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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

lunes, 7 de marzo de 2011

ÉRASE UN HOMBRE A UNA NARIZ PEGADO

Nariz respingada, chata, griega, aguileña y de alcanzaqueso. De Pinocho por mentiroso, de bola roja la del payaso, casi igual que la del borracho y con verruga si es de bruja. Nariz que estornuda porque tiene gripa o alergia, que aletea cuando se enoja. Nariz delatora de raíces étnicas. Pequeña, grande, o bien, nariz bonita a cambio de quince mil setecientos noventa y nueve pesos con IVA incluido; el perfil perfecto que vende el médico que se anuncia en el periódico.
En la poesía y en las canciones populares se habla mucho de los ojos y otro tanto de la boca, en cambio es rarísimo que se tome en cuenta la nariz. Los libros de fisiología aseguran que dentro de sus funciones esta la de inspirar y exhalar el aire. Pero a muy pocos inspira. La nariz, pirámide que forma parte del rostro, sirve para que se ventilen los pulmones y para percibir los olores. Región anatómica que con frecuencia es lugar de trabajo de los cirujanos plásticos y otorrinolaringólogos. Así es el órgano que motivó a Francisco de Quevedo (Madrid 1580- 1645) a escribir “El soneto a la nariz” y que dice: “Érase un hombre a una nariz pegado/ érase una nariz superlativa/ érase una nariz sayón y escriba/ érase un peje espada muy barbado/ érase un reloj de sol mal encarado, érase una alquitara pensativa, érase un elefante boca arriba, érase Ovidio Nasón más narizado...” También el ruso Nicolai Gogol le dedicó un cuento a La nariz que Dmitri Shostakovich convirtió en una ópera bufa: “Metió dos dedos y sacó... ¡una nariz! Iván Yákovlevich estaba pasmado. Se restregó los ojos, volvió a palpar aquel objeto: nada, que era una nariz. ¡Una nariz! Y, además, parecía ser la de algún conocido. El horror se pintó en el rostro de Iván Yákovlevich. Sin embargo, aquel horror no era nada, comparado con la indignación que se adueñó de su esposa”.
De igual manera la puerta del aparato respiratorio y complemento del rostro también fue pretexto para que el escritor francés Edmundo Rostand (1868- 1918) hiciera su obra de teatro Cyrano de Bergerac. Rostand incluye en su obra varios párrafos dedicados a la nariz. El narigón Cyrano se enorgullece de su nariz “...¡enorme es mi nariz! Chato ridículo, ¿no sabéis que es mi orgullo este adminículo? ¿Qué es una gran nariz, romo insolente? Condición de hombre honrado, fiel valiente, liberal, ingenioso y bien nacido....” a lo que su enemigo contradice “...Si en mi cara tuviese tal nariz me la amputara, ¿se baña en vuestro vaso al beber, o un embudo usáis al caso? [...] para colgar las capas y sombreros, esa percha muy útil ha de seros. Tal nariz es un exceso, buscad a la cabeza contrapeso...” gran parte de la obra habla en forma divertida de la nariz que en realidad acompleja a Cyrano.
Roxana era amada por Cristián y por Cyrano, en principio Roxana amaba sólo a Cristián. Cyrano parecía ser allí, él que sobraba. Curiosamente Roxana termina amando a los dos, porque ellos llegaron a ser complemento uno del otro. Cyrano él de nariz superlativa enamorado de su prima Roxana ve con tristeza que ella, que es hermosa, ama la hermosura también, atributo que a él, con tamaña nariz, le ha negado la naturaleza. Su nariz grande le hace pensar que no puede competir contra todo un cuerpo bien construido como es el de Cristian. Cyrano se resigna, sin tomar en cuenta que la belleza de su rival no vale, pues el joven es ignorante y escaso de ideas. Entonces Cyrano se ofrece para escribir las cartas de amor que Cristián le envía a Roxana. Se transforma en el alma inteligente y generosa del joven. Cyrano tan largo de nariz como de ingenio, escribe las más bellas cartas de amor. La pasión que provocan esos escritos se desbordan en besos para Cristián. Aunque al final Roxana acaba por amar únicamente a Cyrano pues su generosidad y su inteligencia aplastan cualquier belleza física.
En cine la versión más conocida de Cyrano de Bergerac fue interpretada por el actor francés Gérard Depardieu quien afortunadamente no ha ido al cirujano plástico y anda por el mundo muy orgullosa con su narizota.