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Nació en Francisco I. Madero, Dgo. El peor de los pecados es su primer libro de cuentos.Ha recibido el Premio Estatal de Periodismo Cultural “Armando Fuentes Aguirre” en los años 2000 y 2015 y el Premio Estatal de Periodismo de Coahuila, 2016 y 2017. Escribe cuento y ensayo. Es colaboradora regular del periódico El Siglo de Torreón. Su entrevista con Elena Poniatowska fue traducida al griego y publicada en la revista Koralli de Atenas. Ha publicado en diversas revistas nacionales y libros colectivos. Perteneció al taller literario de Saúl Rosales; es médica egresada de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C. y estudió la Maestría en Apreciación y Creación Literaria en Casa Lamm en la Ciudad de México.

sábado, 26 de junio de 2010

POR FIN, EL ÚLTIMO CAPÍTULO DE ULISES


Tres veces lo engañé. La primera lo abandoné cerca de la 50, creí que jamás volvería. La segunda me separé de él dando vuelta en la esquina que decía 100. La tercera vez, cuando juré que era la definitiva, mantuve mi fidelidad hasta la página 220, pero no; ante mí revoloteaban otros más atractivos y lo mandé al rincón más oscuro del librero. Sin embargo, por fin, en la cuarta ocasión me acerqué sin temor y alcancé la última palabra de la novela Ulises, de James Joyce (Dublín 1882–Zúrich 1941).
Ulises es en latín; Odiseo es en griego, de allí que se trate de una alegoría de La Odisea, de Homero. Odiseo viaja al extranjero a luchar en la guerra de Troya por muchos años, mientras que en Ulises, de Joyce, tres personajes principales exploran el interior de su conciencia en Dublín, y luchan contra las mezquindades cotidianas de ellos mismos y de los demás. Todo ocurre en un solo día: el jueves 16 de junio de 1904. Cabe mencionar que la técnica de tomar un texto antiguo e invertir la estructura del argumento ya se ha hecho muchas veces. Por ejemplo, ahora recuerdo a Ernesto Sábato y su novela El Túnel, una historia que habla de celos de un origen contrario al que presenta William Shakespeare en la obra de teatro Otelo. El personaje de Sábato recoge sus celos de conjeturas propias creadas por sus pensamientos, mientras que Otelo enloquece por lo que le dice Yago. Las dos historias terminan en tragedia con el asesinato, por parte del celoso, de las mujeres protagonistas
Ulises es una novela complicada, tanto, que me atrevería a decir que sólo los eruditos o los mentirosos podrían asegurar que se trata de una historia para deleitarse. Yo podría ser una gran mentirosa y decir que fue un gozo leerla, pero prefiero aceptar que el abordaje de Ulises fue una experiencia que en ciertos momentos me hizo sentir un poco humillada. Es ineludible que a veces el lector no se sienta derrotado al estar leyendo una historia de estructura tan compleja que, además, incluye en su narración citas en hebreo, griego, alemán, francés, latín; de La Odisea, La Biblia, Madame Bovary, Hamlet…, y no conforme con escribir una novela políglota, agrega partituras e igualmente habla de música, filosofía, física, medicina o astronomía. Es como si Joyce fuera Funes el memorioso, de Jorge Luis Borges, el ser que contiene todos los conocimientos del universo en la cabeza de tres personajes principales: Stephan Dedalus, Leopoldo Bloom y Molly Bloom. Joyce une vocablos como:
gymnasummuseumsanatoriummandsuspensoriumsordinarypryvatdosentgeneralhistoryspecialprofessordoctorkriegfried, que tiene 107 letras, de palabras del alemán juntas, lo cual resulta chocante.
Ulises es una novela que jamás podría ser la primera lectura de nadie; alude a demasiadas obras que, si no se tiene idea de su existencia, es imposible saber a qué se refiere. Cuando se lee esta novela se tiene que estar consciente de lo que es el estilo indirecto libre, que es cuando el autor describe algo sin mencionar directamente de lo que se trata; el lector deberá deducir la intención. Otra característica es que recurre con frecuencia al monólogo interior, que es como estar dentro del pensamiento del personaje y seguir sus ideas. El ejemplo cumbre es el monólogo de Molly Bloom correspondiente al capítulo final de la novela. Allí se está ante el fluir de pensamientos de Molly, sin puntos ni comas ni mayúsculas; un andar sin freno como sucede en nuestro cerebro. Podrá no gustarnos el pensamiento obsceno de la Molly infiel, que pareciera estar en excitación sexual casi permanente. Pero hay que tomar en cuenta que el autor es un hombre que intenta recrear lo que siente una mujer; considero que no conocía la fisiología sexual femenina. Aunque, el último capítulo fue el que más me gustó, por su forma, claro.

lunes, 14 de junio de 2010

GRACIAS POR MI LIBRO

Desde que era niña llegué a escuchar que todo ser humano tenía la consigna de que después de nacido, debía crecer, reproducirse y morir, y que a aquello habría que agregarle lo de plantar un árbol y escribir un libro. Con el tiempo me di cuenta de que lo seguro era que si nacías, morirías. Ésas eran las únicas partes fijas de la ecuación. El resto eran variables prescindibles. Me di por enterada de que a muchas personas no les interesaba, en absoluto, reproducirse; para algunas tener hijos no era necesario, unas por imposibilidad y otras por decisión propia, y ello no las transformaba en seres incompletos. Igualmente vi que a la mayoría eso de plantar árboles tampoco les importaba, y que al contrario, el mundo estaba lleno de zopencos que mataban bosques completos. Sin embargo yo seguí la ecuación en orden: nací, aunque me hubiera gustado primero morir y después nacer, como igualmente me hubiera gustado primero ser madre y después tener hijos. Desde luego con este incoherente juego de palabras, de ser posible en el mundo del revés, me hubiera ahorrado un sinfín de desatinos. He plantados varios árboles, unos ya no los he vuelto a ver. Tuve un hijo y una hija, mi primer libro fue la tesis profesional para titularme como médico. Se trataba de una investigación farmacológica hecha sobre corazones de cobayos (conejillos de indias) que intentaba probar sustancias que a la postre sustituirían a la digital, sustancia usada principalmente para el tratamiento de la insuficiencia cardiaca. Casi sentí que había cumplido mi misión con mi tesis. Después me vi envuelta en pañales, leche y papillas; pero mientras amamantaba leía en voz alta a mis bebés historias terribles (aprovechando que no entendían), como La triste historia de Eréndira y su abuela desalmada de Gabriel García Márquez, o Cándido, de Voltaire, con su Cunegunda, hermosa y dulce jovencita metamorfoseada en vieja malvada, fodonga y fea. Leía y reía al imaginar a la acompañante de Cunegunda a la que le habían rebanado una nalga. Leí casi toda la obra de Moliere, especialmente la de temas médicos; supongo que era para no separarme de alguna manera de la medicina. Recuerdo: El médico a palos, El enfermo imaginario, Doctor enamorado, Médico volador y Tartufo, que aunque ésta última no lleva en su nombre nada sobre medicina, sí habla mucho de los médicos. Todas son obras de teatro que quizá ahora nos parezcan ingenuas, pero que encierran verdades que siguen siendo actuales. Mi pasión por los conocimientos médicos seguirá siempre porque además lo alimento diariamente, ya que mi esposo es cardiólogo y de manera irremediable coopera con ello. Y así, sin darme cuenta, me dio por escribir lo que imaginaba desatado por algo real. Lo anterior viene a mí como remembranza porque El Siglo de Torreón me ha hecho un gran regalo: publicó mi primer libro El peor de los pecados (cuentos), y este hecho ha sido un gran aliciente para mí. Me enorgullece porque en esta casa editora es donde he colaborado durante 10 años, desde que el Lic. Miguel Ángel Ruelas publicó mi primer artículo en la sección de deportes, titulado “Un ama de casa y el fútbol”; era chistoso. Todo mi agradecimiento a Doña Olga de Juambelz y mi cariño a esa mujer entrañable a quien tanto admiro. Gracias al Lic. Antonio González-Karg de Juambelz, director general de El Siglo de Torreón, y al Lic. Alfonso González-Karg de Juambelz, director general adjunto. Fue el Lic. Alfonso el primero en recibir mi manuscrito, aceptando desde un principio su publicación. A pesar de la crisis y de los problemas que a todos nos han alcanzado, mi libro se publicó en estos tiempos tan arduos en que a los escritores y a los artistas se les dificulta manifestarse, porque siempre surge la respuesta de que no hay recursos. Por ello, hoy más que nunca me siento comprometida a superar mi escritura. Pienso en lo importante que es no dejar de prepararme y seguir leyendo a los grandes y, hasta donde mi capacidad alcance, aprender de ellos. Muchas gracias por mi libro.

miércoles, 9 de junio de 2010

RESEÑA DE GRACIELA GUZMÁN SOBRE EL PEOR DE LOS PECADOS...

ESCASEZ DE PECADOS
En la búsqueda de la punta del hilo conductor que me llevara a hablar sobre El peor de los pecados, el primer libro de cuentos de Angélica López Gándara, mi mente se instaló en seguida en una de las frases iniciales que llamaron mi atención en el cuento Palabravejera, que da entrada a su quehacer narrativo, y ésta es: “Todos vivimos en prosa”. Me detuve en ella un momento y concluí que, en efecto, todos vivimos habitando una estructura de conceptos susceptibles de ser contados y transformados, con la imaginación, en mentiras disfrazadas de verdad y viceversa. Juan Rulfo decía: “Todo escritor que crea, es un mentiroso; la literatura es mentira, pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación”.

Bajo esta premisa, la autora nos hace sumergirnos en las realidades y mentiras de sus múltiples personajes y, como ella, quisiéramos hallar nuevas palabras; crear un nuevo lenguaje para encontrar la vida, una vida que no sea tan corta, pero sí muy ancha; nuevas palabras que no sean tan baratas cuando las vende un escritor. Sin embargo, en este caso de El peor de los pecados, la narradora les da su debido valor para ofertarnos la vida y sus variantes como debe ser, en protagonistas lúdicos, dramáticos, oscuros, infieles, ladrones, científicos, tiranos, bondadosos hasta la saciedad, dementes, entre otros, como la Palabravejera a la que se le pudrió el lenguaje, pero no sus sueños; como Margarita y sus implacables celos; como los sueños rotos de una joven de los años 50 retratados en un diario; como el cínico hombre maduro que desea estar informado a toda costa; como Elpidio, casi ahogándose en su humedad; como la panza guadalupana de Don Abundio; como Santa Teresita del Niño Jesús Vázquez García, alias Teresa o Tere, “incubada” por no poder dejar de hacer la bolsa delantera derecha de los pantalones de mezclilla, y todo para intentar descansar de más; como Laura que lamenta parecer nueva en eso del vivir; como Fulanito Pan de Dios que desaparece cuando todos lo devoran… Y así, tantos personajes como imaginación nos regala López Gándara.

Cito a Julio Cortazar que consideraba que “… el tema del que saldrá un buen cuento es siempre excepcional, pero no quiero decir con esto que un tema debe ser extraordinario, fuera de lo común, misterioso o insólito. Muy al contrario, puede tratarse de una anécdota perfectamente trivial y cotidiana. Lo excepcional reside en una cualidad parecida a la del imán; un buen tema atrae todo un sistema de relaciones conexas, coagula en el autor, y más tarde en el lector…”. De esta manera, Angélica nos sube a su vehículo, la palabra, y nos lleva a dar un paseo divertido, angustiante a veces, nostálgico otras, hilarante, cáustico; nos introduce en la psique de sus máscaras literarias para revelarnos que todo es posible, como descubrir que se puede ser feliz en la tristeza; descubrir la felicidad que da una mordida a un taco de frijoles y una mordida a un chile jalapeño; descubrir la urgencia de una sed de venganza que no sabe a nada; descubrir que la mayoría de las personas aprende a querer sus desgracias; descubrir que a veces el ser bueno es muy fatigoso...

El peor de los pecados es, asimismo, un compendio médico que nos enriquece, pues varios de sus cuentos muestran la influencia de la autora como profesionista en esta área, y nos enseña que el corazón late 150 veces por minuto a los 40 días, y que al crecer disminuyen a la mitad, y que el corazón lleva y trae 5 litros de sangre por minuto a todo el cuerpo, y que un “morcito” no es un “amorcito”, sino un abrazo del sueño, porque la tercera parte de la vida hay que estar en el mundo de Morfeo, y que… y que… Hay que asomarse a él para continuar aprendiendo. Por otra parte, no oculta su gusto por la música clásica cuando Liszt, Shostakovich, Mozart, Beethoven se convierten en incestuosas mascotas caninas, mismas que estuvieron a punto de llamarse Ninel y Niurka.

Con un lenguaje sencillo, pero con frases inteligentes y contundentes, como:
- “El espíritu pesa porque es pesada la vida de la moderna esclavitud”.
- “Hay días enfermos donde el respirar tiene un precio”.
- “No hay que desesperanzar a la gente. Al contrario, hay que obligarlos a la alegría”.
- “Ten mucho cuidado con lo que te metes en el cerebro. Recuerda que la tristeza y el sufrimiento producen adicción”.
- “La soledad es un mito”,
Angélica López Gándara logra la paradoja de que disfrutemos la lectura de su libro de cuentos El peor de los pecados, aunque éste sea el no ser feliz, y aun cuando nos presuma que ha “andado escasa de pecados”.



Graciela Guzmán
Mayo de 2010

jueves, 3 de junio de 2010

HABLA DE LO QUE SABES


Mañana en el taller de gráfica El Chanate (Matamoros 539 ote.) a las 8 p.m. presentaremos Daniel Maldonado y yo, el libro de cuentos Habla de lo que sabes, de Geney Beltrán Félix. Esto es literatura plasmada en alta definición. Nos dará mucho gusto verlos.