervé¾ de comprador y vendedor de gusanos seda. A Hervé siempre le fue bien. Pero el día que él dispuso su camino por sí mismo le fue mal. Y amó a otra mujer. Intensamente. Con la mirada. He aquí la mirada como acto erótico. La pasión que lo llevó a África. África ¾dice¾ es un continente cansado. El deseo que lo llevó al fin del mundo que era China, país del que asegura era invisible. Allí: “La vida que bulle en voz baja, que se mueve con lentitud astuta”. Eran los tiempos en que Gustave Flaubert escribía Salombó (1861) y Louis Pasteur investigaba la pebrina. Pebrina, la enfermedad que afecta a los gusanos de seda y que trajo una epidemia que casi hunde la industria francesa de la seda.   
“Esta no es una novela. Y tampoco un cuento. Esta es una historia. Empieza con un hombre que atraviesa el mundo, y termina con un lago, que está allí, en un día de viento. El hombre se llama Hervé Joncour. El lago no se sabe”. Nos dice Baricco sobre su obra.  Una narración situada en el siglo XIX pero divisada desde el siglo XX. 
Generalmente cuando leo un libro intento desentrañar las influencias que el autor ha recibido de otros escritores y con Baricco no pude precisarlos. Este pequeño libro de ciento veinticinco páginas expresa los sentimientos de un amor mudo; un sentimiento hablado visualmente: “mil veces buscó los ojos de ella, y mil veces ella encontró los suyos. Era una especie de danza triste, secreta e impotente”. La prosa de Baricco es poética y en ocasiones humorística, tiene un ritmo rápido y melodioso.
Alessandro Baricco es licenciado en filosofía y músico de jazz, ha escrito las novelas:  Tierras de cristal, Océano mar, Sin sangre, Homero Iliada. Una obra de teatro Novecento.  Los ensayos: Rossini el genio en fuga, Next, El alma de Hegel y las vacas de Wisconsin. En los últimos años Baricco se ha revelado como un fenómeno en ventas de su novela Seda y ha sido traducida del italiano a diecisiete idiomas.

sábado, 3 de agosto de 2013

VICENTE ALFONSO, CUENTA

Contar las nochesVicente Alfonso (Torreón, Coah.1977) es un escritor consciente de todas las herramientas que puede usar en el armado de sus historias. De él sea ha dicho, a propósito del Premio Nacional de Narrativa Joven María Luisa Puga que ganó en 2009 con su libro Contar las noches: “Vicente Alfonso conoce muy bien las reglas del juego y las maneja de la mejor forma, inquietando permanentemente a los lectores, no permitiéndoles que se les vaya de las manos: el famoso ‘descontón’ del que habló Julio Cortázar. Luego, las historias que cuenta, truculentas como son en su mayoría, despliegan los mecanismos que impiden que los asuntos sean conocidos desde el principio, y eso les da tensión que llega hasta el final, como debe ser […] Vicente Alfonso pisa muy fuerte”.

Cada vez que leo un libro de este lagunero, mi bola de cristal me dice que es un autor que se quedará entre los vivos. Y es que su novela, con dos reediciones, Partitura para mujer muerta, (Literatura Mondadori, 2008) Premio Nacional de Novela Policiaca, su libro de cuentos Síndrome de Esquilo (Ficticia, 2007), La Laguna de Tinta (UA de C. colección escritores Coahuilenses, 2006) y Contar las noches, su más reciente publicación, todas son obras muy bien logradas y el manejo del lenguaje y lo sorpresivo de los finales las hacen muy atractivas.
Contar las noches, un título que, inevitablemente, recuerda el libro más emblemático del arte de contar: Las mil y una noches, la obra donde Scherezada cada noche tiene que inventar historias porque de lo contrario amanecerá muerta. Crear historias para sobrevivir. Así, con la pasión y el conocimiento del autor se advierte la construcción de las narraciones de este volumen.
 Contar las noches es un libro que alberga quince cuentos en los que desde el primero, Vicente Alfonso, cautiva por el buen manejo de la intriga. Llamó mi atención, especialmente, la diversidad de los recursos narrativos. El autor de Partitura para mujer muerta, acude a todas las formas de narradores: al omnisciente, a la primera persona (espectador y personaje) y a la segunda persona. Pero no lo hace de manera simple. Por ejemplo, en el primer relato, “Perder en lotería” habla de una mujer rica, jugadora y engañada por el marido y por su amiga, allí, utiliza la primera persona pero inicialmente esconde que el personaje que está contando es también protagonista, y que es, además, parte decisiva de la trama. La torcedura que le da a la narración sorprende al lector, porque el escritor muestra todos elementos pero el lector es engañado. Aunque uno bien puede sentirse complacido porque fue engañado con gran destreza.
En “Latitud 32” escrito en segunda persona, percibí cierta influencia de Carlos Fuentes y de su novela Aura, no sólo por el estilo sino también porque en momentos la ambientación de “Latitud 32” trae él de aquélla novela. En ambos (cuento y novela) se describe una posible realidad paralela. Desde luego, las historias son diferentes.
En el cuento que da título al libro “Contar las noches” un narrador omnisciente escribe sobre un borracho deseoso de confundir a una teibolera con la mujer que lo dejó. Dan unidad al libro: asesinos que se dejaron llevar por las conjeturas, dos historias donde el café es la bebida conductora; dos de gemelos y los juegos a los que la vida recurre para usar las ventajas y desventajas que pueden vivir los que nacen de a dos (el autor tiene un gemelo, Antonio Rodríguez, quien también es escritor).
La literatura de este autor se disfruta mucho; él ha dejado de pertenecer a La Laguna y ha desplegado sus hojas más allá  de nuestra región.  Vicente Alfonso, cuenta.
Vicente Alfonso. Contar las noches, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, 2011; 92 pp.  2012. Premio Nacional de Narrativa Joven María Luisa Puga 2009.